A partir de ahora lo único que
verá será mi espalda!
Magnífica escena, en la que considero
que las dos actrices han estado geniales. Incluso me atrevería decir que Loreto
aún mejor.
Casi parece imposible que en tan
breve espacio de tiempo María haya cambiado tanto. La imagen que ahora proyecta
ya no es la de la chica jovial e inocente que hace poco más de un año irrumpió
en las pantallas, sino la de toda una mujer que, a fuerza de sufrimientos, ha
llegado rápidamente a la madurez. Pero aún quedaba un frágil hilo que la ataba
al pasado y que hoy se ha roto definitivamente.
En un escrito anterior hablaba de
la falta de cálculo de la doña, y hoy ha quedado demostrado. No se puede jugar
con los sentimientos de las personas y encima pretender ganar, usando además tácticas de victimismo y manipulación para intentar soslayar la culpa.
María ha abierto los ojos y, por
fin, se ha dado cuenta de la realidad de su madrina. Pero el choque contra el
muro ha sido doblemente doloroso, porque además había confiado ciegamente en ella
y en su oferta de acercamiento, que ha quedado demostrado que no era más que una
estratagema para volver a hacerla caer en sus redes. No creo que haya nada peor
que ser engañada por alguien a quien estimas y que además utilice los
sentimientos para sus propios fines. Y esto es lo que ha hecho la doña, sin que
al parecer llegara a calibrar la posibilidad de que la chica se enteraría de
sus verdaderos propósitos o que confiada en que el agradecimiento por lo que le
ha brindado (y que no se recata en echarle en cara una y otra vez) pensara que ésta
iba a dejar pasar todo. Y de hecho bien podría haber sido así, si no hubiera
intervenido un factor determinante: el intento de apartar de su lado a Martín, inculpándolo de algo que
no ha cometido. Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha desbordado
todo un torrente de cosas y hechos para los que la María siempre había
intentado encontrar justificación. Y ya no la tiene.
Porque uno de los principales fallos que ha cometido Francisca ha sido minusvalorar el amor que María siente por Martín y que es correspondido en igual medida.
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