23 de octubre de 2014

Un pueblo de extremos

Quizás en la vida real también suceda, pero no sé si con tanta intensidad y en tan poco espacio físico. El caso es que PV parece un pueblo de extremos.
Aunque entiendo que es un recurso de los guiones y que es necesario para dar vida a la serie. De ser todo plácido no tendría razón de ser y carecería totalmente de interés que, por cierto, a estas alturas ya me cuesta de encontrar. Algo que ahora mismo sucede en mayor medida, después de que uno de los pilares de la serie desaparezca con la marcha de Martín, y que acaba también con una de las tramas que han aguantado el serial en los últimos dos años. Ya nada volverá a ser lo mismo sin la historia de Martín y María con su pequeña Esperanza. Porque aunque se diera el caso hipotético de que Jordi volviera, cosa que cada vez se antoja más improbable cuando ya se habla también de la marcha de Loreto, las cosas ya no tendrían el mismo color.
Es cierto que la serie ya ha vivido anteriormente momentos parecidos, primero con la marcha de Megan y después la de Àlex, que ya supusieron un duro revés para los fans que aún sienten, de alguna manera, que se perdió algo muy bonito e irrepetible. Y no voy a negar que yo misma me incluya entre ellos, especialmente por lo que se refiere al personaje de Tristán. También es cierto que la llegada de Martín y su historia con María dieron nuevos bríos a la serie y consiguieron, de alguna manera, que se pasara página. Pero también esto parece que tiene fecha de caducidad, por lo que cada despedida se antoja más cuesta arriba, especialmente para l@s que ven la serie desde sus comienzos (en mi caso desde la llegada de Martín) y que, de alguna manera, los personajes y vivencias ya hayan pasado a formar parte de la cotidianeidad, haciéndose familiares y cercanos. Por lo que una nueva pérdida puede contribuir a que cada vez con mayor intensidad crezca el desánimo y el desinterés.
Por supuesto no pierdo de vista que esta situación ha sido inevitable, debido a decisiones totalmente respetables y entendibles de los actores. A pesar de que ello es en cierto modo doloroso para l@s espectadores que hemos seguido sus andanzas en la serie y, como decía antes, los hemos convertido en algo que trasciende la ficción, nadie puede reprocharles, en ningún caso, que escojan nuevos caminos para crecer en su profesión, como también que a pesar de la seguridad de un trabajo, no deseen encasillarse en un personaje concreto. Más cuando este personaje ha perdido parte de su protagonismo inicial, que no de su esencia.
Pero como he dicho, en mi caso actualmente ya me es muy difícil decidir donde centrar la atención.
Con la pareja Aurora y Conrado más enfocados en resolver los problemas que les acucian que en darse un respiro, aunque sea momentáneo, para vivir su amor. Con Bosco debatiéndose entre dos mujeres y hecho un lío, además de acabar convertido en caballero andante, guardaespaldas y enfermero por un lado, mientras que por el otro pugna por poner distancia entre sus sentimientos y lo que considera una traición.
Y siempre con la sombra de la doña cerniéndose por encima de todo y todos.
Igualmente sucede con el resto de personajes. Emilia llegando casi al límite de desquiciamiento por el tema de su padre, Dolores que, salvando las distancias, casi es tan odiosa como la doña por su poca caridad con sus vecinos (y me refiero a su larga lengua chismosa, que pone en la picota a la gente sin reparar en el daño que hace), Bernarda otra malvada bruja que sólo busca su interés, Mauricio que anda dando bandazos entre la fidelidad y su conciencia, y que además parece haber olvidado su interés por Fe, ésta que parece que últimamente solo tiene la misión de convertirse en el hombro donde Inés se apoya, pero que no se da cuenta que ello le está arrebatando toda la vitalidad, ….. Y ya no digo de Candela y Rosario, cuyo papel es casi como el de un florero. Cierto que también están las parejas de Nicolás y Mariana, Alfonso y Emilia, y Quintina e Hipólito, que dan un cierto toque romántico a la serie, pero no creo que ello sea suficiente para mantener a la gente pegada al televisor. 
Y por descontado, no me olvido de María y entiendo cómo se puede sentir una persona en su situación, más después de todos los agoreros que la han machacado, aunque sea involuntariamente como su familia, o con la mala baba utilizada por la doña, por lo que es fácil ponerse en su lugar. 
Por cierto, cuesta imaginarse que tipo de vidilla puede tener una casa como El Jaral con dos mujeres viudas, otra con el marido ausente, una chica que está y no está, y una bebé. Y todas ellas, exceptuando a Aurora, sin apenas trama propia. Que tampoco quiere decir que con un hombre en la casa las cosas iban a cambiar mucho, como de hecho ya se ha visto últimamente.  

2 comentarios:

  1. No veo yo prosperidad a Puente Viejo.... Para dar vidilla , solo se les ocurre traer personajes malos... dos para la Doña y uno para el jaral... Y mientras tanto las historias de amor que no cuajan entre la audiencia... Con respecto a Jordi, no va a volver ... y con ello ha arrastrado a Loreto.

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