26 de noviembre de 2014

Desconsiderada y mezquina

Es realmente difícil hacer el ejercicio de hablar de un personaje olvidando todo lo que se sabe de él, trasladándose a su piel o a la de los que le/la rodean. Porque lo que es fácil es dejarse llevar por la impaciencia ante los hechos o las actitudes de algunos de ellos, sin tener en cuenta que por lo que se refiere a estos últimos muchas veces no disponen de la misma información que l@s espectadores.
De todas maneras, el caso de la doña es especial. No es necesario tener mucha perspicacia para no ver como es realmente. Otra cosa es que a base de lisonjas y manipulaciones, igual que la zorra del cuento, ésta consiga engatusar a algún incauto o incauta, que invariablemente tarde o temprano va a pagar las consecuencias de ello.
Aunque realmente lo que pienso de ella es que no está en sus cabales, pero no loca, sinó algo mucho peor. Es cierto que en el mundo pueden existir personas muy malvadas y que actúan sin ningún escrúpulo. Desgraciadamente es fácil encontrar noticias de ello en la prensa, ligado casi siempre al fanatismo, la ambición de poder o dinero, o a los deseos de venganza. Pero en Francisca parece estar todo incluido, y ello no puede ser producto nada más que de una mente enferma y desquiciada, que además muestra una doble faz muy peligrosa que le permite cambiar de actitud según la circunstancia y el interlocutor, pudiendo pasar de una apariencia amable a otra mezquina en menos que canta un gallo. De hecho en tema de fingimientos es la mejor actriz (por descontado Maria Bouzas borda el papel). 
Otra cosa que tiene es que jamás se rinde. Esto que podría ser considerado una virtud en algunos casos, en Francisca es un problema, porque es incapaz de admitir una derrota por muy clara que ésta sea . Y María lo ha sido. Sólo por ello es posible entender su insistencia en acercarse a ésta para recuperarla, porque cariño no puede ser cuando no ha hecho nada para evitarle sufrimientos.        
Lo que si hay que reconocerle es que sabe jugar bien sus cartas, aunque solo ver la escena con María, aparte de vergüenza ajena, produce también arcadas. No sólo por su desconsideración, disfrazada de preocupación (que de sincera no tiene nada), sinó porque el dolor de María es precisamente consecuencia de sus actos rastreros y mezquinos, los que se saben y los que aún se desconocen por parte de l@s habitantes del Jaral  En realidad su cara es tan dura como su corazón, y no sé ni siquiera como se atreve a presentarse en esta casa de donde tendría que ser sacada a patadas, aunque sólo sea por el hecho de haber procurado la desgracia de Aurora.  
Y me pregunto. ¿Además ha de estar en todas las salsas? Porque parece el hilo conductor de casi todo lo malo que acontece en PV.

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