Sé que aceptar a Amalia es lo mismo que hacerlo de los deseos de Francisca
y admito que no me gusta nada tener que darle la razón a ésta. Pero después de
ver la escena en el jardín con la chica y Bosco, todo ello inmerso en una
atmósfera muy cuidada, con unos personajes diáfanos que no parecen tener
secretos entre ellos y que trasmiten una complicidad de la que considero está carente
la relación de Bosco con Inés, pienso que la verdadera historia de amor puede
ser ésta que se está forjando lentamente, sin la prisa acuciante de la primera. Que
posiblemente venía motivada por la necesidad de recrear nuevas tramas, pero que
parece bastante claro que, en principio, no ha funcionado todo lo bien que cabía esperar.
También entiendo que el recurso que se emplea al enfrentar a una pobre
chica con otra de posibles (o lo que es lo mismo, de dos clases sociales bien diferenciadas),
es un intento para crear afinidades con la más desvalida. Es evidente que es
mucho más fácil empatizar con este último caso que con alguien que, ya de
entrada, tiene todos los ases en su poder. Pero he decidido no dejarme
influenciar por ello, porque en realidad ambas chicas son víctimas, ya que las
dos están siendo utilizadas y ahora mismo ninguna parece poder escapar a su
destino. Cierto que tampoco es lo mismo verse abocada a un régimen de semi-esclavitud
que a una vida regalada, y que lo segundo, a pesar de todo, puede hacer que la
privación del libre albedrío sea mucho más llevadero, pero ello no me hace
perder la perspectiva de la historia que se desarrolla. Porque ante todo y como
dije en otra ocasión, creo que toda persona tiene derecho a amar y ser amada,
independientemente de su condición.
Por supuesto no me olvido del tercero en la ecuación y de todas las
variables que pueden darse en este caso. Y la primera y no menospreciable, es
lo que también piensa Bosco y cuáles son sus sentimientos, que creo que ahora están inmersos en un lío. Dicen
que el amor verdadero es también confianza en el otro, pero no se puede culpar
al chico de que se sienta engañado cuando Inés no ha hecho nada para sacarle de su
error. Y además usando un sentido de la dignidad poco conveniente al momento,
se ha mostrado incluso ofendida porque éste no le ha demostrado una confianza
ciega, sin entender que al no ser recíproca no es algo que le pueda
pedir sólo a él.
De todas maneras, y a pesar de que Bosco se muestra en ocasiones abatido
y pesaroso por el que supone el fin de la relación con Inés, sigo sin creer en
este sentimiento que él llama amor, pero en el que yo veo unas connotaciones
más físicas que de otro cariz. Un verdadero amor no se puede basar sólo en
esto. Más cuando parece patente que cuando está con Amalia no le cuesta mucho
olvidar todo ello y disfrutar de su compañía.
Como dices en tu escrito. Yo dejo a parte a Francisca y opino como mera observadora..
ResponderEliminarMe gusta mucho la relación con Amalia, y para mi, que ya lo dejé claro en otra ocasión, la pareja es Bosco y Amalia. una muchacha usada para fines egoístas de un padre arruinado y bajo las garras de la Montenegro, pero que por designios del azahar y por la bondad de Bosco a Amalia le ha llegado al fondo de su corazón, y ambos se entregan sus corazones sin cortapisas.. Esta si que es una verdadera historia de amor.. como nos gusta a todas... despacio, aprendiendo, comprendiendo y enamorando.. la química, la dulzura, la candidez de ambos es patente en sus escenas... creo como dice Ana que fue una precipitación, un cambio que quizá por la premura de la marcha de Jordi provocó esta entrada nueva de una pareja sin ton ni son, sin valorar ( o tiempo para hacerlo) las consecuencias de esta atolondrada relación de Bosco e Inés...
Besines.
Solo espero que Jordi vuelva de Cuba para disfrutar de Maria y Esperanza y poder casar a su hermana (tienen derecho a ser felices...) aunque me temo que tengamos que poner muxas velitas a los santos
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