22 de septiembre de 2014

Un pueblo demasiado pequeño

No sé qué considerar peor. Si la cara de bobo y la falta de reacción de Bosco ante algo a todas luces improcedente, o las injustificadas y gratuitas pullas, que en realidad se podrían calificar más bien de insultos, vertidos por Francisca. Aunque en realidad tanto el uno como la otra merecen el mismo calificativo: patéticos.
Es inevitable que en un pueblo pequeño como Puente Viejo la gente tarde o temprano acabe cruzándose, por mucho que quieran evitarse, y que en consecuencia se produzcan encuentros no deseados. Pero nada en la serie sucede porque sí, y he llegado a la conclusión que la intención de los guionistas no es otra que poner en boca de la persona más dispuesta para ello, es decir Francisca, algunas opiniones que nadie más dirá en la serie, y que sólo se pueden encontrar casi en exclusiva en las redes. O dado que lo capítulos se ruedan con bastante antelación, las que es más que previsible que se den, como así ha sucedido en el caso de Aurora. Pero una cosa es lo que es y otra lo que parece, aunque con Aurora esto último se puede traducir para alguien a quien le importe poco buscar el fondo de la cuestión, que lo que ha hecho es tirar la toalla a las primeras de cambio.
Aun así la actitud de Francisca es totalmente abominable. Es su nieta, sangre de su sangre, aunque la inquina que le tiene a ella y a su hermano es rayana en lo irracional. Cierto que ambos no son precisamente dóciles corderillos a quienes sea posible tapar la boca, y que los dos han dado muestras sobradas de carácter y de que es fácil que les dobleguen. Pero no se puede culpar a los hijos de los “supuestos pecados” de los padres, como tampoco esperar que acepten esta situación sin rebelarse. También es cierto que cada una de las partes lo ve según su propia óptica, y que mientras la de Martín y Aurora es la correcta, la doña se lo mira desde un prisma muy diferente que no tiene nada que ver con la realidad. Por lo que los chicos tienen motivos más que sobrados para no sentir ningún apego a esta abuela que ha conseguido, con sus malas artes, que toda su familia y paisanos sientan un profundo y merecido desprecio hacia ella.   
Pero de ahí a perder incluso las formas y la educación, especialmente cuando se trata de una persona con cierto prestigio (al menos entre los suyos) ya es ir demasiado lejos. Francisca se ha comportado como una vulgar arrabalera, lanzando todo el veneno que es capaz de acumular contra alguien que, primero no puede defenderse, y después que está muy lejos de merecer semejante chaparrón. También es cierto que casi nunca deja de comparar a Aurora con su madre, utilizándola para que siempre salga malparada la chica. Sin embargo no creo que tuviera necesidad de ir tan lejos.
Y sólo cuando los ánimos se han crispado del todo y Francisca empezaba a perder terreno, ha sido cuando Bosco ha reaccionado como el gallito que empieza a parecer. Pero no contaba que se iba a encontrar con la horma de su zapato.
La verdad es que si no soluciona pronto este tema de Bosco y emerge la persona que creo que aún subsiste en él (no puede haber cambiado tanto que ya no recuerde su pasado), no creo que sea posible empatizar con el chico. Y no me refiero a encontrar el camino para encauzar el tema de su supuesto amor por Inés, (algo que sigo sin creerme) sinó a que abra los ojos y resurja la persona que existía antes de que Francisca pusiera su zarpa en él.
Porque quiero creer que Tristán y Pepa no pudieron hacerlo tan mal con este hijo. 

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