10 de octubre de 2014

Una trampa pèrfida

No puedo imaginar a nadie en la vida real que sea tan intrigante y retorcido como ha demostrado y sigue demostrando ser la doña. Incluida su capacidad para adelantarse a los acontecimientos y provocar situaciones convenientes a sus planes, hasta llegar incluso al punto de prever la reacción de Candela y aprovecharse de ello haciendo que vaya a La Casona con el supuesto novio de su sobrina. 
Como supongo que sucede con todos l@s espectadores, no tengo ninguna duda de que detrás de las apabullantes acusaciones de Plácido a Inés está la mano de la doña, y que además se trata de un cúmulo de falsedades sobre hechos convenientemente manipulados que, aunque probablemente tienen una base real, están muy alejados de lo que se ha vertido. Y todo ello ha sucedido ante las miradas entre atónitas y horrorizadas de Candela y Fe, y la impotencia de Inés para hacer frente al chaparrón. Pero lo peor de todo es que, desde la sombra, Bosco también ha sido testigo de toda esta sarta de acusaciones, y además les ha dado pábulo.
Lo malo de que se lancen insidias, aunque en este caso sean por parte de un desconocido, es que, además de ser censurable en todo caso, lo que hacen es sembrar la duda y después hay que demostrar su falsedad, además de despejar todo rastro de incertidumbre que pueda haber quedado. Porque si bien existe la máxima que proclama que “todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario” no siempre es así como sucede. Y, como en este caso, la negación de los hechos no es suficiente.
También dicen que el amor todo lo puede. Y en este caso, y al menos de momento, parece patente que aunque Bosco ha quedado tocado por las supuestas revelaciones, no menos difícil es decidir si ello es debido a que se siente engañado, utilizado, o realmente se trata del dolor por la supuesta traición de Inés. Pero lo que si parece quedar claro es que su amor no es tan fuerte como proclama, cuando es capaz de creer en lo que ha oído, sin darle a Inés la oportunidad de explicar su versión de los hechos. 
Realmente me da pena la situación de Inés, pero no porque sea una pobre chica de baja extracción social que ha sido vapuleada por alguien sin escrúpulos ni moral, alentado con toda seguridad por una bruja clasista y manipuladora que no se detiene ante nada para satisfacer sus intereses. Y sé que esto es más bien un recurso para alimentar la empatía hacia un personaje, porqué el natural de la mayoría de las personas hace que se tienda a ponerse de lado del/la más vulnerable. Pero creo que en este caso lo que se pone sobre la mesa no es sólo una cuestión de clases sociales (aunque sí ha sido algo decisivo), sinó la capacidad de alguien para hacer añicos los sueños de una persona, basándose solo en prejuicios y pasando por encima de los sentimientos de los demás. Y no es tan importante que esta persona sea rica o pobre, (aunque en este caso lo primero sea una condición casi sine qua non), sinó que para Francisca lo crucial es que ésta cumpla sus expectativas y además sea dócil y manipulable, para así poder seguir manejando los hilos. 

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