30 de agosto de 2014

Dejar de ser un florero

Esperaba mucho más de la conversación entre Martín y María. Y lo esperaba por parte de ambos, por lo que he experimentado un sentimiento parecido a la decepción. Y esto los incluye a los dos.
Cierto que María ahora es esposa y madre, con las responsabilidades que ello conlleva. Pero también es una joven de apenas veinte años, que es feliz, pero que siente que aún tiene mucho que ofrecer. No se puede esperar de ella que sea la típica señora indolente que ve pasar las horas mano sobre mano, ni el Jaral es el típico hogar pudiente donde sus dueños hacen y deshacen desde un despacho. En este hogar todos trabajan y sólo María parece relegada a lo que ya empieza a pasarle factura: la de ser un florero, sin más funciones que cuidar de su esposo y su hija, y ocasionalmente ocuparse de cosas como hacer la compra y poco más. 
Tuvimos ocasión de comprobar que sentirse útil es algo que la ayuda a ser mucho más feliz. El tiempo que dedicó a ayudar a la formación de Bosco es un ejemplo claro de ello.
Y es posible, aunque no haya dado muestras de ello, que ver marchar a Aurora en busca de su propio destino, también haya ayudado a que nazca en ella algo de sentimiento de frustración y ¿porque no? de sana envidia. Al fin y al cabo, su cuñada es solo un año menor, pero el futuro que se le presenta a ésta dista mucho de ser el de llegar a tener una vida rutinaria como la que se vislumbra para ella misma. Y no es que yo crea que con su vida actual no se siente realizada, y que no sea algo muy importante y enriquecedor el ser esposa y madre, una tarea que ocupa las veinticuatro horas del día. En realidad es por lo que ha luchado y que finalmente ha podido alcanzar: estar con el hombre al que ama más que a su vida, y dar y recibir amor a manos llenas. Además de cuidar al fruto de este amor, una chiquilla preciosa que ha tenido la suerte de nacer en un hogar con unos padres fantásticos y una gran y encantadora familia.
Sin embargo todo ello no es óbice para que María pueda desear otros alicientes que la mantengan ocupada y que sean posibles compaginar con lo anteriormente mencionado. Inevitablemente el aburrimiento tiene que hacer mella en ella, aunque probablemente este término es un concepto que tenía un sentido muy diferente al de hoy, que vivimos con multitud de oportunidades de ocio y distracción. En 1921 e incluso más tarde, estas opciones eran pocas y el tiempo disponible iba acorde con las horas de sol y las estaciones. Pero, por ejemplo, los días de verano son largos y las horas se pueden antojar eternas sin nada que hacer más que esperar que la niña despierte, pida su comida y después ir de paseo con ella. O que Martín llegue después de un día de trabajo en la finca, para sentarse a descansar o disfrutar de su familia.
Como decía, esperaba algo más. Que ella no se conformara con su sensación de inutilidad, y que él entendiera este sentimiento. Porque si bien es cierto que Martin le ha dedicado unas palabras preciosas que la convierten en “el alma de cuanto se mueve a nuestro alrededor, nuestra fuerza y nuestro espíritu, pero por encima una madre como no hay otra”, no creo que ello sea suficiente para alejar la percepción de María sobre su devenir diario.
Y no quiero decir que Martín sea insensible, porque de lo que no hay duda es de que éste es una persona adelantada a su tiempo, que está muy lejos de adoptar el rol del típico marido que espera ser recibido a su llegada al hogar por una esposa complaciente y sumisa, destinada a los que se suponen los menesteres de la señora de una hacienda. Es claro que su visión del papel de la mujer no es el habitual de su época, y de ello ha dado muestras más que sobradas con su hermana y con María. Respeta y busca la opinión de sus mujeres, y nunca las ha colocado a un nivel inferior que el de los hombres. Ni a éstas, ni a ninguna otra. Algo que es evidente que ha heredado de su padre, pero que también lleva intrínseco en su carácter.
Creo que ya es hora de que den a María la oportunidad de romper con su imagen de alguien educado para un rol determinado. Ha cambiado, ha madurado y ha dejado de ser la chica consentida y apocada del principio, para convertirse en una mujer con todas las de la ley, con una fuerza interior y una generosidad innatas, que puede utilizar en beneficio de los demás.

2 comentarios:

  1. Hola Anna ,sabemos que MYM no son la tipica pareja de los años 20 ,siempre se han mostrado tiernos y dulces pero ambos modernos y adelantados ,es normal que Maria quiera ser algo mas que una mujer florero ni siquiera cuando estaba casada con el otro ,era de quedarse sentada a esperarlo,de hecho se aboco en el proyecto de los aparceros ,al igual que su prima y marido a ella le gusta ayudar a los demas ya sea educando como lo hacia en la escuela de adultos ,de enfermera en la trama envenenamiento el caso es que le gusta ayudar podria retomar la escuela para adultos ,mas parece que ahora sera modelo de los trabjos de Nicolas siempre contando con el apoyo de su amor,pues a igual que su padre es un hombre adelantado a su epoca lo ha mostrado desde que llego a pv ,trata a las mujeres con el respeto y consultando con ellas las cosas para recibir sus consejos y opiniones

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    1. Gracias por tu comentario.
      Pues si , parece que Maria se está encaminando a hacer de modelo de fotos. Pero tengo que decir que, aunque sea un trabajo muy digno y a tener en cuenta, porque es evidente que alguien tiene que hacerlo, me parece que si es esta la salida que pretenden darle, no acaba de gustarme del todo por la connotación. Pasaría de ser un florero, a algo parecido. Pero con más publicidad.
      Pero para ser prácticos, quizás tampoco esté tan mal el trabajo, que es cierto que puede compaginar con ser madre y esposa.
      Un abrazo.

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