26 de enero de 2015

Sin compasión

Francisca lo ha vuelto a hacer. Disfrazar sus remordimientos, trasladando a los demás la culpa del dolor que siente, y sin reconocer que lo acontecido es por causa de sus maquinaciones. Y hablar de traición, cuando es ella la que jamas se ha detenido ante ello.
No voy a negar que su dolor pueda ser sincero, pero no siento la más minina compasión por ella. Cierto que es mucho más fácil no apiadarse sabiendo que el motivo de su dolor es por algo que ella desconoce que no tiene motivo de ser, pero aun así, admito que esta mujer me saca una faceta retorcida que hace que llegue a sentir una perversa fruición de verla en este estado, el que tantas veces ella ha procurado a otros.
Sé que esto no es muy correcto y tampoco soy nadie para juzgar y condenar, pero no creo que se merezca nada mejor. De hecho incluso pienso que esta satisfacción sería aún mayor si pudiera ver la cara de Francisca al saberse burlada por los que tanto desprecia, pero quizás sea mejor que la mantengan en la inopia.
No hay nada tan definitivo como la muerte, y la doña ha hecho uso de este método para apartar de su camino a todo el que la ha estorbado. Pero su mente maquiavélica parece que no le deja ver que con ello se está quedando sola. No tiene a nadie, salvo temporalmente a Bosco, con quien también se está engañando porque no va a ser siempre un adolescente y algún día va a crecer, aunque también es cierto que ello no implica necesariamente que deje de ser manipulable. Pero que ahora el chico no se cuestione nada y crea a pies juntillas a su supuesta benefactora, no impide que vaya acumulando visiones de cosas que un día pueden llevarle a preguntarse si no hay algo más. Y entonces será cuando tendrá la posibilidad de descubrir quien se esconde detrás de una fachada creada para hacer de él una marioneta, y será el principio del fin para Francisca.
Instalada en su mundo particular, parece que Francisca ignora que los demás tienen sentimientos. Incluso algunos voluntad propia (modo ironía, eh!!). Porque si alguna vez albergó la esperanza de que María volviera a su lado, ella misma se ha encargado de hacer, a través de sus malas artes, que esto se desvanezca por completo y definitivamente. No se puede hacer daño a quién supuestamente se quiere (sentimiento que no puede existir realmente, porque cariño y procurar dolor y sufrimientos son dos conceptos que se antojan incompatibles) y después esperar que el otro o la otra no se lo tenga en cuenta. No creo que exista un cariño de este tipo, a menos que exista arrepentimiento y propósito de enmienda. Palabras que en la doña suenan solo a utopía, o que no es arriesgado decir que jamás sucederá.
Primero perdió a su hijo Tristán, que por culpa suya y por no haber actuado contra Jacinta, perdió la vida a manos de ésta. Después la que se alejó fue su hija Soledad. Y ahora ha perdido a María, a Esperanza, y también a su nieto Martín (aunque este último ya entraba en sus planes el hacerlo desaparecer). Y también lo está intentando hacer con su nieta Aurora. Además nada garantiza que Bosco no vaya a hacer el mismo camino que sus hermanos, a la mínima que se desvíe de los planes trazados.
¿Qué clase de persona puede hacer algo así? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario