5 de febrero de 2014

La personalidad de Martín y otras consideraciones

Es del todo evidente que el destino de Martín no era el de ser sacerdote.  Y también lo es que ante todo es un hombre con unos sentimientos muy terrenales, que aspira a ser feliz junto a la mujer que ama. 
  
Buceando por Internet encuentras multitud de estudios científicos que corroboran que, aunque nadie nace con una personalidad definida, si lo hace con unos genes que pueden determinarla. La forja de la misma corresponde al tiempo, al entorno, a la educación o a la manera de vivir. Incluso es posible que pueda llegar a ser moldeada a voluntad por otros.
Aunque es claro que esto último no ha sucedido con Martín, al menos en los aspectos negativos.
Es cierto que hubo un tiempo que parecía lo contrario, pero afortunadamente supo rectificar y después las circunstancias se han encargado de poner las cosas en su sitio. La personalidad subyacente ha sido más fuerte que los condicionamientos, y aun conservando sus convicciones religiosas, no ha permitido que éstas le influenciaran.
Porque al fin y al cabo la religión no es más que una opción personal de entender la vida, y hay otras formas que pueden llenar una existencia. Y no es mejor persona el que es más católico o creyente. De hecho, y con el riesgo de generar una polémica, he de decir que para mí ha quedado de lo más patente en la serie (y también en la vida real) que a veces la moral religiosa, en este caso la católica, no es muy objetiva con los que no comulgan con sus postulados. Creo firmemente en la libertad de las personas de tener una opinión sobre algo determinado, e incluso expresarla en voz alta, pero no que se trate de imponerla a otros, provocando un perjuicio mayor.
Ejemplo de ello es la falta de caridad cristiana y la hipocresía, que tienen su máxima expresión en las beatas que salen de misa para a continuación dedicarse a malmeter contra el prójimo. Aunque quedan en mantillas ante la doña, que es capaz de escandalizarse por las palabras de Martín y la actitud de María, y regocijarse con el supuesto sufrimiento de Fernando.
Aunque no olvido que en todo ello también intervienen los condicionamientos sociales,  de los que ya hablé en otra ocasión. Parece más importante observar las apariencias que el hecho de dejarlas de lado para vivir una vida plena y feliz.
Martín y María han hecho esto último conscientemente. Porque la conciencia es algo que pertenece a cada persona, que ha de vivir con ella.

Y no puede ser una carga para la misma , ni por descontado ser censurable, el hecho de amar y ser amado.

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