5 de febrero de 2015

Amiga y confidente

Conrado y Candela deben tener más o menos la misma edad. Pero la confianza que transmite esta pequeña mujer, fuerte y valerosa como pocas, es más que suficiente para que sea considerada la persona más dispuesta a escuchar a quien desea abrirle su corazón y pedirle, de alguna manera, consejo.
Lo hemos visto con anterioridad con los hijos de Tristán. Primero Martín, al que Candela acogió inmediatamente bajo sus alas y se convirtió para él en refugio y consuelo. Después lo fue para Aurora, a la que cobijó en su casa y junto a la que luchó para que resplandeciera la verdad. Y después se ha convertido para ambos en el referente, la madre de la que ninguno de los dos ha podido disfrutar, igual que para Candela ellos se han convertido en sus hijos y el nexo que la sigue uniendo con Tristán. La mujer ha asumido plenamente su papel, y además lo hace con un enorme despliegue de cariño, que es recompensado de igual manera.
Ahora parece que Conrado también ha decidido hacerla su confidente y confiarle todas sus cuitas. Y seguro que no se equivoca al hacerlo, porque Candela es capaz de escucharle y dejar que desahogue todas sus dudas y recelos; aunque hay un pero. Candela en este caso considero que se deja arrastrar por el cariño a Aurora y por sus deseos de que él y la chica consigan la felicidad, permitiendo que todo ello le nuble la realidad. Es más que evidente que las cosas han cambiado, y que además Lucas está jugando un papel en esta historia.
En realidad pienso que Conrado desea poner en voz alta lo que siente su corazón y ha buscado en Candela a alguien a quien confiar lo que le oprime. Sin embargo también creo que es el único que no se engaña al respecto de la situación, aunque claudique aparentemente a las razones de la mujer. Pero es muy claro que está perdiendo a marchas forzadas la esperanza, aunque por alguna razón también parece resignado a ello.   
Conrado ama a Aurora, pero está dispuesto a dejarla marchar. Lo que da cuenta de que su amor no es egoísta y lo antepone a la supuesta felicidad del otro. 
Este el verdadero amor. 

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