24 de septiembre de 2014

La carta de Cuba

Casi estoy por creer que PV si es el ombligo del mundo. Porque no hay otra explicación al tema de la carta ya que, con la dirección que llevaba escrita, las posibilidades reales de que llegara a su destino eran 0 patatero.
Aparte de que el servicio de correos es un rato leeeeeeento, ya que han tardado veinte años en hacerla llegar a su destinatario. Claro que ha tenido que atravesar un océano, y además es posible que se haya necesitado todo este tiempo para que, con los medios de la época, se pudiera averiguar en qué país está situado PV, ya que en la carta este particular es inexistente. Vamos, un detalle “insignificante”, al que hay que añadir que, aún en el caso de que pudieran saber esto, existe también la posibilidad que hayan varias localidades con este mismo nombre.
Y ya llevamos mareando la perdiz toda la semana con el tema, cuando creo que ni siquiera había que plantearse a quien entregarla, que por supuesto son los hijos o la viuda de Tristán. La doña ni siquiera tenía que enterarse, porque ¿a santo de qué le han de pedir su opinión sobre este tema? Y lo que es más que evidente es que de llegar a sus manos, esta carta habría pasado a mejor vida sin que nadie llegara a conocer su contenido.
Vale, entiendo que la misiva va a traer consecuencias y que esto es solamente el principio, pero admito que me cuesta seguir la lógica de Hipólito y me impacienta tanta tontería gratuita. También es cierto que a veces las cartas no traen buenas noticias, pero tampoco veo muy ético ni profesional retenerlas en ningún caso, ni aunque en éste sea para evitar un posible “soponcio”. La correspondencia es algo muy sagrado y pertenece a su destinatario, por lo que nadie ajeno puede decidir sobre ello.
Por cierto. Creía que el tema de que Tristán llegara siempre tarde y mal a las cosas, y no se enterara de casi nada hasta que ya no había remedio, era un tema ya zanjado. Pero veo que ni siquiera después de muerto esto va a ser posible. 

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