7 de septiembre de 2014

Jugando a celestinear

Supongo que el aburrimiento puede llegar a hacer mella y provocar estas cosas. El hecho es que María, sin mucho que hacer durante el día, parece que ha encontrado como distracción el hacer de celestina. Aunque no parece que su intención vaya a ser tener mucho éxito, porque a nadie de los que ha pedido opinión al respecto le ha parecido una buena idea dar un empujoncito a la relación de Aurora y Conrado. Y coincido que entrometerse en la vida de los demás, por muy buenas intenciones que muevan a uno/a, no es una buena manera de ayudar. A veces hasta es posible que provoque el efecto contrario al propuesto, aunque no digo que este haya de ser el caso.
Así que pienso que María tenía razón cuando dijo que lo que necesitaba era encontrar la manera de sentirse útil. Solo que parece que no tiene muy claro el camino a seguir para darle una salida a esta necesidad.
Es una buena esposa y madre, pero también es una persona muy joven que siente la necesidad de canalizar la energía que atesora. Y no es fácil liberarla en una casa donde su única preocupación es cuidar del bienestar de su hija y de Martín. También es cierto que en los dos últimos años su vida no ha sido precisamente una balsa de aceite, y que ha tenido motivos más que suficientes para estar distraída. Demasiado. Pero ahora finalmente ha conseguido que su existencia adquiriera otros tintes, y la paz y la felicidad hayan llegado a su vida para instalarse. Un nuevo tiempo, pero que sin embargo también ha traído nuevas maneras de ver su futuro. Y si bien es cierto que este tiene nombre, Martín, entiendo que no se pueda pedir que centre en exclusiva su existencia.
En realidad, mezclando realidad y ficción, creo que esta situación es la consecuencia lógica de una vida sin grandes sobresaltos como a la que han abocado a la pareja de Martín y María. Y no pretendo pedir que vuelvan a las andadas con los guiones a los que los han sometido hasta ahora, más cuando parece que la presencia de al menos uno de los personajes tiene fecha de caducidad. Creo más bien que ahora sería el momento de agotar los últimos cartuchos y dar un final feliz (si esto se acaba), o unos momentos con un poco más de contenido (si solo es temporal). Porque si bien es cierto que no pasa casi ningún día sin que nos ofrezcan escenas preciosas de la familia, de Martín con su hija, de la inmensa ternura que éste despliega con la pequeña, emulando, de alguna manera, otras escenas parecidas y que dejaron huella como las del mismo Martín con su padre, no lo creo suficiente para que l@s espectadores se (nos) den ya por satisfechos. 
Puede que haya llegado el momento de otros personajes y otros protagonistas, pero no creo que por ello haya que dejar languidecer a los que han mantenido la serie durante dos largos años. Creo que en justicia se lo deben a los actores y también a l@s sufridos seguidores de la serie. 

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