Que me perdonen los guionistas,
pero a veces casi llegaría a pensar que encuentran un cierto placer morboso en
estropear a los personajes que ellos mismos han creado. De otra manera no se
entiende lo que han hecho con Mariana, a la que rebajaron de golpe al nivel de
una mujer sin arrestos, cuando tod@s sabemos que ella no es así. Afortunadamente
esto se ha enmendado, pero solo porque la fortuna intervino y lo quiso así.
Aunque lo realmente sorprendente es
que en su momento se dejara amedrentar por las amenazas y la presión de una simple mujer a la que podía haber cortado las alas fácilmente, y en cambio se enfrente
a Francisca, la persona más poderosa de la comarca y al parecer parte del
extranjero, sin que le tiemble el pulso y sienta ningún temor a unas posibles
represalias.
Quiero creer que es porque conoce
bien a la doña y sabe de qué pie calza, de otra manera no se entiende. Y lo curioso
del asunto es que ha logrado su propósito y Francisca realmente ha creído las
amenazas, aunque otra cosa será cuando ésta sea capaz de serenarse y pensar con
claridad. Pero, como ha dicho Mariana, ya están en paz y no hay motivo para
empezar otra guerra, que llevaría a otra guerra y así nunca acabar. Porque si
algo ha quedado meridianamente claro, ya que Francisca ni se ha molestado siquiera
en desmentir, es su participación en la venida de Micaela y , por lo tanto, en
la intención de provocar sufrimiento a Mariana y de rebote a su familia. Ya se
ha vengado de la supuesta afrenta infringida por la muchacha y ya es hora de que la deje en
paz.
Aunque ya sabemos que con
Francisca nunca es suficiente.
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