14 de septiembre de 2014

AMOR, en mayúsculas

Siempre he buscado huir de nostalgias. Por ello no me gustan las connotaciones de la frase de que el pasado fue mejor, si acaso sólo diferente. Sin embargo admito que a veces me dejo llevar por la añoranza y me sorprendo viendo y volviéndome a emocionar con las escenas entre Martín y Tristán, un personaje que consiguió sacar de mi un montón de sensaciones que desconocía, más después de tener la ocasión de conocer en carne y hueso al protagonista. Aunque por encima de esto y sin ninguna duda, están los momentos entre Martín y María, una pareja que han conseguido levantar una oleada de pasiones con su historia de amor.
Hasta fechas bien recientes, unos momentos vividos a escondidas y con el estigma de ser prohibidos a los ojos de la sociedad, pero cargados de la magia especial del primer y único amor. Un tiempo en el que este sentimiento era la única premisa, y la esperanza de que llegara el día en que pudieran vivirlo en paz y total libertad el motivo para seguir adelante sin desfallecer. Instantes que, por cierto, nunca tuvieron ni de lejos los tintes rayanos en la obscenidad con los que nos han “obsequiado” en otras parejas (alguna de muy reciente), y si grandes dosis de química innegable.
Un amor apasionado, pero al mismo tiempo cargado de una inmensa dulzura y ternura. Un AMOR en mayúsculas que no admite dudas, ni creo que las haya admitido nunca.
Un sentimiento que aún sigue ahí, aunque de diferente manera. Salvada la barrera de Fernando, que se antojaba infranqueable, ahora nada se opone a que vivan intensamente lo que sienten. Y quizás es precisamente esto lo que se demanda por parte de los espectadores, aunque realmente el amor ha crecido y madurado, solo que considero que ha adoptado otra forma. Se tienen plenamente el uno al otro y no necesitan demostrárselo continuamente, porque no hace falta. Sus miradas y sus caricias, aunque sean leves, llevan toda la carga del amor que los une.
Es cierto que parece que se ha perdido algo del halo de romanticismo y que el matrimonio parece haber apaciguado sus ansias de estar el uno en los brazos del otro, pero quizás habría de mirarlo desde otra perspectiva. Ahora que nada puede separarlos, tienen todo el tiempo del mundo para darse el uno al otro. Que, por descontado, tampoco quiere decir que ello suponga dejar de lado la pasión, ni las ganas de mostrar sus sentimientos. Y por ello entiendo que, aunque no visible para los ojos de unos espectadores a los que nos habían acostumbrado con escenas preciosas cargadas de romanticismo, existen momentos, lejos de las miradas, en los que satisfacen el deseo de sentir el cuerpo del otro.  
Aunque en realidad si existe lo que hablaba antes, aunque quizás de otra manera. Tanto Martín como María están demostrando que su amor está por encima de todo. Ella poniéndolo como prioridad y sin la menor vacilación, él luchando contra sus deseos para anteponer a ellos los de su esposa. Y todo ello aderezado además con escenas preciosas con Esperanza. En particular él, que sabe impregnar a las mismas una ternura especial y que retrotrae a las otras escenas que ya he mencionado anteriormente, con su padre.

Por supuesto, con todo este intento de buscar una justificación a la situación actual de poca visibilidad de la pareja en la serie, no pretendo dejar de lado lo que, coincidiendo con much@s otros, considero el fondo de la cuestión. Y es la sensación manifiesta de que los guionistas están permitiendo con las tramas sin fuste que les dan ahora, que el protagonismo de la  pareja vaya languideciendo sin remedio, en detrimento de otros personajes.
Y no voy a discutir el derecho de los demás a tener su espacio. Por descontado la pareja Conrado y Aurora se han ganado el protagonismo con otra historia de amor que se va consolidando, siendo creíble sin recurrir a situaciones extremas. Su pasión madura y su química cada vez más evidente, no necesita de demostraciones más allá de lo que se ha visto, porque ya no necesita convencer a casi nadie.
Algo muy diferente de lo que se pretende con Bosco e Inés. Una supuesta historia de amor que esta sí que creo que va a costar entrar plenamente en el ánimo de los espectadores, que solo hemos tenido ocasión de ver pasión desbordada y nada que se pueda parecer a sentimientos de otra índole. Porque el amor también es conocimiento de la otra persona en el amplio sentido de la palabra, y de estos dos solo hemos visto que saben del cuerpo del otro, nada de su corazón y de su alma. ¿Qué clase de amor puede ser éste? 

Se me ha olvidado hacer una mención al hecho de que, cuando unos parece que vamos despidiendo esta trama, otros empiezan a disfrutarla y también a sufrir con ellos. Aunque en este caso Martín y María hayan entrado en Italia por la puerta grande, con una gran promoción y medios, cosa que por alguna razón inexplicable jamás ha sucedido en España. Pero ya dicen que casi nadie es profeta en su tierra. Cosa que, por cierto, da cuenta del grado de injusticia que puede existir, en este caso hacia una pareja que ha mantenido el listón de la serie en su punto mas alto, con unos indices de popularidad que ya quisieran otras.  

¡¡Bienvenida Italia a esta preciosa historia !!

1 comentario:

  1. Ole, Ole y Ole.. muy bien dicho... poco más que añadir. Que estamos desangeladas, y repetimos como un karma que no queremos caer en esta tristeza conjunta, pero estamos atraídas por una espiral de la que queremos huir y es inevitable volver al punto de partida.. y cual es?? pues que desde el minuto 1 de esta serie, desde hace 3 largos años, dia tras dia, Martín ha estado presente de una manera u otra, en la historia de el Secreto de Puente Viejo, es el PROTAGONISTA por excelencia, y es muy triste, que se tenga que ir así... comprendemos tod@s que las historias tienen su principio y su fin, y que el actor ha de buscar nuevas oportunidades que lo mantendrán vivo y en la cresta de la ola.. pero aún así, no podemos más que sentir, tristeza de la manera que marcha... apagándose como una vela, todo lo contrario de cuando llegó, con la fuerza de un huracán. Si que se dice, que tendrá una salida digna... y que como bien expones hemos de buscar la parte positiva de tal despropósito, pero mi querida Ana, a mi actualmente me es imposible.. Quizá si hubiera una fuente fidedigna que aclarara su vuelta o no, sabríamos a que atenernos, y aceptaríamos esa salida digna de la que se habla por ahí. esperando o no ese regreso, ...Pero sabiendo, que la audiencia pesa más que las explicaciones, mucho me temo que nos tendrán con esta incertidumbre para que continuemos pegadas al televisor, esperando el regreso de Martín Castro, como pasó con Pepa la partera. Su madre.

    Por cierto, en Italia, un 10.. y sus voces divinas.. cukis, cukis!! ♥

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