31 de octubre de 2014

Un Tenorio muy particular

Admito que las tramas secundarias de PV normalmente me suelen pasar bastante desapercibidas, pero no es este el caso de la representación “sui generis” de la obra “Juan Tenorio” (“San Juan de los Mirañares” en versión de Fe), y todo lo que rodea este tema. Y supongo que, aunque en realidad se trata de otra de las incontables ocurrencias disparatadas de los Mirañar, ello es debido que esta vez se introducen otros matices que lo hacen diferente.
Pongamos el caso de Fe.
¿Se puede tener más arte sin tener idea de ello? Claro que me refiero al personaje, porque no tengo ninguna duda del talento artístico de Marta. De hecho pienso que ella y los que escriben sus guiones consiguen algo que los Mirañar ya no hacen con sus reiteradas tonterías, pero que con esta doncella pizpireta sale casi sin proponérselo. Que situaciones que a priori parecen de relleno, logren hacer asomar una sonrisa, o directamente aseguren unas risas.
Porque ha sido un único ensayo, pero suficiente para hacerse una idea del poco futuro que se le puede augurar a la representación con semejantes actores, a menos que deseen hacer la versión cómica de la obra. Hipólito sobreactuando, y Fe haciéndose los diálogos a medida, dándole además su toque particular y sus razonamientos. Aunque el esfuerzo tampoco le ha servido de nada, porque la doña, con su recurrente manía de estropearlo todo, al final ha dejado la obra sin doña Inés.
Por cierto, no puedo dejar de comentar la ocurrencia de Fe, cuando ha mencionado que bien se puede celebrar el día de difuntos en La Casona con los que la han “espichado” allí, o su oportunidad al descorchar una botella en el salón de La Casona, interrumpiendo una ceremonia protocolaria.
Pero también están Mariana y Nicolás
Creo recordar haber leído en algún sitio que Alejandro viene del teatro clásico, por lo que me imagino que no le debe parecer tan raro vestir estos ropajes o recitar en verso. Pero ello no sería suficiente si además no fuera un buen actor. Así que no es de extrañar que la escena que ha hecho con Carlota de la parte quizás más conocida del Tenorio, les haya salido bordada y además preciosa. Claro que ambos actores tienen la principal responsabilidad de ello. Ella también es una actriz fantástica, que considero que está muy desaprovechada en la serie y que junto con Alejandro forman una pareja que no tiene nada que envidiar a ninguna otra, con una innegable química que traspasa la pantalla. Por lo que es una lástima que no les den más protagonismo (aunque supongo que algún día sabremos que pasa con la familia de Nicolàs).

30 de octubre de 2014

Sacándome una espina

Probablemente este escrito jamás llegue a quienes lo han provocado, pero siento la necesidad de sacarme esta espina. Y lo hago desde mi blog y no en otro sitio, porque no deseo enfangarme en querellas absurdas que no conducen a ningún lugar. Especialmente cuando hay un montón de cosas que si son importantes y que éstas si merecen ser defendidas.
Pero también hay otras que procuro evitar, porque lo único que me producen es rechazo. Una de ellas es la intolerancia, que a veces puede derivar en la creencia de que se posee la verdad absoluta. Por suerte el pensamiento único no existe en esta sociedad, y las personas disponen de libertad para tener sus propias convicciones, sus propias ideas y también sus propias simpatías o antipatías, y sin que ello las haga mejores o peores. Cierto que también la gente tiende a agruparse por afinidad o ideología y que esta unión fortalece a un grupo, aunque el resultado a veces sea excluyente y no favorezca la relación con otros grupos.
Consciente de ello, procuro evitar no dejarme arrastrar a esta manera de crear límites.
Por lo que no quiero, ni puedo, ceder mi libertad a pensar por mí misma, y mucho menos dejar que me la coarten en aras a una irracional prevención a desviarme de un sentir que, por otra parte, no siempre comparto. Tampoco creo que nadie me pueda acusar de tratar de imponer una idea, ni me creo capacitada para ni siquiera intentarlo. Igual que nadie me puede tachar de no aceptar una crítica, siempre que sea constructiva y razonada.  
Pero al igual que yo respeto aunque no me guste, si que lo que pido es lo mismo para mis opiniones. Que pueden ser compartidas o no, pero son esto, MÍAS, y al mismo tiempo creo tan válidas como pueden ser otras cualquiera. Ni más, ni menos. 
Y aunque en este escrito me refiero a las que se pueden leer en este blog, lo generalizo a todas. 

Un hombre para El Jaral

Destrozado su sueño de ser dueño de su propio negocio, arruinado, desengañado ante la fuerza de los poderosos, la injusticia y la imposibilidad de hacer nada para revertir la situación de su proyecto de Casa de Aguas, decepcionado y furioso por su impotencia ante ello, y ahora con la preocupación por Aurora y su deriva, creo que además convertir a Conrado, un hombre con una carrera universitaria, en un sucedáneo de capataz del Jaral, escondiendo esta particularidad bajo el rimbombante nombre de “dirigir la hacienda”, es cuando menos una salida muy poco digna para este personaje. Y por descontado no sugiero que el trabajo no lo sea, pero me da la impresión que los responsables de los guiones no se han estrujado mucho el cerebro para darle una trama en condiciones. De hecho no creo que esta nueva ocupación le vaya a suponer más minutos de cuota de pantalla, ni tramas con demasiada enjundia, especialmente si se establece la comparación con lo que últimamente estábamos viendo de Martín en esta misma tesitura. 
Quizás haya quien vea la oportunidad para que Conrado se instale en el Jaral como parte integrante del mismo, o incluso como “recambio” de Martín, pero ya se han encargado también de dejar claras varias cuestiones: que María sigue siendo la señora (él mismo la ha llamado patrona), que Conrado va a trabajar hasta que Martín vuelva (si es que lo hace algún día) y que esta ocupación no es a cambio de nada, sinó que va a ser remunerada como sucede con cualquier otro trabajador de la finca (aunque esto último no sea el motivo principal, y lo cierto es que Conrado también ha de vivir de algo y no esperar que otros le mantengan).
Otra cosa es su capacitación para hacer este trabajo. Como todo en la vida, no dudo que pueda aprender a hacerlo, incluso de manera rápida y efectiva, porqué además no hay que olvidar que la parte más dura la hacen los jornaleros, pero no sé hasta que punto un geólogo entiende de cultivos o de ganado como para responsabilizarse de este tema.
Lo dicho. No me gusta demasiado esta nueva faceta de Conrado, que no sólo va seguir estando a expensas del personaje de Aurora, sinó que ahora también del de María. Y no es que me desagrade que las mujeres tengan el mando, lo que no me gusta es que las tramas de Conrado no tengan más vidilla propia. 

Enamoramiento o amor

Puedo imaginarme el duro trago que ha de suponer para alguien en la situación de Inés, ver a quien en algún momento ha llegado a considerar como parte de su futuro, que hace planes para ello pero con otra persona. Y puedo imaginarme sus ganas de salir corriendo a refugiarse en el dolor, o de gritarlo.
Pero este conato de empatía con Inés, en mi caso se queda ahí. Por mucho que lo intento sigo sin ni siquiera acercarme a ver como posible que lo que le une a Bosco sea amor verdadero, como el que nos ha brindado o nos brindan otras parejas. Será por lo apresurado con que han intentado introducir esta relación, o por otros motivos. Pero el caso es que no consigo creérmelo.
Pero antes de seguir, quería comentar otra cosa que me ocurre al ver este par.
Tengo la sensación de que esta historia ya ha sido escrita anteriormente y que la vuelven a  repetir, aunque maquillándola con algunos cambios. Por alguna razón se me aparecen los personajes de Carlos Castro, Angustias, Tristán y Pepa, aunque con otras caras y otros ropajes, pero con argumentos muy semejantes. Incluidos los tics obsesivos, que creo recordar que en Angustias era algo referente al fuego y en Amalia parece que tiene que ver con los equinos. Y después de haber leído avances de lo que va a suceder en los próximos días o semanas, aun me reafirmo más en toda esta percepción.
Pero esta similitud se rompe inevitablemente cuando entran en juego los sentimientos. Nada que ver con el amor y la química de la pareja Tristán y Pepa, que si bien también tenía a su favor el concurso de dos magníficos actores como Àlex y Megan que consiguieron llevar la historia hasta cotas muy altas, considero que además se supo trabajar sin recurrir a las prisas, de manera lenta pero segura. Igual que sucedió con Martín y María, Conrado y Aurora e incluso con las otras parejas que  nos encontramos en la serie. (Aunque en algunos casos la lentitud, es o ha sido, no esto sinó lo siguiente)
Y he intentado entender por qué algo que en otras parejas ni siquiera he llegado a cuestionar, en la de Bosco e Inés no me es posible aceptar. Para ello he buscado otras opiniones, y en la red me he topado con el pensamiento de Erich Fromm, reflejado en su libro "El Arte de Amar", donde habla del amor y del enamoramiento, dos conceptos que para él contienen diferencias sustanciales, y que podrían explicar mi percepción sobre esta pareja.
Por descontado no pierdo la perspectiva de que se trata de una pareja de ficción, y que en este caso embarcarse en un análisis sobre el tema de los sentimientos es una tarea sin mucho sentido. Porque ante todo hay que contar con las razones de los guionistas para crear un personaje de una determinada manera, que me imagino que tienen que ver más con la búsqueda de audiencia que con otra cosa. Pero aun así no desisto de tratar de encontrar una respuesta.
Según el eminente psicólogo, el enamoramiento es el paso previo al amor y lo sustituye. Y según su definición de lo primero, ello cae de lleno en mi percepción sobre Inés y Bosco. Sentirse atraído hasta el punto de idealizar a la otra persona, estableciendo una conexión que produce placer hasta el punto de la felicidad o el atontamiento. Es en este punto es donde veo actualmente a la pareja.
Pero, siempre según Fromm, para llegar al amor verdadero hace falta algo más. Porque es una decisión consciente que requiere tiempo y llega con el conocimiento, en dejar de creer en el príncipe azul o la princesa encantada para ver la realidad de la otra persona en toda su complejidad y aceptarla tal como es, en dar y recibir, tener intereses mutuos y sueños compartidos. En definitiva conocerse y convivir, en la amplia acepción de la palabra (que no es lo mismo que vivir en la misma casa o tener relaciones esporádicas y a escondidas).
De ahí que para algunos sea fácil desenamorarse, porque cuando desaparece la magia el otro también pierde la perfección. Y así veo ahora la actitud actual de Bosco, que quizás pueda aún sentir algo, pero que creo que no ama a Inés tal como pretende. Diferente veo el caso de ésta, en la que quizás el sentimiento haya llegado más lejos y esté más cerca del amor que del enamoramiento.
Termino con dos frases lapidarias del mismo autor (la primera por cierto, desmonta muchas teorías):
“El amor no es ciego”
"Empezamos a amar no cuando encontramos una persona perfecta, sino cuando aprendemos a ver perfectamente una persona imperfecta."

29 de octubre de 2014

Ocultar la verdad, o mentir

No sabría decir dónde puede estar el límite entre ocultar la verdad o directamente mentir, pero sí que la línea es muy fina y considero que Aurora la está rompiendo.
Y no creo que una relación como la que pretende mantener con Conrado se pueda sostener si algo no cambia en su actitud, porque uno de los pilares básicos de ello es la confianza y la pone en entredicho al no compartir con él sus problemas, ni sus inquietudes. Aparte de que no es la primera vez que le oculta algo importante, creo que tensa demasiado la cuerda al esperar de él una comprensión infinita sin darle ni siquiera indicios de lo que la atormenta, y permitiendo que sufra por ella con una idea equivocada de la situación; además actúa poniéndolo por detrás del que considero un mal entendido sentido del deber, que hace que se sienta obligada a dejar que recaiga sobre sí misma el peso de un terrible secreto. Es verdad que ha hecho una promesa y faltar a ello puede ser censurable, al menos para su propia conciencia, pero en la balanza están las dos opciones: confiar en alguien al que quiere, o dejar que alguien que está bajo la órbita de Francisca la condicione. Pero parece que se inclina por esto último sin variar un ápice, a pesar de saber ahora que detrás del inversor de la casa de aguas está Francisca, con lo que queda claro que todos los movimientos que la doña ha hecho para entorpecer el proceso han sido puro teatro.
También es cierto que la tela de araña que están tejiendo alrededor de Aurora es muy compleja y que están atando todos los cabos con absoluta precisión, pero aún así cuesta creer que la chica haya llegado a tal grado de ingenuidad que sea incapaz siquiera de cuestionarse nada. Porque no se puede achacar todo a la droga que le suministran, ya que no creo que la haya obnubilado tanto como para no tener algún momento de cierta lucidez. Y si no es así, ello me lleva a preguntar ¿Cómo es que el efecto del estupefaciente parece que persiste? Si siguen suministrándosela, ¿cómo lo hacen? ¿Cómo es que no se acuerda de que alguien la atacó en el dispensario? 
Y yendo al tema que parece va a centrar los próximos días como es el descubrimiento del camafeo de Pepa en poder de Francisca, las preguntas también se me agolpan. Aurora conocía que Francisca había confesado su participación en la adulteración de la medicación de Pepa. ¿Acaso esto no vendría a ser lo mismo que un intento de asesinato? Es evidente que algo de este calibre no podía llevar otra intención que acabar con la vida de la partera. 
Claro que para Aurora ahora las cosas se acumulan y ello podría actuar de desencadenante de la rabia que ha dejado manifestar ante tanta maldad hacia su familia por parte de Francisca. Por descontado, con tal panorama creo que ni el más pintado se podría estar callado.
Otra cosa es que no sea más que otra vuelta de tuerca y que el camafeo no sea realmente más que una copia. Y la verdad, aparte de que es evidente el motivo del porqué han sacado este tema, tampoco tengo muchas esperanzas de que ello haga que salga a la luz que Francisca es la culpable directa de la muerte de Pepa y quizás de la desaparición de su cuerpo.       
Pero ahora tengo más cuestiones, aunque éstas en otro plano.
Parece que ser protagonista es sinónimo inalienable de verse abocado/a a pasarlo mal (exceptuando el caso concreto de la doña, a la que si algo le sucede es sólo a causa de envenenarse con su propia ponzoña). Y parece que también es sinónimo de ser maltratado por tramas que pueden llegar a desgastar al personaje (aunque con el tiempo esto pueda llegar a recomponerse de alguna manera). Ha sucedido con Tristán, con María, con Martín,… Y pienso que en este momento ya pasa con Conrado, que se ha convertido casi en un adosado sin mucho peso en las tramas, y ahora va camino de tocarle el turno a Aurora.
Porque parece que con este personaje tampoco hay término medio. O peca de excesos o de carencias. 

28 de octubre de 2014

Otro más sobre la Paca

Renuncio a pretender entender a la Paca, y mucho menos a hacer el menor intento para justificar su proceder, algo que a todas luces se me antoja imposible. En realidad creo, como comentaba alguien en un foro, que de existir alguien así en la vida real sería de lo más útil que se donara su cerebro a la ciencia. Está fuera de todo sentido racional que alguien pueda ser capaz de mostrarse tan retorcido hasta el punto de que, además de idear todo tipo de maldades, tenga la capacidad de anticiparse a cualquier acción de los demás para utilizar esto en su propio beneficio.
La complejidad de la mente de esta mujer es tanta, que incluso es imposible discernir donde existe para ella la línea entre el odio o rencor que la consume y cualquier otro tipo de sentimiento.
Un ejemplo, lo que siente por Raimundo. Esta relación amor-odio que no parece tener fin ha perdido ya todo el sentido, más cuando incluso intentó acabar con la vida de éste. El hecho es que cuando lo tiene lejos parece añorarle, y cuando lo tiene cerca lo desprecia abiertamente. Supongo que algo debe tener que ver con no admitir lo que siente, pero la culpa sólo es suya. Y entiendo que Raimundo haya decidido pasar de ella.
Otro tanto sucede con Mauricio. Cierto que cuando éste estuvo a punto de sucumbir al envenenamiento del agua, Bosco aún no había entrado en escena, y el capataz era de las pocas personas que la doña podía considerar absolutamente leales. Y lo vimos cuidarlo de manera dedicada y preocupada, incluso con algo parecido al cariño, pero ahora esto ha vuelto a cambiar, volviéndolo a tratar a patadas y sin ninguna consideración. Pero en este caso parece que el capataz ha decidido hacerse callo e ignorarlo. Además de poner distancia y empezar a pensar por su cuenta, eso sí, sin dejar de lado su lealtad.
De todas maneras creo que todo esto ya empieza a ser un tema agotado, ya que siempre es más de lo mismo. Maldades a mansalva, pero Francisca yéndose siempre de rositas. Y creo que ya sería hora de que esto cambiase, aunque fuese por la salud mental de l@s espectadores, cansad@s ya de tanto sufrimiento como es capaz de infligir esta perversa mujer.
Por cierto, mi intención al empezar este escrito era hablar de Mauricio y Fe, pero ha acabado teniendo un cariz bien diferente. Y además creo que ambos merecen un escrito para ellos solos. 

27 de octubre de 2014

Dos chicos, dos realidades

He estado dudando entre dedicar un espacio a hablar de Matías y su entrada en la familia Castañeda, o hacerlo de la relación de complicidad que parece que se está estableciendo entre Mauricio y Bosco.
Pero quizás sea posible hablar de las dos situaciones al mismo tiempo.
Porque si bien es cierto que las dos historias no tienen ninguna relación directa, si bastantes cosas comunes. Tanto como Matías como Bosco han pasado de tener una vida dura y llena de privaciones, a tener un techo y gente que los aprecia. Aunque no terminan aquí los paralelismos, porque hasta ahora ambos también desconocían casi totalmente lo que era sentir algo más que la sensación de ser objeto de unos desalmados que los utilizaban para sus fines, y ahora en cambio los dos viven una existencia tranquila y en la que se sienten queridos.

Pero hasta aquí los similitudes. Porque puesta la suerte en una balanza, es claro que ésta se decantaría por el lado de Matías, ya que si bien la pareja Alfonso y Emilia no es precisamente lo que se puede considerar acomodada económicamente, le pueden dar al chico, además de seguridad, cariño y calor de hogar, algo de lo que Francisca está privando a Bosco: una familia. Por lo que éste, a pesar de vivir entre algodones, acaba siendo igualmente herramienta en manos de la doña, que además le coarta la libertad de relacionarse con la gente que le rodea. Exceptuando claro está, ella misma y Bernarda, dos mujeres mayores que poco pueden alegrar la vida de un chico joven que justo está empezando a vivir, y Inés y Amalia, las dos mujeres que han irrumpido prematuramente en su vida. Así que el único contacto del chico con el mundo exterior se limita casi exclusivamente a Mauricio, de ahí que no sea sorprendente que, a pesar de ser un subordinado, el capataz se  esté convirtiendo en la única persona fuera de las paredes de La Casona con la que Bosco tiene alguna relación. Y además cada vez con mayor complicidad, aunque creo que en ello también influye la actitud de Mauricio que, de alguna manera, parece que ha decidido acoger al chico bajo su ala. También es cierto que trabajar codo con codo ayuda mucho a fortalecer los vínculos, y es probable que ambos hayan llegado a conocerse bien el uno al otro.
Dos cosas más al respecto de las notables diferencias que separan a los dos chicos.
Mientras que el cariño que Emilia y Alfonso ya están dando a Matías no tiene contraprestaciones más allá de esperar de él que vaya por la buena senda,  el supuesto afecto de la doña hacia Bosco si las tiene, ya que  utiliza al chico  para alimentar su propio egocentrismo al esperar de él que se convierta en alguien a su imagen y semejanza. Por lo que entiendo que un cariño con condiciones nunca puede ser verdadero.
La otra cosa es la propia vida de los chicos. No creo que nunca se haya comentado nada sobre la edad de Matías, pero no debe andar muy lejos de la de Bosco (aunque es difícil de decir comparando el aspecto físico de ambos, porque mientras uno aparenta más o menos la edad que se supone que tiene, en Bosco es difícil de tragar que tenga diecisiete-dieciocho años como los que se pretende hacer creer). Pero a lo que quería llegar es a que mientras Matías ahora lleva la vida de un chico de su edad, Bosco ya está inmerso en la vorágine de una persona mucho mayor: responsabilidades, un amor imposible, otra relación en ciernes (incluidos planes de compromiso),……Y ello sin poder gozar de la juventud que apenas ha empezando a vivir.
Y ya que hablo de Bosco, también voy a dar mi opinión al respecto del personaje.
Entiendo que por razones de la marcha de algún actor principal, los responsables de la serie se vieron ante la necesidad de introducir nuevas tramas que pudieran compensar de alguna manera este vacío. Pero pienso que con este personaje no han acertado mucho, porque desde su nacimiento hasta su devenir actual cuesta de resultar creíble. Aunque admito que empieza a gustarme.
No voy a entrar otra vez en el aspecto físico, ya que es algo subjetivo y con otros actores ha funcionado sin problemas,  pero si en la rápida evolución de este personaje, que ha pasado en menos de cuatro meses a hacer patente un cambio que en circunstancias normales y aun siendo un superdotado, pienso que necesitaría de más tiempo. Cierto que esto es una ficción y se pueden permitir licencias sobre cosas que en la vida real serían bastante más complicadas de creer. Pero Bosco era hasta hace poco un chico simple, sin estudios ni educación. Y ahora hasta su lenguaje es florido, sus pensamientos contienen un alto nivel de reflexión incluso filosófica, su manera de hacer es la de una persona que ha tenido una esmerada educación, … 
Sobre Matías. Espero que esta vez Emilia y Alfonso puedan hacer realidad su deseo de volver a sentirse padres. Aunque también es cierto que en esta ocasión, y después de haber sido escarmentados con anterioridad, la prevención puede más que otra cosa y, aún con dolor, creo que podrían soportar mucho mejor que el chico tuviera que irse. Aunque pienso que no será así, especialmente si llega a darse el caso de que Loreto se vaya de la serie (ya sé que estoy mezclando realidad y ficción. Me explico). Emilia y Alfonso han de tener alguien a quién aferrarse, además de a ellos mismos. Por cierto, hacen una preciosa pareja y sus momentos de romanticismo son preciosos y tiernos. Pero a lo que iba. A lo mejor ando muy errada, pero creo que Matías podría estar llamado a cubrir de alguna manera el hueco de María, aunque antes han de averiguar que hay de cierto en su identidad. Yo creo que no es hijo del quincallero, sinó más bien un niño robado destinado a ser obligado a llevar a cabo las fechorías que su supuesto padre se propone.

26 de octubre de 2014

La nueva María

Ahora que Jordi no está en PV, es casi inevitable volver la vista atrás hasta los momentos en que el pequeño Martín, convertido en todo un hombre, volvió a aparecer en la vida de los habitantes de este pueblo, en la de su familia.  Pero especialmente en la de una chica que atinó a cruzarse en su camino y se prendió en su corazón para siempre.
Dos años más tarde y después de mil vicisitudes, poco o nada queda de aquella chica pizpireta que dejaba asomar un punto de frivolidad, salvo el sentimiento profundo que empezó a forjarse aquel día en la plaza cuando ella y Martín cruzaron por primera vez sus miradas, y que es algo que ha crecido y se ha fortalecido con el tiempo.
La misma vida y los sufrimientos, además de la fuerza del amor, la han cambiado y la han convertido en toda una mujer, madura y comprometida. Ahora, a punto de llegar a la veintena, ya es esposa, madre y señora de una hacienda. Y es en este momento cuando está demostrando su verdadera talla, tomando sobre sus hombros y sin apenas vacilaciones, toda la responsabilidad que le corresponde en ausencia de su esposo y señor de la casa. E incluso la que tiene que asumir por la actual poca disposición de Aurora.
Por lo que creo que es de justicia romper una lanza por ella.
Aun actualmente, navegando por las páginas de Internet suele encontrarse con relativa frecuencia que se le aplica el calificativo de mema, e incluso para algunos/as esto ya ha pasado a convertirse en un hecho cotidiano; que, por supuesto, no está en mi ánimo censurar porque cada persona es libre de opinar como desee, pero he de decir que no comparto en absoluto. También es cierto que incluso los mismos seguidores de la pareja Martín y María en algún momento del pasado han (hemos) llegado a impacientarse por una actitud cuando menos apocada de este personaje, especialmente en los tiempos en que estaba cegada por el cariño hacia Francisca (a la que, por cierto ya no llama madrina, sino que ahora lo hace por su nombre). Pero creo que este apelativo con sus connotaciones negativas ha perdido su vigencia, porque, al menos en mi apreciación, María ha dejado de ser simple y mucho menos tonta. Por supuesto siempre es posible que la vuelvan a embaucar, como sucede con tantos otros personajes, entre ellos Aurora, pero creo que actualmente ya no es tan fácil. Y buen ejemplo de ello es la distancia cada vez más acusada que está poniendo con Francisca, que es evidente que ha quedado desenmascarada ante ella que ha visto quién es realmente esta mujer y de lo que es capaz.
Pero María está haciendo algo más. Es claro que quiere mucho a su prima y cuñada, y es entendible que esté preocupada por lo que le sucede a ésta. Por lo que de alguna manera también está asumiendo el papel que le correspondería a Martín, convirtiéndose en algo parecido a una hermana mayor y responsable del bienestar de Aurora. Sé que habrá quien dirá que esto no es necesario, que Aurora es lo suficiente madura para no necesitar que la cuiden, ni intenten protegerla, pero es inevitable que los que la quieren estén preocupados por la deriva de la chica y busquen por todos los medios ayudarla. Aunque ella no lo desee y crea que puede salir adelante por su cuenta.
Evidentemente no sé cuál es el futuro que le deparan los guionistas a María  y cómo se va desarrollar su historia lejos del gran amor de su vida. También es verdad que en los últimos tiempos, exceptuando quizás la etapa del modisto (que tampoco fue para tirar cohetes), el personaje de María ha ido perdiendo protagonismo para instalarse en una normalidad tan cotidiana y tan plana que casi es aburrida. Por supuesto también dejando aparte los momentos con Martín y su pequeña, que siempre han estado llenos de amor, ternura y complicidad, y que ahora se han perdido temporalmente, o quizás para siempre (palabra que, por cierto, no me gusta nada utilizar y evito emplear por lo definitiva que suena). Lo que si tengo claro es que, aunque con matices diferentes, se vuelve a repetir la historia de Tristán en su sobrina. Solo espero que esta vez los guionistas sepan resolverlo de manera más satisfactoria de lo que hicieron con éste y den a Martín y María el final que se merecen, sin hacer que la incertidumbre planee de manera indefinida sobre el destino de esta pareja. 

24 de octubre de 2014

La chica perfecta.

Supongo que después de haber caído tantas veces en la trampa de los guionistas cuando personajes que parecían una cosa después han acabado siendo otra, una acaba recelando de todo, y se hace casi obligado poner reparos en empatizar con alguno o alguna que después puede acabar saliendo rana.
Pero admito que cada vez me gusta más el personaje de Amalia.
A simple vista es perfecta. Dulce, inteligente, amable, educada, curiosa,…..además de bonita y con clase. Sin olvidar que ha dejado claro a Bosco desde el primer momento que su acercamiento a él estaba orquestado por su padre y Francisca, lo que es un punto más a su favor, porque incluye la sinceridad. Así que es difícil encontrarle ahora mismo un pero, aunque sabiendo de los antecedentes que gastan los guionistas es bastante probable que tarde o temprano esto vaya a aparecer. 
Aún así no veo porque no podría existir un personaje así. No me gustan los roles preestablecidos, ni los tópicos. Por lo que me parece que, ya de entrada, dar por hecho que ser de clase alta es incompatible con ser bueno, me parece muy injusto.
Es cierto que entre los ejemplos que se han visto en la serie ganan por goleada los malos, pero también los hay del otro tipo. Soledad y María, sin ir más lejos.
Pero realmente lo que me gusta más de ella es la manera como están llevando su relación con Bosco. No creo que necesariamente el romanticismo haya de imperar para llegar al amor. Sin embargo sí que es un componente importante, y las escenas de esta pareja considero que ahora mismo tienen ese aire de los romances que se van forjando a fuego lento y que pueden llegar a consolidarse. Otra cosa es que además ahora se estén planteando dos cuestiones: o que Bosco es muy voluble en sus quereres o que con Inés lo traicionó su cuerpo. Porque es claro que con Amalia no es lo mismo, y está descubriendo otro mundo y otra manera de vivirlo, en el que además se siente a gusto. No se trata de mariposas en el estómago, ni de pasión o instintos físicos, sinó más bien de algo mucho más reposado y trascendente como disfrutar y compartir la vida con alguien que es capaz de aportarle paz. Y además sentir su alegría, sus ganas de vivir y de descubrir cosas, además de que la chica aparentemente atesora grandes dosis de generosidad y bondad. Por descontado no quiero ni siquiera insinuar que Inés no tenga muchas de estas cualidades, pero lo cierto es que en este momento lo último que puede aportar a una relación es sosiego y mucho menos estabilidad. 
Aunque también puede que me esté equivocando y todo esto de Amalia no sea más que una fachada. Pero en este caso no era necesario que se sincerase de buenas a primeras con Bosco, porque podía haber seguido representando el papel que se esperaba de ella sin ningún problema. Lo que sí creo que esconde es una frágil salud y además algo relacionado con el temor a los caballos.
Por lo que se refiere al tema de congraciarse con Inés y además dejarle saber a Bosco que le ha hecho un regalo a ésta, no he podido evitar que me asaltara la duda de si realmente ha sido sincera o albergaba otras intenciones. Pero aun arriesgándome a darme con un canto en los dientes, creo que realmente ha hecho lo que le ha dictado el corazón, después de ver como Bosco trataba a la chica. Y, por cierto, he leído que efectivamente no era nada raro que, en algunas casas, los sirvientes fueran tratados como de la familia. No por descontado como los trata la doña, que actúa como lo hacían los señores feudales. 

Cayendo en la trampa

¿Cómo es que de pronto Aurora se ha vuelto tan vulnerable y crédula, incapaz de recelar de todo lo que huela a La Casona y Francisca? O quizás es que es tan trasparente que a las dos arpías de aquella casa no les ha hecho falta pensar mucho como para saber por dónde cogerla desprevenida.
Pero voy a responder a mi pregunta con mis propias teorías. La chica tiene tan interiorizada una responsabilidad que ha asumido por propia voluntad, además de su natural generoso, que es incapaz de dejar de lado a una persona de la que piensa que está desvalida y necesita ayuda. Aunque evidentemente Aurora no está preparada para un tema que entraría más bien en el terreno de la psiquiatría, supongo que piensa que puede reconfortarla dándole su apoyo.
Sin saber que está cayendo lentamente en una trampa urdida con un propósito que me parece cuando menos desquiciado, por no decir algo más grueso.
Realmente es algo difícil de conjeturar por qué ahora a la doña le han entrado las prisas por deshacerse de Martín y Aurora. Parece que su sentido de posesión de la persona de Bosco se ha agudizado tanto, que ahora su principal preocupación y temor es que lo aparten de su lado. Y ello la lleva a anticiparse a que suceda algo o que alguien descubra la verdadera identidad del chico, con el consiguiente peligro de que si sucede, éste tome partido. Y no sea por ella. Así que mientras Bosco desconozca sus orígenes podrá tenerlo a su merced, cosa que no es posible con sus otros dos nietos. Y ahora, con Martín lejos y Aurora cada vez más fuera de sus cabales, el camino queda casi despejado. 
Pero esta vez no se puede culpar del todo a Aurora por su situación. Si acaso por seguir los dictados de su conciencia antes que los de la razón. O por ignorar los consejos de los que bien la quieren y la están previniendo, entre ellos Conrado. Pero aunque me impaciente esta situación de impunidad de la doña con el envenenamiento de su nieta, admito que no es fácil que alguien establezca una relación entre el acercamiento de Bernarda a Aurora y los crecientes despistes y alucinaciones que sufre ésta última, además de un notable cambio de carácter que la ha vuelto hostil y brusca con todo el mundo.
Y esto parece que va a ir a peor. Así que la historia de amor de Conrado y Aurora parece que va a volver a entrar en un largo impase (para variar).
Por cierto. Considero que Aurora le tiene que estar muy agradecida a la vida por haber puesto en su camino a un hombre tan comprensivo y cabal como Conrado. En este caso sí que la máxima de que el amor todo lo puede cobra su máxima expresión, porque ni un reproche ha salido de la boca de éste, sinó más bien que para él la justificación es bien patente: el estrés, una palabra que supongo aún no se conocía en aquel tiempo. Aunque lo cierto es que es difícil entender porque ahora Aurora se ha de sentir agobiada por sus responsabilidades, cuando ha pasado por cosas mucho peores y ha podido soportarlo. 

23 de octubre de 2014

¡¡Fins aviat Jordi !!

Negación: Según la definición del diccionario, es un mecanismo de defensa para evitar enfrentarse al aspecto doloroso de la realidad
Con algunos ligeros cambios, hace un tiempo empezaba un comentario con estas mismas palabras, pero en aquel caso la despedida era definitiva. Se iba Àlex y con él toda una historia. Pero quedaba Martín.
Ahora toca despedir a éste.
Pero aunque no quiero magnificar este tema hasta llegar al extremo de no hacer distinción entre realidad y ficción, me resulta arduo escribir una despedida. Que quizás sea temporal o definitiva, pero al fin y al cabo tiene todo el aspecto de fin de ciclo. Aunque se trata solo de la marcha de un personaje que puede que desaparezca, pero no así su recuerdo y su esencia. Y el actor permanece, y es a él a quién hay que reconocerle el mérito de que Martín haya podido llegar tan lejos y tener tanta vida. Porque no siempre es posible lograrlo, y si detrás de éste no hubiera existido alguien que ha sabido hacer llegar al espectador toda una gama de sentimientos de manera totalmente creíble (alegría, dolor, emotividad, complicidad, química, furia, ternura, ….y amor por encima de todo) es posible que este personaje nunca hubiera alcanzado la popularidad y el cariño que ha conseguido. Al igual que el mismo actor.
Además seguro que, aún en otros registros, volveremos a encontrarnos con Jordi, que no dudo que tiene un brillante futuro por delante.    
Por ello no puedo ilustrar este comentario con otra imagen que no sea la del que consiguió enamorarme.
¡Molta sort Jordi en tots els projectes en els que t’involucris!.
I moltes gràcies per haver-nos permès fruir (i patir) amb tú durant tot aquest temps.
¡¡Fins aviat ¡!  

Un pueblo de extremos

Quizás en la vida real también suceda, pero no sé si con tanta intensidad y en tan poco espacio físico. El caso es que PV parece un pueblo de extremos.
Aunque entiendo que es un recurso de los guiones y que es necesario para dar vida a la serie. De ser todo plácido no tendría razón de ser y carecería totalmente de interés que, por cierto, a estas alturas ya me cuesta de encontrar. Algo que ahora mismo sucede en mayor medida, después de que uno de los pilares de la serie desaparezca con la marcha de Martín, y que acaba también con una de las tramas que han aguantado el serial en los últimos dos años. Ya nada volverá a ser lo mismo sin la historia de Martín y María con su pequeña Esperanza. Porque aunque se diera el caso hipotético de que Jordi volviera, cosa que cada vez se antoja más improbable cuando ya se habla también de la marcha de Loreto, las cosas ya no tendrían el mismo color.
Es cierto que la serie ya ha vivido anteriormente momentos parecidos, primero con la marcha de Megan y después la de Àlex, que ya supusieron un duro revés para los fans que aún sienten, de alguna manera, que se perdió algo muy bonito e irrepetible. Y no voy a negar que yo misma me incluya entre ellos, especialmente por lo que se refiere al personaje de Tristán. También es cierto que la llegada de Martín y su historia con María dieron nuevos bríos a la serie y consiguieron, de alguna manera, que se pasara página. Pero también esto parece que tiene fecha de caducidad, por lo que cada despedida se antoja más cuesta arriba, especialmente para l@s que ven la serie desde sus comienzos (en mi caso desde la llegada de Martín) y que, de alguna manera, los personajes y vivencias ya hayan pasado a formar parte de la cotidianeidad, haciéndose familiares y cercanos. Por lo que una nueva pérdida puede contribuir a que cada vez con mayor intensidad crezca el desánimo y el desinterés.
Por supuesto no pierdo de vista que esta situación ha sido inevitable, debido a decisiones totalmente respetables y entendibles de los actores. A pesar de que ello es en cierto modo doloroso para l@s espectadores que hemos seguido sus andanzas en la serie y, como decía antes, los hemos convertido en algo que trasciende la ficción, nadie puede reprocharles, en ningún caso, que escojan nuevos caminos para crecer en su profesión, como también que a pesar de la seguridad de un trabajo, no deseen encasillarse en un personaje concreto. Más cuando este personaje ha perdido parte de su protagonismo inicial, que no de su esencia.
Pero como he dicho, en mi caso actualmente ya me es muy difícil decidir donde centrar la atención.
Con la pareja Aurora y Conrado más enfocados en resolver los problemas que les acucian que en darse un respiro, aunque sea momentáneo, para vivir su amor. Con Bosco debatiéndose entre dos mujeres y hecho un lío, además de acabar convertido en caballero andante, guardaespaldas y enfermero por un lado, mientras que por el otro pugna por poner distancia entre sus sentimientos y lo que considera una traición.
Y siempre con la sombra de la doña cerniéndose por encima de todo y todos.
Igualmente sucede con el resto de personajes. Emilia llegando casi al límite de desquiciamiento por el tema de su padre, Dolores que, salvando las distancias, casi es tan odiosa como la doña por su poca caridad con sus vecinos (y me refiero a su larga lengua chismosa, que pone en la picota a la gente sin reparar en el daño que hace), Bernarda otra malvada bruja que sólo busca su interés, Mauricio que anda dando bandazos entre la fidelidad y su conciencia, y que además parece haber olvidado su interés por Fe, ésta que parece que últimamente solo tiene la misión de convertirse en el hombro donde Inés se apoya, pero que no se da cuenta que ello le está arrebatando toda la vitalidad, ….. Y ya no digo de Candela y Rosario, cuyo papel es casi como el de un florero. Cierto que también están las parejas de Nicolás y Mariana, Alfonso y Emilia, y Quintina e Hipólito, que dan un cierto toque romántico a la serie, pero no creo que ello sea suficiente para mantener a la gente pegada al televisor. 
Y por descontado, no me olvido de María y entiendo cómo se puede sentir una persona en su situación, más después de todos los agoreros que la han machacado, aunque sea involuntariamente como su familia, o con la mala baba utilizada por la doña, por lo que es fácil ponerse en su lugar. 
Por cierto, cuesta imaginarse que tipo de vidilla puede tener una casa como El Jaral con dos mujeres viudas, otra con el marido ausente, una chica que está y no está, y una bebé. Y todas ellas, exceptuando a Aurora, sin apenas trama propia. Que tampoco quiere decir que con un hombre en la casa las cosas iban a cambiar mucho, como de hecho ya se ha visto últimamente.  

22 de octubre de 2014

Su juego favorito

Hay cosas que cambian y otras permanecen.
Pero ello no priva para que haga una petición a los guionistas de PV ¿no podrían encontrarle a Francisca algo mejor para entretenerse que lo que parece su juego favorito: malmeter contra todo el mundo, con una especial inquina contra sus propios nietos? Es realmente para coger el mando de la televisión y emigrar a otros lares, o mejor dedicar este tiempo a cosas más provechosas.
Esto es cansado, reiterativo y, por encima de todo, repulsivo.
Es evidente que el personaje de Francisca ocupa un lugar importante en la serie y que hay que darle recorrido, pero estaría bien que cambiaran el tercio y le dieran algo más que no fuera lo de siempre. Y la verdad es que a estas alturas, sus escenas solo consiguen que me produzca, aparte de un completo hastío, ahondar más mi desprecio hacia este personaje infame.
Ahora mismo no entiendo a qué viene su interés en arremeter contra Aurora. No le veo el sentido, más cuando no ha sucedido nada que justifique esta acción, sólo el rencor irracional que la inunda. Y escribo esto sin albergar la más mínima duda de que detrás de los manejos de Bernarda existe esta malvada mujer que envenena todo lo que toca a su paso.
Pero aún más que lo anterior, para lo que no consigo encontrar respuesta es a su aparente oferta de conciliación a María. Es que no tiene ninguna explicación más allá de un burdo intento de volver a salirse con la suya, recuperando a quien considera que nunca ha dejado de ser de su propiedad. Nada que ver con ningún un sentimiento tierno. O quizás su intención sea más siniestra, e incluye el hacerle pagar de alguna manera a María lo que para ella ha sido una traición. Creo que de esta mujer se puede esperar todo, y por descontado nada bueno.
Solo deseo que lleguen pronto los nuevos y se le empiecen a torcer las cosas.

21 de octubre de 2014

¡Hasta pronto Martín!

He optado por hacer dos comentarios diferenciados, porque hay algunas cosas de la trama despedida que quería separar de lo que es la ficción y trasladarlo al mundo real.
Evidentemente no es lo mismo un viaje a Cuba en la actualidad que hace un siglo. Como tampoco lo son los medios, ni la seguridad. Por ello puedo entender la desazón, los temores y las dudas que en aquel tiempo podían embargar a alguien que se proponía algo de esta magnitud y, por supuesto, las que tenían los familiares y amigos que veían partir a alguien hacia un destino incierto.
De todas maneras creo que se ha magnificado un poco todo, además de multiplicarse exponencialmente los cenizos y agoreros (empezando por el mismo Martín y su carta), con el que considero aparente ánimo de crear un estado de opinión, para que si se produce el hecho impensable de que suceda algo malo los espectadores ya puedan estar preparados. Aunque lo que sí es claro es que algo va a pasar que va a impedir el retorno de Martín, al menos de manera inmediata.
Supongo que, aparte de todos los interesados, nadie más debe conocer el rumbo que va a tomar la serie después de la marcha de Jordi, y si éste va a volver o no. Por descontado me alegraría que esto último sucediera, porque la serie no va ser lo mismo sin la historia de Martín con María y Esperanza, pero entiendo que todo en la vida es efímero y en una serie aún más. Y que además la máxima de “renovarse o morir” también ha de servir en este caso, por lo que es absolutamente lícito intentar dar vidilla a unas tramas que ahora mismo no están precisamente para tirar cohetes. O que suceda, en el peor de los casos, que no se acierte con ello y la serie languidezca totalmente hasta su fin.
Pero, aún sintiendo su marcha, puedo comprender las razones de Jordi para embarcarse en otros retos, buscando nuevos horizontes para su carrera profesional. Por lo que es del todo comprensible que no desaproveche la oportunidad que se le ha brindado de participar en algo diferente, que además va a tener mucha más repercusión al emitirse en “prime time”. Otra cosa es que esta nueva serie dé los resultados que se esperan (algo que, por supuesto, es mi más ferviente deseo, básicamente por él). 
Aunque también es posible que para su marcha (temporal o definitiva) de la serie puedan haberse dado otros factores que, aunque me atrevo a conjeturar, no tienen una base sólida más allá de la visión del papel que le estaba destinado actualmente y que le había hecho perder casi todo el protagonismo. No sé si puede haber influido o no, pero entendería que ello hubiera ayudado en su decisión de cambiar de aires.
Volviendo al tema del viaje y su dimensión en el ánimo de la familia y amigos de Martín.
Naturalmente hacía falta una excusa para explicar la ausencia de este personaje. Por cierto, ya es un gran paso que no hayan optado por liquidarlo inmediatamente, y además esto da algo de esperanza ya que este recurso puede ser válido para darle tiempo a Jordi de grabar en el proyecto en el que está inmerso y para que después, si lo desea, tenga la posibilidad de volver. Pero como he dicho antes creo que han exagerado un poco la repercusión de una aventura de estas características, aunque fuera en 1921. Porque aunque aparentemente no se prevé como un adiós definitivo, pues en la trama se plantea como un viaje para resolver un asunto y volver, pero con tanta despedida formal y pensamientos funestos no lo parece. 
Otra cosa es la justificación planteada, que aunque pueda ser razonable hasta cierto punto por el tema de limpiar el honor de Tristán, plantea también el hecho de todo lo que deja atrás Martín, como la dejación de un montón de responsabilidades.
Creo que no han estado muy acertados en escoger el tema. Considero que habría tenido que ser algo de más enjundia para que se entendiera que pusiera por delante el viaje a estar con la mujer con la que después de tantos avatares ha conseguido formar una familia. Y, por descontado, con su hija. 

Una larga despedida

Reconozco que me he pasado más rato intentando encontrar detrás de cada palabra, cada gesto, cada afirmación o negación, una respuesta a la pregunta ¿es un adiós definitivo o un hasta pronto?, que el que he empleado viendo realmente las escenas. 
Pero me he quedado sin respuesta.
Ya es una realidad. Martín se ha marchado sin fecha de retorno (si es que ello va a suceder algún día), y con él una parte de la esencia de la serie. Dejando además un montón de temas inconclusos y muchas preguntas en el aire, incluido el tema de Pilar. No se ha reencontrado con su abuelo, desconoce que Bosco es su hermano, Aurora está siendo drogada con el fin evidente de librarse de ella,…. Deja una hacienda en manos de no se sabe quién, una Casa de Aguas en la que ha empeñado esfuerzos y con una propuesta económica sobre la mesa,….
Pero especialmente deja atrás una esposa y una hija, dos trozos de su corazón que se quedan en PV. 
"¡Prométeme que volverás!"
"¡Por supuesto que volveré!"

"Cuando anochezca contemplaré las estrellas.
Tu haz lo mismo allá donde estés y tus ojos se encontraran con los míos en el firmamento. 
Y nuestras almas se juntarán por un instante".

Ha sido una larga despedida, con momentos tiernos y palabras preciosas, pero con el regusto amargo de la duda que aletea por encima. Poniendo la esperanza en las palabras, aunque flotando en el aire algo muy diferente. 
Pero creo que Mar lo decía en un comentario. De alguna manera la despedida ya empezó el día en que Martín y María se casaron, cuando su larga lucha por estar juntos llegó a su fin. Sin embargo creo que esto no tendría que ser el final, sinó el comienzo de algo más. Después de dos largos años, esta historia no puede terminar con algo incierto, ni de la manera abrupta como la que nos tienen habituad@s. Y, por supuesto, no pueden dejar con la duda indefinidamente como han hecho con otros temas. 

20 de octubre de 2014

Aceptar a Amalia

Sé que aceptar a Amalia es lo mismo que hacerlo de los deseos de Francisca y admito que no me gusta nada tener que darle la razón a ésta. Pero después de ver la escena en el jardín con la chica y Bosco, todo ello inmerso en una atmósfera muy cuidada, con unos personajes diáfanos que no parecen tener secretos entre ellos y que trasmiten una complicidad de la que considero está carente la relación de Bosco con Inés, pienso que la verdadera historia de amor puede ser ésta que se está forjando lentamente, sin la prisa acuciante de la primera. Que posiblemente venía motivada por la necesidad de recrear nuevas tramas, pero que parece bastante claro que, en principio, no ha funcionado todo lo bien que cabía esperar.
También entiendo que el recurso que se emplea al enfrentar a una pobre chica con otra de posibles (o lo que es lo mismo, de dos clases sociales bien diferenciadas), es un intento para crear afinidades con la más desvalida. Es evidente que es mucho más fácil empatizar con este último caso que con alguien que, ya de entrada, tiene todos los ases en su poder. Pero he decidido no dejarme influenciar por ello, porque en realidad ambas chicas son víctimas, ya que las dos están siendo utilizadas y ahora mismo ninguna parece poder escapar a su destino. Cierto que tampoco es lo mismo verse abocada a un régimen de semi-esclavitud que a una vida regalada, y que lo segundo, a pesar de todo, puede hacer que la privación del libre albedrío sea mucho más llevadero, pero ello no me hace perder la perspectiva de la historia que se desarrolla. Porque ante todo y como dije en otra ocasión, creo que toda persona tiene derecho a amar y ser amada, independientemente de su condición.
Por supuesto no me olvido del tercero en la ecuación y de todas las variables que pueden darse en este caso. Y la primera y no menospreciable, es lo que también piensa Bosco y cuáles son sus sentimientos, que creo que ahora están inmersos en un lío. Dicen que el amor verdadero es también confianza en el otro, pero no se puede culpar al chico de que se sienta engañado cuando Inés no ha hecho nada para sacarle de su error. Y además usando un sentido de la dignidad poco conveniente al momento, se ha mostrado incluso ofendida porque éste no le ha demostrado una confianza ciega, sin entender que al no ser recíproca no es algo que le pueda pedir sólo a él.  
De todas maneras, y a pesar de que Bosco se muestra en ocasiones abatido y pesaroso por el que supone el fin de la relación con Inés, sigo sin creer en este sentimiento que él llama amor, pero en el que yo veo unas connotaciones más físicas que de otro cariz. Un verdadero amor no se puede basar sólo en esto. Más cuando parece patente que cuando está con Amalia no le cuesta mucho olvidar todo ello y disfrutar de su compañía.

19 de octubre de 2014

El padre perfecto

Creo que he visto más de un centenar de veces la escena de la confesión a Tristán por parte de Martín de su verdadera identidad. Y casi se puede decir otro tanto de multitud de escenas con una gran carga emotiva que nos brindaron padre e hijo. Momentos intensos que junto con la historia de amor de Martín y María, considero que es de lo mejor que se ha visto después del salto temporal. Y ello con dos actores de excepción que consiguieron hacer tan veraz una situación que creo que nadie ni siquiera llegó a cuestionarse el hecho de que, mientras en la vida real apenas se llevan tres años de diferencia, en la serie eran perfectamente creíbles como padre e hijo. Dos hombres que en un papel donde se rompían estereotipos de la época y de género, además con la ayuda de unos guiones a la altura, consiguieron llegar al corazón de los espectadores a través de una relación que iba más allá de los simples lazos de familia, hasta convertir a sus personajes en cómplices, amigos y ante todo un padre y un hijo unidos por un enorme cariño, que no dudaban en dejar patente con palabras y gestos.
Por supuesto, en la serie hay otros casos de amor paterno que merecen también una mención. No me olvido del cariño que el mismo Tristán sentía por Aurora. Y además están los ejemplos de este sentimiento por sus respectivos hijos en Alfonso, Raimundo e incluso Pedro.
Pero como he empezado con Martín, voy a seguir con éste, aunque centrándome en el momento actual de la serie. Creo que decir que últimamente sus mejores escenas son en su papel de padre tierno y afectuoso, no es algo que nadie me vaya a corregir. Realmente son momentos que me cuesta transcribir en palabras. Además pienso que Jordi no necesita esforzarse nada por hacerlos creíbles, ya que realmente su maña con la pequeña, sus carantoñas, mimos y gestos le hacen parecer realmente el padre de ésta.
Así que la marcha de Martín va a significar una pérdida más allá de dejar de verlo, porque también se van a perder estos preciosos momentos. Primero nos tuvimos que despedir del padre, con la pérdida de Tristán. Y ahora va ser el hijo el que va a privarnos de ello, al menos de manera momentánea (o quizás también definitiva, cosa que espero que no suceda).
De todas maneras, y al margen de que todo lo que he escrito es lo que siento, creo que es obligado hacer algunas consideraciones, aunque en el plano de la vida real.
Pienso que quizás no sea muy justa circunscribiendo mi comentario al género masculino. Se ha dicho que a veces somos las mismas mujeres las que nos ponemos palos en las ruedas en el avance de nuestros derechos y en el plano de lograr la igualdad de género, y soy consciente que con las consideraciones anteriores puedo incurrir en este error ya que de alguna manera estoy obviando a María, y con ella a todas las madres, por algo parecido a la idea preconcebida y extendida de que a éstas ya se les suponen de entrada esta clase de sentimientos hacia sus hijos. Y es cierto que el vínculo que une a madres e hijos es especial y fuerte (exceptuando algún caso de madre desnaturalizada, cuyo mejor ejemplo es el personaje de Francisca) pero también lo es que los padres pueden tener esta misma clase de vínculo con sus hijos.
Sin embargo también admito que a veces la percepción puede llegar a ser diferente (y tampoco pretendo generalizar, es sólo mi opinión). Que una mujer lleve en brazos o cuide a su hijo o hija no deja de verse como lo más natural del mundo, pero en cambio que un hombre deje asomar sus habilidades paternales, y además lo haga con dedicación y de manera tierna, sin temor a caer en el ridículo, puede llegar a ser percibido como algo trascendente. Además al mostrar su capacidad para cumplir con nota su responsabilidad como progenitor, ofrece la imagen (y los hechos) de padre perfecto, cuando en realidad no tendría que tener nada de particular que un padre se ocupe de sus hijos. Pero si además el hombre es joven y atractivo, y encima se muestra atento y enamorado de la madre de su retoño, esto ya puede llegar al summum.
Es decir, más o menos como sucede con Martín.

17 de octubre de 2014

Unos lazos inexistentes

He de admitir que se me ha helado la sangre al oír a Francisca lanzar sus dardos envenenados a Martín. Pero no es por lo que ha dicho, sinó por como lo ha dicho. La frialdad y crueldad de sus palabras, su indisimulado rencor hacia su propio nieto,…. Unido a la casi total certeza de que lo que ha escupido su boca es lo que piensa y desea, y pocas dudas me han quedado al respecto después de oírle decir semejante barbaridad. 
No es nada nuevo que aproveche la ocasión para sacar a relucir su mente emponzoñada, a la manera de las más abyectas brujas (que no es más ni menos lo que es), pero creo que hoy además ha conseguido que la gota colmara el vaso de mi paciencia con ella, si es que quedaba aún algo.
Y para completarlo, solo faltaba que lo rematara con una versión llena de falsedades como la que ha explicado a Bosco, poniéndole además cara de cordero degollado. Realmente vomitivo!!
Como decía alguien, si Francisca algún día se muerde la lengua por accidente seguro que se acaba envenenando. Pero si no llega este momento, espero que al menos se cumpla el refrán de que “a todo cerdo le llega su S. Martín”.
Tampoco me ha servido la pretendida lección de Mauricio a Bosco sobre la eterna cuestión de la dualidad amor-odio en algunas personas. Quizás pueda utilizarse en el caso de Raimundo, ya que éste y Francisca se han hecho mucho daño y hay muchas heridas abiertas, pero un amor que a pesar de todo no se ha extinguido. Sin embargo no veo que esta cuestión se pueda aplicar a esta abuela-nieto en concreto porque, ya de entrada, tampoco creo que exista ningún motivo de peso para el odio y rencor de la doña hacia un chico al que como mucho puede tacharle de haber sido el que ha arrancado a María de su lado y al que, por descontado, no puede culpar de ser hijo de quien es, ni trasladarle rencores irracionales que tienen como objetivo una persona que ya hace mucho tiempo dejó de existir. Nada de ello justifica ni de lejos su actitud. Y mucho menos cuando Martín formó parte de su vida y al que vio crecer a su lado durante siete años, hasta que éste fue secuestrado por una mente enferma que lo hizo desaparecer.
Después de todas estas consideraciones, llego al punto donde discrepo (de manera excepcional) con Margonz y su conjetura de que Francisca en el fondo (pero que muy en el fondo) aún sienta algo por su nieto. Por mucho que lo intento no consigo ver nada que todavía una a Francisca con Martín. De hecho no creo que ésta sienta nada por nadie, excepto cuando ello esconde intenciones que en ningún caso tienen que ver con el corazón y si con el interés.
Solo algo más, pero ahora en el terreno de la realidad y centrándome más en ambos actores. Cierto que Maria Bouzas brilla con luz propia en su papel de malvada, pero considero que en sus escenas con Jordi existe un atractivo especial, porque es entonces cuando en un duelo de voluntades éste suele sacar a relucir una vena muy interesante de su manera de hacer profesional. Uno de los mejores Jordi es cuando interactúan y sale su lado más explosivo. Es algo que seguro también se va a echar en falta.

Un extraño proceder

Hasta ahora no me lo había cuestionado, pero finalmente he caído en la cuenta de la extraña manera de proceder de Aurora en estos días, sus pocas ganas de hablar con nadie y su modo brusco de despachar a la gente. No creo que puedan ser las preocupaciones porque, salvo el dispensario, lo demás no es de su entera responsabilidad. Aunque tampoco esté al margen de ello.
Y no sé hasta qué punto la culpa de ello la tiene Bernarda. Entiendo que le preocupe la posibilidad de que la mujer vuelva a infringirse heridas a sí misma, y es evidente que ha asumido como su responsabilidad el impedirlo. Pero esto no lo veo suficiente motivo para llevarle la desazón que acusa, y menos que ello le haga olvidar que tiene un novio y una familia, poniendo como prioridad a Bernarda a todos ellos.
La verdad es que no entiendo que pretenden con esta trama.
Bueno, quizás pueda entenderlo si le doy la vuelta a un escrito que hice anteriormente y en el que creo opiné sobre Bernarda cayendo en un error de pardilla. Ahora mismo he variado totalmente de parecer, y empiezo a pensar que los manejos de la mujer más bien tienen que ver con un intento de deshacerse de Aurora, lo que me lleva también a pensar en la connivencia con Francisca en este tema. Aunque otra cosa son unos motivos que no consigo imaginarme, aparte del odio irracional que la doña muestra hacia Aurora y Martín.
Y todo ello me lleva a hacer otras consideraciones sobre Aurora, aunque en otro sentido.
¿Cuánto hace que no existe una verdadera escena de romanticismo entre ésta y Conrado? El hombre últimamente parece destinado solo a moverse de aquí para allá con una carpeta debajo del brazo, reparando los entuertos provocados por la doña, y con una sola cosa en la cabeza. Por supuesto es importante el tema de la Casa de Aguas porque de ello depende su futuro y el de Aurora, pero tampoco estaría mal que a ambos les permitieran unos momentos para vivir su relación de pareja, en los que las preocupaciones mundanas dejaran paso a mayor intimidad. Ya que su historia de amor cada vez tiene menos espacio en los capítulos, y más bien parecen un par de personas con ocasional derecho a roce que no dos enamorados con planes de un futuro juntos.
También es cierto que las personalidades de Aurora y Conrado no tienen mucho de paralelismo con las otras parejas. Y puede que algo tenga que ver la diferencia de edad entre ambos. Su relación parece asentada en unas bases de mayor madurez, con poco margen para impetuosidades que podrían darse por la poca experiencia de Aurora y que Conrado contrasta con su mayor experiencia de la vida. Pero no creo que se tenga que llegar hasta el punto de convertirlos en un par de castos personajes, que no pueden ir más allá de unos besos y poco más.
En realidad pienso que los guionistas, por alguna razón inexplicable, están dejando languidecer también esta relación, al igual que la de María y Martín. Cierto que Aurora sigue teniendo protagonismo (no así Conrado) y supongo que aún va a tener más, después de haber visto en los avances que Bernarda le echa unas gotas en la bebida, que me imagino deben ser algún tipo de droga de efecto lento. Lo que me lleva también a pensar en algo que he leído que sucedió en la primera etapa y que es algo parecido a que Francisca drogó a Pepa para que se volviera loca. Por cierto, que alguien me corrija si no es así, ya que como he dicho otras veces no vi la primera parte de la serie.