No sé muy bien que pensar sobre Mauricio
y tampoco hacerme una idea exacta de cómo es realmente. Hay días que el hombre puede
llegar casi a parecer adorable, y otros en los que llegas a desear que alguien
le dé una merecida colleja, o algo más contundente. El caso es que parece que
haya dos Mauricios: el capataz bruto y servil que se manifiesta ante la doña, y
el otro que asoma lejos de la mirada de ésta. En el primer caso verlo además bajar
la cerviz, permitiendo que Francisca lo humille, y que ahora encima lo amenace
sin contemplaciones dejando ver que su confianza en él está bajo mínimos, es
demasiado para el cuerpo. Porque puedo entender la fidelidad, pero no que el
hombre que ante todo el mundo se muestra como un bruto y echado para adelante, delante de la doña siga comportándose como un dócil perrillo que se deja
apalear, que es incapaz de revolverse y decidir por si mismo, que a pesar de
cuestionar algunas ordenes es capaz de cumplirlas sin pestañear, que aunque
parece que tiene algo de conciencia solo la deja asomar en contadas ocasiones y
siempre con la vista puesta en su ama, que no sabe callar cuando hace falta y
calla cuando sería necesario que hablase,…. Puede que la única justificación para entender su conducta, es la de que es consciente, como
todo el mundo, que el hecho de que defraudar a Francisca o incumplir sus deseos es
sinónimo de represalias que pueden llegar muy lejos en su administración. Y es
comprensible que el instinto de supervivencia esté por encima de otras
consideraciones.
También es cierto que en los
últimos tiempos se ha obrado un cambio perceptible en él y que aparentemente está dejando de ser el hombre del principio de la serie, el desalmado ejecutor de las órdenes
de su ama, la persona sin escrúpulos que no se paraba ante nada (aunque en ocasiones vuelve a sorprender con actitudes de este tipo, que hacen pensar en que la fidelidad hacia Francisca a veces le ciega y le lleva a cometer barbaridades). Pero tiempo atrás se supo que también tenía su corazón y que había un chico objeto de sus
desvelos, aunque al mismo tiempo se planteó la cuestión de porque permitió que Efrén
permaneciera en estado de semiesclavitud. Porque no cuadra mucho decir querer a alguien y
sin embargo mirar hacia otro lado, dejando que el chico sufriera maltrato, al
privarle de todo contacto con la gente.
Ahora hay otro al que
presta su atención. Evidentemente no es lo mismo y tampoco creo que sea cariño,
pero de alguna manera esta vez si ha decidido por su propio albedrío poner bajo
su protección a Bosco. Y lo hizo antes de saber quien es realmente éste, aunque
conocer su verdadero origen y saber que es el hijo de Pepa, una mujer que le marcó
indeleblemente, parece que ha sido lo que le ha acabado de convencer. Conocer
esta circunstancia ha hecho que, de alguna manera, esta vez si actúe al margen
de la doña, porque creo que, a su manera, lo que intenta es impedir que Bosco corra la
misma suerte que todos/as los que han estado bajo la órbita de Francisca, que ya se sabe que estropea todo lo que toca. Sin embargo lo hace sutilmente, no malmetiendo contra su
ama, cosa que además podría poner en contra al chico. Mauricio aconseja, habla
como un amigo, o más bien como lo haría un padre, intentando que Bosco piense
por sí mismo y que la influencia de Francisca no acabe convirtiéndole en lo que
va camino de ser: otro títere en las manos de ésta. Es realmente digno de ver los
esfuerzos que hace para morderse la lengua y no hacer participe al chico de lo
que sabe, o de cosas que podrían ayudarle a entender otras. Pero tanto él como
la doña saben que de hacerlo las cosas iban a cambiar y mucho, y que los temores de
Francisca podrían hacerse realidad, algo que podría significar también el fin del capataz. Y creo
realmente que no va a ser por mediación de éste que Bosco va a conocer su
verdadera identidad.
Otro tema es su relación con Fe.
Casi llegó a admitir sus sentimientos al reprocharle a ésta que se pusiera en
peligro al ayudar a Candela a llegar hasta la doña. Y es porque esta vez ha
sucedido un hecho inusual: ha sabido anteponer un sentimiento que se empeña en
negarse a si mismo, a la fidelidad a su ama. A la que esta vez ha mentido sin dudar.
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