7 de noviembre de 2014

El receptor de secretos

Mauricio ya empieza a parecerse demasiado a D. Anselmo. Metido en todos los fregados, conocedor de todos los secretos, pero callado como una tumba. Aunque al primero le ate el secreto de confesión y al segundo algo mucho más tangible como la mano implacable de la doña. Vale, en algún caso también la prudencia y casi siempre la lealtad, pero es claro que también un cierto temor a las represalias de Francisca en caso de salirse de la senda marcada por ésta.
Aunque después su silencio signifique ser desleal a personas que le han tenido en consideración y le han tratado de manera muy diferente a lo que hace su patrona, que no duda en humillarle y tratarle a patadas.
Y parece que también esta vez va a callar, más si la doña le ha empeñado la palabra. Aun así es realmente desconcertante que, una y otra vez, hagan que llegue a saber cosas que podrían resolver situaciones adversas y evitar padecimientos.
Sin embargo lo que sí parece claro es que se está produciendo un cambio en él. Empieza a cuestionarse cosas, y el Mauricio bruto y aparentemente insensible de los primeros tiempos parece que está dejando paso a otra persona que deja asomar un talante muy diferente a quienes son más cercanos. En este caso lo que se dice de que los años ablandan quizás sirva, pero creo que también puede influir el que ya empiece a estar cansado de tanta maldad gratuita, especialmente cuando los receptores son personas que no lo merecen, y que sólo son objeto de ello por rencor o venganza.
O quizás se trate de una carga que ya empieza a serle demasiado insoportable. Aunque la doña le trate de cabestro, es claro que Mauricio no tiene nada de ello. En realidad es quizás la única persona que la conoce bien en todas sus facetas, y porque en muchos casos ha sido la mano ejecutora, sabe también de los desmanes que ésta ha llevado a cabo a lo largo de los años contra personas inocentes, algo que de paso también le coloca en el punto de mira. Más cuando, en su ingenuidad, ha compartido su secreto con quien menos debía hacerlo. Nunca hasta ahora me había planteado el hecho de que la doña llegara a pensar en deshacerse de su capataz, pero es claro que saberlo conocedor del origen de Bosco frustra de alguna manera la tranquilidad que tenía después de haberse librado de Bernarda. Y ya sabemos que la doña no quiere estorbos para sus planes.
Afortunadamente para Mauricio, el juguete que la doña tiene entre manos parece que la distrae lo suficiente como para que le deje en paz momentáneamente, aunque después de asegurarse su lealtad.
Y ello también deja tiempo al capataz para dejar asomar otra faceta desconocida y que creo que buena parte de l@s espectadores esperan. Parece que cada día se acerca un paso más hacia Fe, dejando evidente que ésta no le es indiferente, sentimentalmente hablando. Igual que él para ella.
Como diría Quintina “Sólo necesitan un empujoncito” 

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