23 de septiembre de 2014

Como un objeto de adorno

Supongo que como yo misma, mucha gente se estará preguntando (y quizás ya ni siquiera esto) que pinta Bernarda en esta historia. Su trama lleva meses estancada en el mismo punto, sin que se sepa nada del misterioso interlocutor que se encuentra al otro lado del teléfono, o de los planes que ésta tiene en mente y que hacen que siga anclada a este lugar. Bueno, hablando en propiedad, sí que se conoce cuál es su meta, que no es otra que hacerse con el dinero de Francisca. Lo que no se sabe es cómo piensa llevarlo a cabo, algo que ahora pasa también por incluir el deshacerse de Bosco.
Demasiado complicado. Aunque es evidente que su talento para las males artes es casi parejo al  de la doña, pero que no se arriesgará a ponerse en evidencia y mucho menos dar un paso sin atar antes todos los cabos.  
Pero mientras, pasan las semanas, y lo único que vemos es a una mujer que deja deslizar su existencia encerrada en un lugar alejado de todo contacto con sociedad, sin otra función que leer o descansar de no hacer nada, aguantando con estoicismo las constantes humillaciones y desprecios a los que la somete Francisca, que no deja de recordarle, de manera indirecta, que es una mantenida.
Lo único que no se le puede negar es que es una excelente maestra, que ha conseguido en apenas tres meses que Bosco no sólo aprenda a leer y a escribir con la soltura propia de quien lleva años haciéndolo, sinó que lo ha pulido y empapado de cultura de tal manera, que incluso es capaz de hablar con propiedad como si tuviera realmente muchos estudios y ya estuviera en disposición de codearse, al mismo nivel, con la gente de la clase social en la que ahora está inmerso por obra y gracia de Francisca. 
Creo que éste es uno más de los fallos de la trama, que se han saltado la lógica en este tema.
No tengo nada en contra de la actriz, que creo que cumple su papel con gran profesionalidad, pero considero que están estirando esto demasiado y que no estaría mal que dieran algún paso en la dirección de que su personaje dejara de ser algo más que un objeto de adorno, sin ningún cometido. Es injusto para ella.   

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