Supongo que el
tema del médico reputado sólo es un recurso para alargar la trama de Inés y
Bosco, y de paso introducir una referencia histórica a un tema que
desgraciadamente aún está de actualidad. Pero creo que dar falsas esperanzas,
por un lado a la familia de la ficción, y por el otro a los espectadores, no va
a traer nada positivo, ni a despertar expectación. Porque es evidente que este
es un tema que está más que agotado, y dilatarlo no tiene sentido excepto si lo
que se pretende es aumentar el dramatismo.
Ya que el fin
no admite ninguna duda.
No voy a
entrar en el tema de las licencias que además se están dando, porque es una
ficción y no hay que darle más vueltas. A menos que sean tan flagrantes que
haya que ponerlas en evidencia, cosa que tampoco es el caso. Año más, año menos,
en este caso no importa demasiado. A menos que uno/a quiera ser muy puntilloso/a.
En realidad considero
que es una trama que se va apagando lentamente y casi en silencio, obscurecida
además por otras que si están captando la atención. Inés y Bosco se han
convertido en dos personajes sin apenas relevancia y dependientes de otros, sin
que sus momentos aporten demasiado al conjunto. En particular Inés, que aunque
pueda parecer cruel e inhumano (por descontado no pierdo de vista que es una
ficción) ahora ya casi es un lastre, porque condiciona la vida de demasiadas
personas. En primer lugar la de Bosco, un personaje controvertido del que es
difícil conjeturar el rumbo que va a seguir en el futuro, pero también la de
los otros habitantes del Jaral, en especial de Candela.
No creo que
los que se acercan periódicamente a este rincón descubran ahora mis simpatías manifiestas por este último personaje. Antes y ahora, siempre ha entrado en mi consideración,
aunque haya tenido épocas de visibilidad y otras, como sucede en la actualidad,
sea poco más que un florero. Así que nunca me cansaré de reivindicar un papel
más relevante para ella, y especialmente para una gran actriz relegada al papel
de mera comparsa.
Bueno, hasta
el momento. Porque parece que esto está cambiando en positivo y Candela finalmente
podrá tener su propia historia, además de la posibilidad de ser feliz. Y por
supuesto, todo ello con el concurso de Severo, al que considero el digno partenaire
de esta preciosa y gran mujer a la que la vida hasta ahora se ha empeñado en
ponerle zancadillas.
Cierto que Candela
no parece aspirar a más que lo que ya tiene. Parece resignada a dejar de tener vida propia y
ha pasado a estar ahí para todos, pensando siempre en los demás y dejando que
su vida simplemente fluyera. Pero aún es joven, y puede ser un poco egoísta y
pensar en sí misma, si llega la ocasión en que se le plantea otro tipo de existencia.
¿Quien mejor que Severo para ofrecérsela?
Severo, un
caballero formal, generoso, afable y buena persona (excepto cuando la doña le
saca sus peores instintos). Y ahora es el momento de reivindicar además algo
que se le ha achacado y que se ha demostrado injusto: su pretendida utilización
de la amistad con Bosco para hacer frente común contra Francisca. Severo está demostrando que si bien podría haberse dado al principio algo de ello, esto ha quedado atrás
con la firme determinación de ayudar a su amigo y su esposa. Bien podría
haberse desentendido del asunto alegando cualquier excusa, pero está poniendo
toda la carne en el asador, además de la cartera, para poder ayudarlo. Y esto
es verdadera amistad, desinteresada y sincera.
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