11 de febrero de 2014

Un matrimonio que no es tal (aún)


María sentada en el sofá del Jaral esperando a Martín.
Lo reconozco. Sigue pareciéndome raro, básicamente porque no ha habido casi transición entre la  separación de la pareja y que vivan juntos como un matrimonio. 
Y actuando como tal.
Entendedme, no soy una mojigata y me da exactamente lo mismo que no cumplan con las conveniencias y estén amancebados, vivan en pecado o como quieran llamarlo. Lo mismo que me sucede en la vida real, porque ante todo creo en la libertad de las personas y no considero que sea necesario un permiso para amarse. 
Pero la suya me parece una situación forzada, casi como un berrinche de María que ha decidido tirar por la calle del medio, con la anuencia de Martín y su familia. Y no es que dude de la firmeza del amor entre la pareja y, por descontado, me encanta que puedan gozar de felicidad, que Martín pueda vivir su futura paternidad y que la chica tenga la paz que le ha estado vedada en los últimos tiempos. Y evidentemente me gustaría que consiguieran culminar este amor con una larga vida juntos, sin que nada ni nadie lo enturbiara.       
Pero insisto, tengo la sensación de que María no está del todo lo cómoda, básicamente porque la sombra de Francisca es alargada y a pesar de todo sigue siendo un obstáculo.
Cierto que puedo entender la desazón de la chica, porque la mujer ha sido para ella un referente  y es evidente que el cariño sigue latente. También el de la doña ,aunque cuando menos es un sentimiento peculiar, que hace que anteponga las conveniencias sociales a los dictados del corazón. Por ello cuando la muestran pesarosa por haber alejado conscientemente a María, aparte de no producirme ninguna pena, pienso que la máxima de “No se daña a quien se quiere “tiene para ella un significado propio.
Lo de María es diferente. 
Estoy leyendo en algunos foros que la imagen que desprende su personaje es la de una chica sobreprotegida, consentida y acomodada en los lujos y la ociosidad. No voy a ser yo quien lo niegue, como tampoco que tiene un gran corazón que le impide nutrir el rencor que sería justificable que sintiera por su madrina. Incluso puedo entender que quiera tender puentes con ésta. Pero hasta ahí llega mi comprensión. Porque mucho me temo que la cosa va a ir por otros derroteros y que Francisca va a hacer valer los sentimientos que la chica tiene aún hacia ella, para manipularla , hacerla sentir culpable y con ello volver a atraerla a sus redes. No creo que haya abandonado tan fácilmente sus propósitos para con el niño.
Y juega también a su favor el hecho que las prevenciones que le están trasladando a María no sirvan de mucho. En el caso de ésta el cariño si está por encima. Tanto que incluso puede mostrarse comprensiva con alguien que muestra tan evidente falta de humanidad y que cuenta con una infinita lista de desmanes conocidos, que abarcan desde desentenderse de ella y dejarla presa en un convento ,compincharse con Fernando para apoderarse del bebé, el supuesto asesinato de éste (tomándose la justicia por su mano), el desprecio hacia Raimundo, la tiranía hacia Mariana o antes hacia Rosario, los abusos de poder e influencia, la soberbia que la mueve , ……hasta al  despego y rencor que muestra o mostró hacia su auténtica familia, empezando por sus propios hijos y ahora por sus nietos. Los cuales, por cierto, son los auténticos herederos, algo que María les está arrebatando.
Nada de lo anterior es justificable y se supone que la chica tendría que haber madurado lo suficiente, mas después de lo que le ha pasado, para poner algo de distancia ante semejante panorama. Porque el cariño puede hacer que llegue el perdón, pero no el olvido.
Pero me temo que no las cosas no van a ir por aquí. 
Aunque deseo equivocarme.

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