7 de noviembre de 2014

Sentencia sin juicio

Se ha hablado muchas veces de lo mal parados que salen los médicos en esta serie, pero considero que a la vista está que los abogados no les van a la zaga. Aunque afortunadamente se trata sólo de una ficción, porque el ejemplo de varios de ellos con su negativa a defender a un cliente, sólo por temas de reputación y en último término por temor a enfrentarse a un peso pesado y perder el pleito, sería para indignarse y mucho.
No creo que sea porque haya pocos actores capacitados para representar el papel de un abogado (es evidente que no es el caso), ni tampoco que en la ficción sean sólo dos los que anden por los alrededores, ya que además el hermano de D. Anselmo ha hablado de otros. Pero con el panorama que han presentado dejan a esta profesión en entredicho y a los abogados como unos cobardes, que son capaces de dejar a una persona sin la posibilidad de procurarse la mejor defensa posible, ni aunque pueda costeársela pagando unos buenos honorarios. 
Me imagino que Aurora tampoco iba a quedarse indefensa, aunque no sé si ya existía la figura del abogado de oficio, pero el caso es que, como apuntaba ayer, parece que todo el mundo ya la da por sentenciada aun antes del juicio,y ya han decidido que no hay nada que hacer.
Otra cosa es el desarrollo del mismo, que me ha parecido tan poco currado que ha habido un momento que ya me habría puesto yo misma, sin ser jurista ni nada parecido. Es verdad que de entrada, el juez ha parecido imparcial (como ha de ser) en su amonestación a la doña, pero es claro que su función no va tener relevancia en las escenas y van a ser los abogados los protagonistas. Porque una vez puesto en marcha el juicio, ya ha quedado claro que las opciones del magistrado no eran muchas, como también ha quedado claro cuál sería el rumbo que iban a tomar las cosas. Pero he de decir que la acusación se me ha antojado tan descabellada como increíble. Parecía más bien que estaban juzgando el trabajo de Aurora en el dispensario que no un asesinato, aunque es claro que el tema era hacerla parecer desquiciada.
En realidad estas escenas no tendrían que sorprender a nadie, porque algo parecido ya sucedió con la escenificación del juicio a Martín, y tres cuartos de lo mismo con el de María. Juicios guionizados de manera apresurada, sin apenas argumentación y con el evidente fin de que acabe con alguien en prisión, o peor. Y ya puestos en el escenario de ficción, sin que se den garantías para el acusado/a, con pruebas que no se sostendrían en ningún tribunal y que un buen abogado podría rebatir sin despeinarse, incluso que sólo empleando la lógica se podrían desmontar. 
¿Acaso una equivocación es un delito, o alguien puede pedirle cuentas o reprochar a Aurora que se ausente momentáneamente de un lugar donde acude voluntariamente y sin remuneración, donde ejerce con sólo conocimientos sacados de lecturas y de experiencia, mucha voluntad y generosidad, pero sin ser el titular? ¿Es estar fuera de los cabales echarle los perros a una mujer que saca de las casillas a todo el mundo con su afán de cotillear y, de rebote, que reciba el marido de ésta? ¿Acaso levantar la voz, cambiar el carácter habitual y mostrarse malhumorada o enfadada es señal inequívoca de estar desquiciada? ¿Los poderosos pueden levantar la voz e incluso insultar, y en este caso no pasa nada? ¿Una amenaza es igual a hecho consumado?
Lo dicho. Ni siquiera hay que recurrir a la frase “Visto para sentencia”. Porque ésta ya ha sido dictada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario