Adiós definitivo a un personaje torturado,
odiado hasta límites insospechados, amante obsesivo, padre desnaturalizado y alguien
con inclinaciones perversas y peligrosas. Aunque al final de sus días convertido
en otra persona, y redimido tanto por sus actos como por el perdón de las
gentes a las que un día hizo sufrir con sus desmanes, especialmente Soledad.
Incluso me atrevo a añadir en ello a los espectadores de la serie, entre los
que me incluyo, que hemos visto con expectación el nacimiento de un Olmo diferente,
mucho más humano y cercano.
En un escrito anterior hablaba de
la naturaleza subyacente. Y aunque soy totalmente profana en la materia, creo
realmente que ésta existe en el ADN de las personas.
Y si bien es difícil decir el
momento en que se dió su paso al lado oscuro, y sin pretender sentar cátedra sobre
algo de lo que, como he dicho anteriormente, no tengo ni idea, creo que se
podría hablar también de la influencia beneficiosa de Águeda antes de que esto sucediera , pues sabemos que
se portó como una madre con él y que llegó a quererle como a un hijo (aunque después
se lo pagara de mala manera). Dicen que los primeros años y los estímulos que
se reciben en esta época suelen ser determinantes para forjar una personalidad.
Por lo tanto también Olmo era susceptible de poseer una parte buena y dejarla
emerger si se daba la ocasión.
Aunque también existe la otra ,
la que viene determinada por factores como la ambición y la vanidad, que pueden
estropear el alma humana y dar al traste con todo.
Como así sucedió posteriormente con él.
Como así sucedió posteriormente con él.
Lo que considero que no es tan
corriente es que al final lleguen a darse las dos naturalezas al mismo tiempo, enfrentadas
en un combate desigual entre la buena que lucha por la redención contra la
malvada que lo hace para alzarse con la victoria.
¿Cuál de las dos ha vencido con
la muerte de Olmo?
Es posible que las dos. O ninguna.
Aunque ahora se abren varios
interrogantes. Especialmente por el hecho de que supuestamente va a ser
enterrado en secreto y sin que nadie sepa de su muerte, lo que deja en el aire,
por ejemplo, la continuidad de la fundación o su herencia.
Solo unas líneas para dedicarlas
al gran Iago García, que con tanto acierto ha encarnado al personaje en sus dos
etapas. Su talento, su porte y su sonrisa se habían vuelto cotidianos y va a
ser algo raro no volverlos a encontrar en la serie. Pero no dudo que si volveremos
a verlo en la pequeña y gran pantalla. Estoy convencida de que no le van a
faltar las oportunidades.
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