19 de octubre de 2014

El padre perfecto

Creo que he visto más de un centenar de veces la escena de la confesión a Tristán por parte de Martín de su verdadera identidad. Y casi se puede decir otro tanto de multitud de escenas con una gran carga emotiva que nos brindaron padre e hijo. Momentos intensos que junto con la historia de amor de Martín y María, considero que es de lo mejor que se ha visto después del salto temporal. Y ello con dos actores de excepción que consiguieron hacer tan veraz una situación que creo que nadie ni siquiera llegó a cuestionarse el hecho de que, mientras en la vida real apenas se llevan tres años de diferencia, en la serie eran perfectamente creíbles como padre e hijo. Dos hombres que en un papel donde se rompían estereotipos de la época y de género, además con la ayuda de unos guiones a la altura, consiguieron llegar al corazón de los espectadores a través de una relación que iba más allá de los simples lazos de familia, hasta convertir a sus personajes en cómplices, amigos y ante todo un padre y un hijo unidos por un enorme cariño, que no dudaban en dejar patente con palabras y gestos.
Por supuesto, en la serie hay otros casos de amor paterno que merecen también una mención. No me olvido del cariño que el mismo Tristán sentía por Aurora. Y además están los ejemplos de este sentimiento por sus respectivos hijos en Alfonso, Raimundo e incluso Pedro.
Pero como he empezado con Martín, voy a seguir con éste, aunque centrándome en el momento actual de la serie. Creo que decir que últimamente sus mejores escenas son en su papel de padre tierno y afectuoso, no es algo que nadie me vaya a corregir. Realmente son momentos que me cuesta transcribir en palabras. Además pienso que Jordi no necesita esforzarse nada por hacerlos creíbles, ya que realmente su maña con la pequeña, sus carantoñas, mimos y gestos le hacen parecer realmente el padre de ésta.
Así que la marcha de Martín va a significar una pérdida más allá de dejar de verlo, porque también se van a perder estos preciosos momentos. Primero nos tuvimos que despedir del padre, con la pérdida de Tristán. Y ahora va ser el hijo el que va a privarnos de ello, al menos de manera momentánea (o quizás también definitiva, cosa que espero que no suceda).
De todas maneras, y al margen de que todo lo que he escrito es lo que siento, creo que es obligado hacer algunas consideraciones, aunque en el plano de la vida real.
Pienso que quizás no sea muy justa circunscribiendo mi comentario al género masculino. Se ha dicho que a veces somos las mismas mujeres las que nos ponemos palos en las ruedas en el avance de nuestros derechos y en el plano de lograr la igualdad de género, y soy consciente que con las consideraciones anteriores puedo incurrir en este error ya que de alguna manera estoy obviando a María, y con ella a todas las madres, por algo parecido a la idea preconcebida y extendida de que a éstas ya se les suponen de entrada esta clase de sentimientos hacia sus hijos. Y es cierto que el vínculo que une a madres e hijos es especial y fuerte (exceptuando algún caso de madre desnaturalizada, cuyo mejor ejemplo es el personaje de Francisca) pero también lo es que los padres pueden tener esta misma clase de vínculo con sus hijos.
Sin embargo también admito que a veces la percepción puede llegar a ser diferente (y tampoco pretendo generalizar, es sólo mi opinión). Que una mujer lleve en brazos o cuide a su hijo o hija no deja de verse como lo más natural del mundo, pero en cambio que un hombre deje asomar sus habilidades paternales, y además lo haga con dedicación y de manera tierna, sin temor a caer en el ridículo, puede llegar a ser percibido como algo trascendente. Además al mostrar su capacidad para cumplir con nota su responsabilidad como progenitor, ofrece la imagen (y los hechos) de padre perfecto, cuando en realidad no tendría que tener nada de particular que un padre se ocupe de sus hijos. Pero si además el hombre es joven y atractivo, y encima se muestra atento y enamorado de la madre de su retoño, esto ya puede llegar al summum.
Es decir, más o menos como sucede con Martín.

3 comentarios:

  1. Mi querida Ana, que bellos momentos, que bellas palabras...

    Pues si... lo mejor de la temporada, fueron los momentos que nos dedicaron Tristán y Martín y la trama del amor de María, incluso diría la llegada de Aurora a la vida de ambos.. y opino lo mismo que tu.. ( para variar ajjajjaaj ) y pienso que en el grupo de guionistas algo ha cambiado, o alguien ya no está. Aquellos guiones, aquellas frases y tramas tan profundamente escritas e interpretadas magistralmente por cada uno de los actores, terminó : o bien tras la llegada de Bosco... o bien tras la boda de Martín y María, Una boda, que dicho de paso, y habiéndola visionado miles de veces, veo que no estuvo a la altura de sus personajes, después de todo el sufrimiento, del camino andado y del amor puro e incondicional, tan profundo y mágico que se profesaron desde el principio de los tiempos... desde el salto temporal.

    Martín, el hijo, perdido, el hijo, amado, el hijo perfecto, el hermano mayor, el hermano dulce, el amante fiel, el atento marido, el cariñoso padre, el TODO.. Martín es amor por los cuatro costados.. como dices tu.. eL SUMMUM de la dicha.. Espero que vuelva pronto.!!

    Besos.

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