Mauricio ya empieza a parecerse demasiado a D.
Anselmo. Metido en todos los fregados, conocedor de todos los secretos, pero
callado como una tumba. Aunque al primero le ate el secreto de confesión y al
segundo algo mucho más tangible como la mano implacable de la doña. Vale, en
algún caso también la prudencia y casi siempre la lealtad, pero es claro que
también un cierto temor a las represalias de Francisca en caso de salirse de la
senda marcada por ésta.
Aunque después su silencio signifique ser
desleal a personas que le han tenido en consideración y le han tratado de
manera muy diferente a lo que hace su patrona, que no duda en humillarle y
tratarle a patadas.
Y parece que también esta vez va a callar, más
si la doña le ha empeñado la palabra. Aun así es realmente desconcertante que,
una y otra vez, hagan que llegue a saber cosas que podrían resolver situaciones
adversas y evitar padecimientos.
Sin embargo lo que sí parece claro es que se está
produciendo un cambio en él. Empieza a cuestionarse cosas, y el Mauricio bruto
y aparentemente insensible de los primeros tiempos parece que está dejando paso
a otra persona que deja asomar un talante muy diferente a quienes son más
cercanos. En este caso lo que se dice de que los años ablandan quizás sirva,
pero creo que también puede influir el que ya empiece a estar cansado de tanta maldad
gratuita, especialmente cuando los receptores son personas que no lo
merecen, y que sólo son objeto de ello por rencor o venganza.
O quizás se trate de una carga que ya empieza
a serle demasiado insoportable. Aunque la doña le trate de cabestro, es claro
que Mauricio no tiene nada de ello. En realidad es quizás la única persona que la
conoce bien en todas sus facetas, y porque en muchos casos ha sido la mano ejecutora,
sabe también de los desmanes que ésta ha llevado a cabo a lo largo de los años
contra personas inocentes, algo que de paso también le coloca en el punto de
mira. Más cuando, en su ingenuidad, ha compartido su secreto con quien menos
debía hacerlo. Nunca hasta ahora me había planteado el hecho de que la doña llegara
a pensar en deshacerse de su capataz, pero es claro que saberlo conocedor del
origen de Bosco frustra de alguna manera la tranquilidad que tenía después de
haberse librado de Bernarda. Y ya sabemos que la doña no quiere estorbos para
sus planes.
Afortunadamente para Mauricio, el juguete que
la doña tiene entre manos parece que la distrae lo suficiente como para que le deje
en paz momentáneamente, aunque después de asegurarse su lealtad.
Y ello también deja tiempo al capataz para
dejar asomar otra faceta desconocida y que creo que buena parte de l@s
espectadores esperan. Parece que cada día se acerca un paso más hacia Fe,
dejando evidente que ésta no le es indiferente, sentimentalmente hablando.
Igual que él para ella.
Como diría Quintina “Sólo necesitan un
empujoncito”
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