Cuando empecé este blog me
propuse dar una cierta continuidad a mis comentarios. Pero no siempre me es
fácil encontrar algo de lo que hablar sin que, de alguna manera, me vea forzada
a volver sobre lo mismo de días anteriores y reiterarme en lo ya dicho.
Hoy es uno de ellos.
Quizás es que no sepa apreciar en
su justa medida el esfuerzo de los guionistas para seguir manteniendo el listón
alto y dar motivos para seguir siendo fiel a la serie, pero creo coincidir con
la opinión de much@s sobre la impresión de que ésta parece estancada. Llevamos
varios días en que dos temas centran casi de manera exclusiva las tramas: por
una parte Bosco y todo lo que gira en torno a él, y por la otra una farsa de juicio, en que la
justicia se pone en cuestión de manera palpable.
Aunque quizás la percepción de esta
justicia injusta viene más bien dada por la idea general e inapelable de que
ésta ha de ser igual para todos, cosa que la realidad (antes y ahora) se empeña
en desmentir. Desgraciadamente es patente que a más medios económicos, más
posibilidad de irse de rositas. No es lo mismo para una persona sin recursos y
que no tiene acceso a poder utilizar todas las armas a su alcance, que alguien
que si los tiene y que se puede permitir pagar a los mejores bufetes para
dilatar los procesos hasta el infinito (o hasta agotar todas las
posibilidades). Y aunque las cosas han cambiado y probablemente ser mediático o
con influencias no es sinónimo de librarse del peso de la ley, ello no elimina
la sensación de que la justicia a veces es ciega.
Pero en el caso de la doña,
parece que además une otros ingredientes. Es cierto que el juez parece
imparcial y que, en esta ocasión, ella no ha hecho nada para ponerle a su
favor. Pero ni siquiera ha hecho falta, ante la ingenuidad y la manipulación de
los testigos por un abogado sin escrúpulos que es capaz de tergiversar las declaraciones,
además de la manifiesta falta de memoria y la inoperancia de las autoridades,
acusando con unas pruebas sin base real, sólo indicios y la palabra de un
cacique.
Aunque admito que Francisca ha
sabido atar todos los cabos. Sus argumentos provocan una mezcla de sentimientos
confusos que van desde la indignación hasta una suerte de sorpresa por su capacidad
para dar siempre un paso más allá de lo que se le conocía (algo que, por
cierto, parece que no tiene límites), pero el caso es que son difícilmente irrebatibles.
De nada sirve que todo el mundo sepa que miente, cuando se ha procurado
cubrirse las espaldas y poner todo a su favor. Aunque no he podido evitar que
se me revolviera todo cuando además se ha mostrado como una mártir incomprendida,
que es negada por su familia. Patético no, lo siguiente. Arjjjjjjjj….
Aurora ya está condenada sin
remedio. Ni siquiera los testimonios de Emilia y Conrado, los dos únicos que
han sabido mantenerse firmes y no claudicar ante el siniestro abogado de la
acusación, han servido de nada. Pero aparte de éstos, ha habido una escena a la
que quiero hacer mención: reconozco que he tenido una sensación rara al ver a
Bosco al lado de su hermana, y sin que éste tenga conciencia de que está actuando contra alguien de su sangre, mientras detrás suyo está la implacable abuela.
Querida Anna,
ResponderEliminarposteo luego un comentario más largo sobre mi opinión sobre el rumbo que ha tomado la serie, si me permites lo hago en tu blog, pero entro un momentito solo en esta entrada para decir una pequeña cosa...
Estas escenas del juicio (que miro por encima pues me llegan a producir verguenza ajena por lo memos que pueden a llegar a ser los testigos, como si no supieran mentir, diantres!) me inspiraron ayer una reflexión...
Aurora tiene dinero (como lo tenía Martín para ayudar a María, no tanto Tristán para ayudar a su hijo, porqué aún salía de su semi ruina que solo le daba apenas para el internado y poco más)... entonces... ¿no podrían haber intentado contratar a Jiménez esta vez?
No sé, me da que este hombre busca el poder y el dinero por encima de todo, y poder no tienen los hermanos Castro, pero dinero sí y tal vez podrian haber superado la oferta de la doña, o al menos intentado sobornarlo... ¿o no?
Lo digo medio en broma, medio en serio esto... No sé, se me antoja una solución, para el próximo juicio, al menos...! jajajaja
un beso
Miguelitas
Perdón... añado una cosa que olvidé...
ResponderEliminarpor lo de la vergüenza ajena que decía... a ver... todos los personajes que han pasado por el estrado son maestros del engaño, que durante meses nos han escondido (o están aún escondiendo) sus secretos... y no pueden mentir ni que se aun poquitito para defender a Aurora?
Cuando se trata de esconder sus secretos, bien que esquivan las preguntas de los demás...!
Pues eso!
Otro beso
Miguelitas
Puedo imaginarme tu cara al ver estas escenas, sabedora de que este tema te es muy familiar. Pero aún sin que lo fuera entiendo tu sensación , que es la misma que yo comparto. Con semejantes testigos no hace falta tener enemigos, pues más bien parecen de la acusación que de la defensa. Y ni siquiera necesitaban mentir, sólo decir las cosas de la manera más conveniente para los intereses de Aurora.
EliminarEs cierto lo que dices, que algunos cuando quieren saben esquivar muy bien las preguntas y dar la respuesta mas conveniente. Que no es este caso
Un beso