28 de septiembre de 2014

Inés, un personaje y una actriz

No me gusta hacerlo, y es un ejercicio que evito tanto como soy capaz. Pero aparte de que considero que las tramas de la serie no dan para mucho más, y además ya he escrito con anterioridad, y en fechas recientes, sobre casi todos los temas que ahora mismo son susceptibles de captar mi atención, voy a volver a centrarme en el personaje de Inés y lo que me parece éste, además de lo que pienso sobre la actriz que lo defiende. Aunque sé que soy una humilde bloguera y que mi opinión sólo llega a un cierto público (al que, por cierto, estoy sumamente agradecida) soy muy consciente de que estoy haciendo una crítica, y que hay que ser muy meticulosa y objetiva porque algo así puede llegar a hacer daño, especialmente a quien es blanco de la misma, si por lo que sea llega a su conocimiento. Cosa que, por supuesto, tampoco pretendo evitar. Pero yo misma lo he sufrido por alguno de mis comentarios, por lo que sé que aún a pesar de intentar aceptarlo con una cierta filosofía y con la idea de que las críticas a veces también pueden ayudar, es algo que en el fondo duele, especialmente si se consideran injustas.
Lo dicho. Intentaré ser objetiva y explicarme, sin dejarme influenciar por lo que se dice (que tampoco es muy bueno) sobre este personaje.
No sé muy bien si el problema es de los guiones, que pienso que no son muy currados, o es la actriz que no está muy acertada. El caso es que han conseguido que me impacienten sus escenas, especialmente en las que comparte pantalla con Fe. En mi opinión la diferencia entre el trabajo de ambas actrices es abismal, porque mientras Marta nos deleita con un montón de registros verbales o gestuales, a cual más gracioso e interesante (aparte de muy profesionales), en mi opinión Fariba muestra siempre un perfil plano, en el que admito que me muestro incapaz de ni siquiera atisbar si pretende parecer triste, alegre u otra cosa. Lo mismo que su expresión corporal, en la que creo que aún le faltan muchas tablas.
De todas maneras también diría que no le hacen ningún favor, ni la ayudan, unos guiones en los que tampoco puede lucirse demasiado. Limitada a mostrarse entre sirvienta humillada y amante apasionada, poco tiempo le resta para mostrar algo más de dotes de actriz, o prodigarse en registros más complejos. Es más, aunque la comparación no pueda parecer muy afortunada, en algunos momentos incluso me ha llegado a recordar al personaje de Uriah, el servil y  histriónico personaje de David Copperfield, que pasa la mayor parte del tiempo agachando la cerviz ante su amo, aunque en este caso con aviesas intenciones, Cosa que no sucede con Inés, que se deja humillar por otros motivos y además sin hacer nada para impedirlo, cuando no veo tan difícil que le cuente la verdad a Bosco, recupere las joyas y después ponga leguas de por medio, como hizo hasta que recaló en PV.
Otra cosa es que sea un sentimiento al que es difícil darle nombre lo que la ata a La Casona, y para el que ellos utilizan la palabra amor, y yo (y creo que la inmensa mayoría de l@s espectadores) le pongo otro muy distinto.
No puedo hacer esta afirmación con rotundidad, pero considero que llamar amor a algo en lo que solo interviene el conocimiento del cuerpo del otro, es cuando menos aventurado. Por lo que a priori lo que parece es sólo sexo, sin más. También es posible que a través de ello se pueda llegar a algo más profundo, pero creo que, en este momento, ponerle este calificativo es cuando menos precipitado, más cuando además se pretende dar la imagen que ella y Bosco son muy jóvenes y están descubriendo un mundo que no conocían. Creo que los guiones han sido llevados a un ritmo acelerado, sin dejar que esta relación ya desde un principio se fuera forjando a un ritmo que llegara a cuajar en el ánimo de los espectadores. Y provocando, por lo que puedo leer y siento yo misma, que ahora se dé el efecto contrario al que probablemente se pretendía llegar.
Por supuesto, no pretendo ni estoy en condiciones de dar lecciones de cómo hacer las cosas, porque quizás sea yo la equivocada y el rumbo sea el correcto. Pero no es éste  mi sentir en este momento.
Otra cosa es Bosco y el actor que está en su piel. En este caso si pienso que Francisco es un buen profesional, a pesar del papel poco lucido que le toca representar. Pero también es cierto que sus escenas le brindan más oportunidades de dejar patente su buen hacer ante las cámaras. Solo que creo que ya es momento de que, antes de que la valoración de su personaje caiga aún más, permitan que éste suelte lastre con respecto a la doña y deje asomar su libre albedrío para que además pueda conocer su verdadera historia y sepa que tiene una familia. 

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