Soy consciente que mis escritos han adoptado un tono crítico
que no beneficia en nada. Aunque no voy a ser tan vanidosa para pensar que ello
pueda influir en el ánimo de nadie, pero tampoco ayuda. Sin embargo no me siento capaz de
adoptar otro tono, ante lo que me provoca ahora mismo la serie.
Y ya sé que es abundar en lo que he escrito anteriormente,
pero entre lo poco que dan de sí los capítulos y que ahora la mayor parte de
los mismos (al menos los últimos), aparte de la trama de Aurora y sus
connotaciones, parecen estar centrados en un único denominador común, Inés y
Bosco, volveré sobre el tema.
Porque creo que poner en los labios de ambos componentes de
la pareja la palabra amor no es lo más adecuado, y que es algo que les viene
grande a los dos. Considero que lo más correcto sobre ellos sería decir,
parafraseando el título de una película española “¿Por qué lo llaman amor
cuando quieren decir sexo?”. Lo siento, pero ésta es la impresión que me
producen: la de dos jóvenes que están actuando ante la llamada de la
naturaleza, descubriendo una nueva experiencia y llevados por la atracción hacia otra persona. Nada
que tenga que ver con algo más profundo.
No niego que pueda haber existido un flechazo, pero no basta
con ello. Pienso que el amor nace con el conocimiento del otro, y después se
hace con el tiempo. Y sólo después, la frase anterior puede experimentar un
vuelco.
Por lo que la pretensión de hacerlo pasar por una nueva
historia de amor, como así se ha vendido, creo que ahora mismo es difícil que
cuele, o al menos esto es lo que pienso. A menos que cambie mucho la cosa.
Para desarrollar un poco más este tema, además de mi propia
opinión y con el permiso de sus autores, voy a tomar prestados comentarios que
he leído o que me han dejado en este mismo blog, y voy a intentar hacer el ejercicio
de desmenuzar un poco lo que pienso de los dos personajes.
Considero que los están construyendo sin personalidad.
En un principio Bosco se antojaba un espíritu libre,
atormentado por la vida, pero con un fondo rebelde e inocente al tiempo. Sin
embargo en un abrir y cerrar de ojos todo esto se ha diluido, para pasar a
convertirse en lo que la doña ha querido de él: una persona maleable y sin
voluntad propia, que sigue los dictados de su ama sin cuestionarse nada, aunque
ello vaya en contra de las convicciones que supuestamente tiene (o tenía). Pero
lo más sorprendente es que además, con la excusa que se da a si mismo de
proteger a Inés, está dejando que ésta también sea manipulada y utilizada para
fines mezquinos.
¿Qué clase de supuesto amor es éste? De verdad que lo único que
veo ahora es el típico señorito venido a más, que busca a una sirvienta para
satisfacer sus deseos carnales. Y después a otra cosa. De hecho, como hacía alguien
no recuerdo donde, también me hago la pregunta de cuál será la actitud de Bosco
cuando la doña descubra el pastel y le obligue a dejar esta relación. Porque no
dudo que ésta va a hacer las dos cosas y a no tardar.
Por descontado los genes de la partera y el capitán brillan
por su ausencia en este personaje, mientras que si lo hacen con fuerza en sus
dos hermanos. Y no me vale que de alguna manera quieran repetir la historia de Tristán,
y que Bosco opte por luchar por su amor enfrentándose a la doña, porque creo
que los personajes de padre e hijo aún están a años luz uno del otro. También es cierto que quizás no sea muy
objetiva porque nunca he ocultado que Tristán fue un personaje que me dejó huella,
pero pienso que éste era un hombre maduro, bregado y con experiencia de la vida,
que sí bien es cierto que también fue manipulado por Francisca, tenía sus propias
y arraigadas convicciones y no dudaba en enfrentarse a su madre cuando
consideraba que ésta estaba perpetrando una injusticia (es decir, casi siempre).
No veo a Bosco en esta actitud, a menos que sepa reaccionar cuando descubra que
también ha sido manipulado y engañado.
Inés. Otra que tal baila. Llega a PV en busca de su única
familiar y ni siquiera se molesta en llegar hasta ella lo primero, dejándose deslumbrar
antes por la posibilidad de servir en una gran casa y movida por los cantos de
sirena de la doña. Convirtiéndose con ello en una esclava manipulada, que ha
llegado a creer ser especial. Cierto que también tiene mucho que ver el hecho de que Bosco habite en
la misma casa (algo que ella no sabía cuándo entró como criada) y que es esto lo
que ha impedido en buena parte que saliera huyendo de lo que todos la están previniendo.
Aunque lo peor es que considere mas digna de confianza a Francisca que nadie más,
y haga oídos sordos a lo que le dicen los demás. Cierto que la doña aún no le ha mostrado su verdadera cara y ello puede ser una justificación, pero no que ni siquiera llegue a plantearse que no todos pueden estar equivocados.
Por lo que respecta a su relación con Bosco. No quiero
parecer mojigata, y acepto sin reparos que en algún momento puedan tener relaciones más allá
de las puramente platónicas. El amor también es sentir el contacto del otro, pero
a su tiempo. La precipitación con la que se ha lanzado a los brazos del chico
da otra imagen de ella, alejada del supuesto amor. Y, por descontado, insisto que
esto vale para los dos y no por el hecho de que sea una mujer se le ha de pedir contención y castidad. Nada más lejos de mi intención pretender insinuar esto.
Y me tengo que quedar aquí, porque no me veo capaz de hacer un
retrato más profundo de Inés. Lo considero un personaje plano,
sin matices, ni nada que la haga especial. Y sin nada que me permita pensar que
pueda llegar a tener más protagonismo.
Lamento ser tan dura y probablemente en el futuro me tenga que tragar estas opiniones (si no han conseguido que abandone antes), pero ahora lo siento así.