Es claro que
para sobrevivir en un mundo reservado al género masculino, la Paca ha tenido
que echar mano de arrestos y de determinación. Aunque hay que decir que tampoco
empezó desde cero, pues el dinero y el poder ya le venían dados por su familia.
Solo ha tenido que manejarlo todo con mano férrea, algo que hay que reconocerle ha
hecho bien. Aunque sus métodos ya sean otro tema.
Pero tampoco jamás
se había encontrado con alguien que pudiera hacerle sombra. Desencuentros los
ha tenido a decenas durante estos años, y personas que se le han enfrentado
también. Pero nunca había perdido una batalla, ni nadie había conseguido
hacerle morder el polvo como sucede actualmente.
A veces me pregunto
si los guionistas echan mano de profesionales o de documentación especializada
para configurar las personalidades de los personajes. Y el hecho de que
Francisca diga varias veces en cada capítulo “Yo soy Francisca Montenegro”,
como para reafirmarse, así me lo hace creer.
Y en este
punto es donde se manifiestan más claramente las diferentes idiosincrasias de
dos poderosos, que llevan su estatus de diferente manera. Nunca hemos oído que Severo haya hecho uso de estos
términos, aunque se haya demostrado que su poder es análogo al de la doña. Si
no más. Pero Severo es más humilde, probablemente porque él conoce la otra cara
de la moneda y se ha tenido que ganar su lugar a pulso. El sí que ha empezado
desde cero, escalando posiciones y forjándose un lugar privilegiado en la
sociedad a base de tesón y esfuerzo.
Además Francisca
tiene marcada a fuego la soberbia. Y es esta misma soberbia la que la mantiene
en pie, sin ceder un milímetro, a pesar de que ahora no tiene nada. Pero la que
la hace no parecer dispuesta a dejar que crean que la han vencido.
Y por ello, y
a pesar de que está viendo de primera mano que con Severo no se juega, sigue minusvalorándolo
y pensando que algún día podrá devolverle el golpe. Algo que no digo que no sea
posible, porque ya sabemos de los sucios métodos que emplea, pero creo que a
partir de ahora lo tendrá mucho más complicado porque además está olvidando su
posición actual, y que probablemente, aunque recupere su dinero, nunca podrá hacerlo
del prestigio perdido. (También es verdad que con dinero de por medio no hay
problema para lograr cualquier cosa tangible, y de esto la doña sabe mucho).
De todas
maneras Severo ha demostrado que cuando es necesario también puede tener la
cabeza fría (y si no ahí está siempre Carmelo para recordárselo y para temperar
sus ansias). A su inicial arrebato de ira y dejándose llevar por la provocación
de la doña, le ha seguido la prudencia. Aunque lo mejor de todo es la constatación
de que nadie en estos años ha podido amenazar a Francisca con tantas
posibilidades de éxito.
En realidad
ahora mismo no puedo imaginarme volver al escenario anterior, con Francisca otra
vez volviendo a las andadas y destrozando vidas y personas. Creo que sería
demasiado pedir para el cuerpo
No hay comentarios:
Publicar un comentario