15 de enero de 2015

Un alcalde de circunstancias

¿Hay algo peor que una terrateniente mezquina y despreciable? Bueno, en el sentido estricto del término quizás si exista algo peor, pero si a este caso particular le añadimos los calificativos de despiadada asesina y manipuladora, no queda tan lejos de un delincuente de los más peligrosos.
Lo siento, pero no quería volver a lo mismo de siempre, pero es algo que no puedo evitar porque últimamente la doña me revuelve la sangre, algo irracional teniendo en cuenta que sólo se trata de una ficción.
Pero en realidad de quien quería hablar es de Pedro.
Porque si Francisca merece todos estos calificativos y muchos más, lo de Pedro no se queda atrás, aunque evidentemente salvando las distancias y teniendo en cuenta que los calificativos anteriores no son los que le corresponden, aunque si otros de cariz negativo.
Antes de continuar he de decir que considero a Enric un magnifico actor, y admito que no siento especial animadversión a su personaje, pero si a lo que representa.
Tod@s sabemos cómo las gasta este alcalde de pueblo, que desgraciadamente no dista de parecerse a algunos ejemplos de corrupción que aún en la actualidad se dan de manera puntual. Obtenido su puesto no por méritos propios, sino por su facilidad de ser manipulado, y sin contar con capacidad real de decisión, es sólo un títere en manos de la poderosa Montenegro, que a cambio hace la vista gorda y le permite que meta mano en las arcas municipales en beneficio propio, que deja que prevarique sin ningún pudor y a la vista de todos, además de que haga dejación de sus funciones cuando le apetece, que alimente sus miserables ansias de notoriedad,…..Cierto que a veces también parece eficiente, pero esto más bien sería atribuible a los años de experiencia que le permiten moverse con soltura en algunas situaciones. Y también es verdad que, por su cargo, no puede evitar tener que tomar partido por la ley y hacer un trabajo desagradecido como es el de ponerse al frente de las fuerzas del orden y acompañarles en situaciones no muy agradables.
Pero hasta ahí el representante de la ley. Como persona ya es otra cosa.
Cierto que a veces ha demostrado que tiene su corazoncito, pero también que en otras ocasiones parece escuchar a su conciencia dependiendo de si afecta o no su bolsillo. Es realmente penoso verlo arrastrarse y agachar la cerviz, dejándose humillar, mostrándose sumiso hasta extremos vomitivos, y preocupándose más de mantener su puesto que de lo que supone traicionar a la gente a la que después llama amiga.
No me sirve como excusa que sólo está cumpliendo con su deber, porque Francisca no es la ley (en teoría) y no tendría que rendirle cuentas. O al menos no veo la necesidad de que le explique ciertas cosas, cuando la autoridad que, junto con los políticos, tenía igual poder sobre el pueblo en aquellos tiempos (me refiero a D. Anselmo y la institución a la que representa, la iglesia) ha dejado claro que aunque supiera el paradero de María no iba a compartirlo con ella. De hecho el sacerdote incluso ha llegado al extremo de la ocultación, lo que aún aumenta más la sensación de brecha entre estas dos autoridades, y deja más en evidencia a Pedro.

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