2 de noviembre de 2014

El juego de manipular

A veces en la serie se suceden escenas que me dejan perpleja porque aparentemente no tienen razón de ser. Y puede que sea porque tengo la mala costumbre de cuestionar cosas, pero no he entendido a que ha venido que la doña reprochase a Amalia el hecho de que hablase con su padre de la posibilidad de un compromiso con Bosco. Al fin y al cabo era una conversación entre padre e hija, y no veo que problema podía suponer.
Por ello ha faltado poco para que además me echara a reír cuando la doña encima le ha hecho saber que temía que su intención fuera manipular a Bosco. Si algo tiene este asunto es que los dos chicos han sido utilizados desde el principio, con la única diferencia que Amalia si sabía lo que se esperaba de ella. ¿O acaso no se trataba de que se acercara a Bosco y consiguiera su atención? ¿O es que utilizarlo para conseguir unos fines determinados es sólo exclusividad de Francisca? (por supuesto no quiero decir que en ningún caso sea justificable que alguien use a otro u otros para sus propósitos) Pero lo peor es que ha lanzado esto que podría ser una acusación, y sin ni siquiera inmutarse, la que es la mayor manipuladora del reino y parte del extranjero, que no solo está haciendo esto con el chico sinó que encima lo mantiene engañado e ignorante de sus orígenes, que ya ha decidido por él que con apenas dieciocho años ya es lo suficientemente mayor como para casarse y formar su propia familia. Eso sí, quedando claro que va a quedar bajo su tutela.
Y parece que los deseos de los interesados no cuentan demasiado. Especialmente teniendo en cuenta que la doña sabe lo que hay entre Bosco e Inés, y que interponiéndose en esta relación le provoca sufrimiento (aunque él viva en la inopia de ello).
Pero parece que la máxima de que el fin justifica los medios es su divisa. No importa que dos personas que apenas han empezado a vivir,  se vean empujadas a atarse de por vida solo por intereses, que en muchos casos ni siquiera les atañen directamente sino que es algo que conviene a sus respectivas familias. Una práctica que en la época en la que transcurre la acción no era una rareza, y no eran pocos los casos, especialmente entre las clases pudientes, de parejas surgidas de acuerdos entre progenitores o tutores, movidos por intereses económicos o de pureza de clase, y en los que los propios interesados no tenían ninguna posibilidad de decidir. Especialmente si se trataba de chicas.
Además la doña ha dejado clara su filosofía de vida. Para ella  el amor es solo un inconveniente, y lo que prevalece y une a la gente es el mutuo interés, una simplificación que dice mucho del pensamiento de una determinada clase social.

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