24 de febrero de 2014

Una vida en común

Viendo a María y Martín compartiendo su vida, con momentos llenos de ternura y complicidad, una puede olvidarse fácilmente de que la situación de esta pareja dista mucho de estar consolidada y que, aunque el camino se ha despejado en parte, aún han de superar algunos obstáculos para poder normalizar su relación, encarrilar un futuro juntos y conseguir la felicidad plena que tanto anhelan.
Pero salvo que no están unidos por vínculos legales, ahora mismo poco hay que les diferencie de un matrimonio. Son una joven pareja que comparte techo, que procuran estar juntos el máximo de tiempo posible, que escenifican con total normalidad una cotidianidad sin complejos, asentada sobre las bases de lo que ha de ser una vida en común. Y que no cesan de demostrarse el amor que les une y la felicidad que les supone estar juntos.
Aunque probablemente esta situación de pareja, que en la actualidad no tendría nada de especial, en la época en la que transcurre la acción debía ser de todo menos corriente. Como tampoco lo debía ser la fácil aceptación de ello, aunque en este caso si lo es por el entorno más cercano de ambos, que conocedores de lo que han luchado  para conseguir estar juntos y motivados todos por el sentimiento común del cariño que les inspiran, no han dudado en darles su apoyo. (Bueno, con una notable excepción, pero no voy a entrar en ello)
Sin embargo, y en breve, todo esto va a sufrir previsiblemente un vuelco importante. Lo que vendría a ser un acontecimiento que podría colmar la dicha de la pareja como es la llegada de un hijo, tiene todo el aspecto de ser el fin de una felicidad, que en PV y por obra y gracia de los guionistas, suele ser efímera. Con lo que todos los temores de Martín pueden hacerse realidad, debido principalmente a las malas artes de un galeno con intenciones siniestras.
Muchos días, incluso semanas, lleva ya Martín acuciado por la inseguridad que supongo propia de un padre primerizo. Todo ello unido a las recurrentes dudas sobre la paternidad del bebé y la inquietud por la salud de la madre y éste, en una época en la que cualquier complicación en el parto y con los medios de los que se disponía, podía suponer un grave peligro para ambos. Además para Martín, y con el antecedente de su propia madre, esto es algo muy presente.
Perder a María podría significar un dolor insoportable, parejo al que pudo ver en su padre y con las consecuencias de todas/os sabidas.

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