12 de julio de 2015

El ocaso de una cacique

Ver las estancias de La Casona desnudas de muebles, cuadros y otros enseres, produce una sensación extraña. Igual como ver a la otrora poderosa Francisca, reducida a la misma condición que el común de los mortales, teniendo que valerse con sus propias manos. Algo impensable hasta hace bien poco, pero que ha demostrado que incluso los más encumbrados pueden cometer un traspiés con consecuencias, algo que reconcilia un poco con lo que ha sido hasta ahora la impunidad de la que ha hecho gala esta cacique. Aunque en este caso el “culpable” de que haya caído en desgracia sea alguien de su misma clase social, no la gente a la que durante años ha humillado y tiranizado, y que a la mínima siguen mostrándose sumisos y temerosos de un poder que ya no existe.
Evidentemente siempre ha habido y habrá clases, y en consecuencia dependencia. Pero esto va en las dos direcciones, algo que Francisca nunca ha entendido. Y ello me permite traer a colación un comentario que leía no hace mucho, en el que se afirmaba  que en PV se habían librado de una tiranía para caer en otra (la de la Quinta), e incluso incluían en esta consideración al Jaral, por su condición de ser casa de un terrateniente. Creo que hacer esta afirmación no es del todo correcta, porque ha quedado demostrada la diferente manera de hacer de los responsables de las diferentes haciendas al respecto de sus empleados. Porque si en La Casona se explota a base de salarios míseros, no sucede lo mismo en El Jaral y en la Quinta, donde los trabajadores reciben una paga justa y son tratados como personas, no como animales de carga.
Ahora Francisca está conociendo de primera mano lo que ha hecho pasar a otros. Aunque en honor a la verdad hay que decir que lo lleva con bastante entereza, solo que es difícil decidir si es por la influencia de Raimundo, por el orgullo de no darse por derrotada o por los deseos de venganza. O quizás porque siempre le queda la esperanza de que, por mucho que vayan mal dadas las cosas, algo va a recuperar de su ingente patrimonio.
Lo que si tengo por seguro es que nada va a volver a ser lo mismo. Levantarse y volver a ponerse al mismo nivel es poco menos que imposible, cuando ha caído en desgracia y ha sido abandonada por sus pares. No creo que ninguno de ellos la vuelva a tratar con la misma consideración, y mucho menos si intenta cobrarse algún favor o desea hacerle pagar la afrenta.  Así que espero que al menos, si algún día consigue librarse de las acusaciones que pesan sobre ella (que no hay que olvidar que es algo que existe, aunque sea en grado de tentativa), haya aprendido una lección.
Por cierto. Hay algo más a incluir en este comentario, aprovechando que el tema central es la doña: el de la compasión que pueda despertar.
Creo poder afirmar que son más bien poc@s a los que la actual situación de ésta les haya despertado este sentimiento. Era más bien un clamor el desear que pagara por sus múltiples desmanes, y esto es lo que está sucediendo, aunque su sufrimiento no se pueda comparar ni de lejos con el que ha causado. Por ello que nadie acuda en su ayuda  y, sin regocijarse por ello, no muestren el más mínimo resquicio de piedad, entra dentro de lo que podría considerarse normal. De hecho, si alguien se interesa por la situación en La Casona, invariablemente es por la suerte que pueda estar corriendo Raimundo, que aún conserva los lazos con su familia.
Y al respecto de la familia, hay quien también ha hablado de Bosco, de su desapego hacia Francisca y de su alianza con La Quinta. Es cierto que esto último ayuda a los planes de Severo y Carmelo en contra de la doña, pero hay en el otro lado de la balanza varios factores: primero que aliándose con La Quinta, Bosco contribuye a hacer prosperar su propia hacienda y con ello asegurarse una situación holgada para su familia, que Severo se ha convertido en un buen amigo que no duda en ayudar sin buscar contraprestaciones,….. Pero especialmente que no le debe nada a Francisca, más bien al contrario. Cuando se habla de que ésta le sacó de una vida de penurias y le dio cobijo y educación, además de cariño (que a la postre tenia también su parte de interés, y que por poco acaba convirtiéndolo en otro personaje oscuro) parece que se olvida que Bosco no se habría criado en estado semisalvaje, ni habría tenido que ser rescatado, sino fuera precisamente culpa de ella al provocar la muerte de la madre del chico. Y Bosco conoce los hechos.
Igual que tod@s los demás, incluido Raimundo. Pero éste parece no querer acordarse.

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