Es gracioso (o penoso según se
mire), pero parece que en casa de los Castañeda-Ulloa tienen ahora dos
adolescentes, aunque uno ya es algo más que madurito.
Evidentemente diferentes, porque Raimundo
ya tiene una edad para ser consciente de lo que se hace, mientras que a Matías todavía se le puede perdonar algún desliz, por sus pocos años. Pero parece que
algunas cosas son atemporales. En realidad me cuesta censurarlo porque siento
que quizás puedo ser injusta, y que no hay nada que impida que una persona
madura tenga sentimientos fuertes hacia alguien. Pero precisamente por la edad
y la experiencia, alguien en esta situación tiene más herramientas para saber
leer en su propio corazón y no dejarse llevar por ilusiones.
Pienso que es precisamente esto
último lo que le sucede al hombre. Aunque lo que le ha llevado a ello ya es
otro cantar, porque por más que lo intento no consigo entender que ha cambiado
para que precisamente ahora, cuando Francisca está en plena faena para acabar
con Aurora y todos saben que lo ha intentado con Martín, al hombre le haya dado
para quedarse en evidencia. Ya sé que nadie tiene el derecho de juzgar a otros
y que Raimundo es muy libre de hacer lo que le parezca sin tener que dar
explicaciones, pero su poca prudencia no dice mucho de un hombre que se supone
ilustrado, inteligente y con los pies en el suelo.
Lo dijo D. Anselmo: “el corazón
tienen razones que la razón no entiende” Pero he de reconocer que, en este
caso, me cuesta asimilarlo sin cuestionarlo, porque la visión romántica que se
pretende crear no consigue atraparme para nada. No consigo creerme que un amor,
por muy fuerte que haya sido, logre sobrevivir a varias décadas de
desencuentros, daños infringidos sin el menor remordimiento a uno o a las
personas queridas, la separación durante largos años, y a odios y resquemores
varios. Sin contar que Francisca le hace culpable a él de la situación cada vez
que sale a colación el tema, como si con ello pueda arrogarse el papel de única
víctima y además pudiera justificar su propia perfidia. Nadie es malo por haber
tenido un desengaño amoroso, porque de ser así los malvados serían multitud. Puede
existir el rencor, pero no hasta el punto de ennegrecer el corazón y hacérselo
pagar a todo el mundo, algo que afortunadamente solo ocurre en contadas
excepciones. Y es claro que Francisca es una de ellas.
Y pretender que sea precisamente
la llegada de Severo la que ha precipitado todo esto, lo considero poco más que
una sinrazón. Aunque quizás sea la primera vez que se vislumbre a alguien que
realmente puede aguantar el pulso a Francisca. Pero si es así, realmente hace
bajar aún más puntos de la consideración a Raimundo, porque da la visión que
hasta ahora había estado relativamente tranquilo en cuanto a la posibilidad de
que Francisca llegara a pagar algún día por sus maldades. Ya sé que puede
parecer que tergiverso las cosas, pero la da la sensación que una cosa es
desear de palabra que la doña pague por sus desmanes, y otra que lo piense
realmente.
Lo siento, pero no soy ni de lejos tan comprensiva como Emilia, que tiene un
buen papelón con este tema.
Y que por si no fuera poco, además parece que Raimundo ha
perdido los modales. ¿Es necesario que se muestre tan grosero con Severo y
Carmelo?
Emilia traga saliva y calla. De todo punto incomprensible. Y mucho menos con los acontecimientos recientes. No lo entiendo. Parece que les hubieran frito el cerebro a todos como le hicieron a Aurora, cosa con las Raimundo estaba muy, muy enfadado... pero de eso, ya no se acuerda.
ResponderEliminarParece que han ido a reverdecer sentimientos en el momento mas inadecuado posible.
Lo de esta trama nos tiene a muchos fritos desde hace alguna que otra temporada. La actitud de Raimundo no la entiendo, sólo justifica que siga bebiendo los vientos por Francisca porque está atado a ella por un amor dañino, atormentado, malo. Supongo que es ese tipo de amor enfermizo que por mucho que veas que te hace daño, no puedes dejar de sentir por una persona que es capaz . Puede que Raimundo tenga la esperanza de que llegado un momento (que yo no esperaría si fuera él) ella verá la luz y dejará a un lado toda su maldad, como si Raimundo a la vez se sintiera culpable de que las conductas de Francisca con todo el mundo fueran producto de lo que pasó entre ellos. Puede que así fuera en un primer momento, que la Paca dejara de ser la chiquilla de la que se enamoró para convertirse en el despreciable ser que existe y que ganó en maldad con los años, pero lo que no acabo de comprender es que le pese eso más que todo lo que ha padecido su familia por una señora que, como ha acabado demostrando, no quiere a nadie más que a ella misma y que tiene unos conceptos totalmente equivocados de lo que es amar de verdad a alguien. Ni siquiera sabiendo las monstruosidades que cometió con Pepa, su hijo Tristán, Gonzalo, María (a la que decía querer enormemente), su hija Emilia ni a su nieta sanguinea Aurora, es capaz de pensar con claridad. No me resulta recible, lo siento, si fuera Emilia le diría unas cuantas cosas a mi padre. El amor no se elige, pero sí se elige el proteger a tu familia con uñas y dientes de los que les hacen daño.
ResponderEliminarPues a mi me da en la nariz que todo este devenir de Raimundo sin sentido de la logica, viene dado a la promoción que están haciendo de la historia de amor entre los tortolitos en la obra de teatro, de otra forma no tiene pies ni cabeza
ResponderEliminarPienso que lo que paso entre ellos en su juventud no tiene por que hacer que Francisca se pervierta de esa forma, sera porque es un ser malvado, vengativo hasta el punto de matar o mandar matar a todo el que le estorba, eso es ser criminal y Raimundo lo sabe, sabe que ha querido matar a todos los hijos de la partera, lo ha intentado muchas veces, asi que despues de tanto sufrir por su culpa si aparece ese amor es porque es un amor enfermizo y maligno, que anula la voluntad de Raimundo, se vuelve un pelele ante ella.Creo que ha perdido la cabeza, la dignidad, eso no es creible
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