Es un tema del que no se habla mucho y al que admito que, hasta ahora, tampoco había prestado mucha atención. Y no es que haya llegado a la conclusión que
puede sustituir de alguna manera escenas como las que se dieron entre Tristán y Martín, porque
creo que esto es imposible. Pero las que no son románticas también han tenido y tienen su lugar en esta serie, y han propiciado muy buenos momentos como los que he mencionado anteriormente. Como los
que ahora se dan entre Martín y Conrado, dos hombres excepcionales, momentos que
cada vez me parecen más interesantes y dignos de ser mencionados.
Trabajar codo a codo en un proyecto común, pero especialmente una amistad
que se afianza, han hecho que su complicidad sea cada día mayor, igual que la
confianza que se tienen. Y si se cumplen los pronósticos fatales (que, por
cierto, hasta donde alcanzo no pasan por ahora de ser simples conjeturas) y
Jordi deja la serie temporal o definitivamente, estas escenas van a ser una de
las cosas que voy a echar también en falta.
A Martín le ha bastado una mirada para que Conrado captara lo que le estaba pidiendo. También es cierto que no era muy difícil imaginárselo, ya que Dolores no es precisamente muy discreta en sus intenciones, y todo el mundo sabe de qué pie cojea.
A Martín le ha bastado una mirada para que Conrado captara lo que le estaba pidiendo. También es cierto que no era muy difícil imaginárselo, ya que Dolores no es precisamente muy discreta en sus intenciones, y todo el mundo sabe de qué pie cojea.
Mi querida Margonz escribía el otro día en su blog que el parón que much@s percibimos que está sumida la serie, propiciaba que con mayor frecuencia se fijara en
detalles que, en la mayor parte de las ocasiones, suceden sin que se les preste
demasiada atención. Y básicamente ponía como ejemplo la trama de los Mirañar,
que normalmente se basa en sinsentidos. Comparto la misma sensación, que hace
que aun admitiendo que estas escenas no me suelen parecer de mucho fuste, al menos consiguen arrancar una sonrisa, e incluso a veces aportan algo de cultura de la época. Sin
olvidar que los actores que las defienden son magníficos.
Y con los Mirañar como eje, un ejemplo.
Es cierto que la relación de Martín con su hermana es preciosa, así como el
cariño que se profesan. Y ha estado bien que le pidiera su opinión sobre la
actitud a adoptar en el tema de María. Pero admito que, casi como esto, he
disfrutado con Conrado pugnando por evitar que Dolores pusiera la oreja en la conversación entre los hermanos, aunque mucho más verlo inmerso en la vorágine de escoger una loción de afeitado
que no tenía ni la más mínima intención de comprar. Realmente me ha hecho mucha
gracia esta escena. Casi tanta como la cara que puso cuando pretendieron
hacerle caer en la trampa de los restos del Cid.
Es refrescante que también los que lo han pasado mal, den a conocer alguna
vez su vena humorística.
Igual que Martín, que una y otra vez se ve inmerso en situaciones
estrambóticas en el colmado y que suele resolver con mucha gracia.
Repito lo que dije en otro de tus escritos. Me encanta la relación entre los cuñados, el grado de amistad que se ha creado entre ellos y cómo se ha ido forjando poco a poco, como tiene que ser, y no de la noche a la mañana, como intentan meternos con calzador otras amistades u otros amores. Tienen mucha complicidad y es creíble la amistad entre estos dos hombres. Lo dicho, me encantan, y echaré mucho de menos sus escenas juntos. También me gusta cuando se relacionan con los Mirañar. Están de 10 todos, tanto la estrafalaria familia (jaja Dolores), como ellos dos tan serios y sensatos tratando de lidiar con las locuras de esa familia.
ResponderEliminarSaludos
María