29 de septiembre de 2014

Una mente intrincada

Cuestan entender los entresijos de la mente de Francisca. En realidad a veces parece que coexistieran en ella dos personalidades, especialmente cuando se trata de algunos sentimientos concretos. Porque en su manera de mostrarlos, se mezclan confusamente algo que parece amor, un rencor que no la abandona y un odio irracional hacia todo y todos los que se oponen a su voluntad, sin que se establezca una línea definida para cada uno de estos sentimientos.
Por ejemplo, es difícil entender que pretende con Raimundo. ¿Que se sienta agradecido con ella por haber hecho algo por él, y de esta manera conseguir que vuelva a acercarse a su lado? No tengo a Francisca por ingenua, pero si es lo que pretende es esto me parece que anda bastante desencaminada, ya que no creo que Raimundo esté precisamente por la labor. Es cierto que fue la mujer más importante de su vida y que jamás ha dejado de sentir por ella algo especial. Pero llega un momento en que hay que dejar atrás el pasado si se quiere sobrevivir a éste, y creo que el hombre ya hace tiempo llegó a la conclusión que Francisca sólo es un lastre, y que lo mejor es que ésta pase a formar parte de unos recuerdos que fueron bonitos pero que mejor olvidar. Porque no se puede estar eternamente lidiando con algo que parece no tener vuelta de hoja, y es el hecho de que la doña sea incapaz de mostrar algo más que rencor y no admitir otros sentimientos. Pero al respecto de la doble faceta de la doña y con respecto a Raimundo, hay otra pregunta En caso que la pregunta anterior fuera cierta ¿por qué quiere seguir formando parte de la vida de éste, si lo que desea al mismo tiempo es que permanezca lejos de ella? Es harto complicado entender esta actitud que al parecer la ha llevado a maquinar para impedir un indulto y que Raimundo pueda volver con los suyos. Inexplicable de todo punto, sino fuera porque su retorcida mente seguro que tiene una explicación que a ella se le antoja lógica, pero que de esto no parece tener nada. Y que al final se podría hacer llegar a deducir que piensa que si ella no puede ser feliz, nadie más puede serlo. Pero lo que parece no ver es que con sus maquinaciones lo que hace es alejar aún más a todo el mundo, al mismo tiempo que una redención que a estas alturas ya se me antoja imposible.
Por el mismo estilo son los sentimientos hacia Tristán. Parece que para ella solo existe el de los primeros tiempos, el fruto del verdadero amor, el aguerrido y valiente capitán, el hombre entregado a su familia y el hijo en el que había depositado sus esperanzas. Hasta que un día éste rompió las cadenas, y cambió todo. El otro Tristán, el que sufrió su ira y sus malas artes, el que padeció sus desmanes provocándole con ello un sufrimiento enorme y al que después ignoró durante años, parece que convenientemente lo relega al olvido.
Por ello, y ni por un segundo, me parecen creíbles los sentimientos que pretende expresar. Por descontado amor no puede ser, ya que no se puede pretender decir que se ha querido a alguien cuando no se ha dudado en procurar su infelicidad, cuando le ha roto todos los sueños arrebatándole un futuro junto a la mujer amada, y se ha empeñado además en que esto no cese ni siquiera después de la muerte de éste, trasladando este rencor a sus hijos. Alguien así no puede pretender albergar sentimientos tiernos cuando no existe en su interior más que un corazón de piedra, incapaz de tener ni siquiera remordimientos. Por ello creo que lo que siente por Bosco entra más en el terreno de la conquista, pues es el único que ahora le da algo que ansía como es el cariño y la devoción. Y además ve en él lo que ha buscado siempre: alguien que continúe su legado, pero eso sí, con sus condiciones y según sus normas, alguien a quien pueda manipular y moldear a su antojo. El día que éste haga algo que la desilusione, o se niegue a seguir su voluntad (si es que ello sucede alguna vez), Bosco pasará a ser como los demás, a engrosar la lista de los repudiados, y todo este supuesto amor se verá lo que es realmente. 
Y ello puede suceder el día en que el chico descubra su verdadera identidad y alguien le explique, por ejemplo, la responsabilidad de la doña en la muerte de su madre o el ninguneo a su padre por parte de Francisca.  

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