La de Rita e Isidro podría ser
una bonita historia de amor. Son jóvenes, se aman y, en circunstancias normales, podrían tener por delante una vida para demostrárselo. Pero todo apunta a que el destino que está escrito
para ellos va por otros derroteros, y que no va a servir de nada que un Aníbal redimido
les haya dejado el camino libre.
De hecho es un destino que ya tiene
nombre y anda acechando, como un depredador que busca el momento propicio para
abalanzarse sobre su presa. Pero para ser justa (con los depredadores) éstos normalmente
cazan para buscar alimento. Los motivos de Doroteo son injustificables, ya que
sólo lo mueven los instintos de satisfacer su mente enferma y desquiciada. Un
amor platónico, alimentado por Aníbal aunque sin que éste fuera consciente de
ello, le ha empujado a unas altas cotas de locura que le llevan a imaginarse un
mundo utópico en el que están solo Rita y él. Y que han hecho emerger al mismo
tiempo a un ser peligroso, que no duda en apartar de su camino a todo el que se
interfiere en sus planes. Sin que repare que no tiene ninguna posibilidad de
hacer posible su deseo, ya que no cuenta, ni va a contar, con la aquiescencia
de la chica.
Mucho se ha hablado de la maldición
de los Buendía. Y creo que esta situación que se vislumbra va a poder ser
realmente llamada por este nombre. Ni siquiera los parajes bucólicos en los que
se desarrolla la acción podrán suavizar el impacto, después de que se consume
una tragedia anunciada.
Reconozco que no he prestado
mucha atención a esta trama, que ha transcurrido lenta y tediosa, pero que en
los últimos tiempos considero que había mejorado ostensiblemente y conseguido captar mi interés. Lo mismo que los actores, que a mi parecer también han evolucionado con el
transcurso de los meses.
Me gusta Jorge Pobes, que ha
construido un personaje con muchos matices y me gustan Xavier y Charlotte, que
a pesar de su juventud creo que apuntan muy alto.
Pero esto es PV, y la felicidad
efímera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario