15 de octubre de 2014

Una segunda oportunidad

Dicen que todo el mundo tiene el derecho a una segunda oportunidad para poder enmendar los errores, pero no siempre sucede, y tampoco los resultados son siempre los esperados. Buen ejemplo de ello es la doña, que ya debe andar por la ocasión tropecientos y aún sigue sin aparecer por ningún sitio un cambio apreciable.
Pero considero que también puede ayudar la edad y las circunstancias. Dicen que los años y la experiencia de la vida pueden ablandar a las personas y hacer que se vean las cosas con otra perspectiva, pero en el caso de Francisca difícilmente se puede detectar nada de ello. Si acaso lo que ha hecho es volverla más insensible si cabe. Y no me valen las supuestas muestras de afecto hacia Bosco, cuando no es capaz de sentir lo mismo por sus otros nietos, y si existe algo de corazón en esta pérfida mujer está tan escondido que es imposible verlo. Más bien lo que se traduce de su actitud y de lo que espera de su familia es que se sometan a su voluntad, actitud que por ahora Bosco cumple y, por descontado, Aurora y Martín es de lo que adolecen.
Pero me he ido por las ramas y de quien realmente quería hablar es de Matías. A su favor cuenta con sus pocos años y el afecto incondicional de Alfonso y Emilia, que se han erigido en unas figuras que dudo que el chico jamás haya conocido. Ya que parece bastante claro que en su corta vida no ha podido saber más que de palizas y necesidades, y en especial de nada parecido a una familia, ya que su propio padre y hermanos han sido incapaces de ofrecérselo. De ahí que el chico se muestre desconfiado y receloso con unas personas que están dispuestas a darle algo hasta ahora impensable para él, y todo ello a cambio de muy poco. Pero ahora tiene en sus manos la oportunidad de cambiar su futuro con esta segunda oportunidad que espero sepa aprovechar. Ya que, estoy segura, que con Emilia y Alfonso se le acabaron las penalidades, y además va a recibir el cariño de una familia. De toda la familia.
Por cierto. Yo no lo veo como una obra de caridad, porque iba a desmerecer la que considero verdadera naturaleza de la situación. Más bien pienso que se trata de algo mutuo, ya que mientras Matías recibe el cariño que le ha estado vetado hasta ahora, además de una seguridad para vivir sin estrecheces, la pareja van a poder vivir una situación que han deseado con afán: la de volver a ejercer de padres con todas las consecuencias. Que no quiere decir que no lo hagan con María, pero no hay que olvidar que ésta ya tiene a su propia familia. Y, por descontado, creo que ambos van a hacerlo con total dedicación y responsabilidad, aunque no dudo que es Alfonso quien va a disfrutar más con ello, dado que el chico ya está crecidito y puede hacer cosas con él que están vedadas para un bebé o un niño. 

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