Quizás el
romanticismo este sobrevalorado y no sea más que una idea enfatizada por la
literatura.
Además si la
pretensión es que la serie se ajuste a parámetros de la vida cotidiana de un
pueblo, las prioridades necesariamente han de ser otras y no solo los momentos
intensos entre una pareja, los que podrían enmarcarse en la idea romántica de
una relación. También hay que encontrar el momento propicio para dar rienda
suelta a estas emociones.
Y, en última
instancia, es evidente que las personas no pueden ir todo el día con una idea fija,
pues la vida también son otras cosas. Por descontado, sería muy poco fructífero
que anduviéramos todo el día en una nube, sin poner los pies en el suelo.
Pero esto
sería en la realidad, en la ficción todo es posible. Así que es difícil
entender porque una serie que empezó con una bonita historia de amor, eso sí,
sembrada de momentos dramáticos, ha derivado más en lo segundo que en lo
primero.
Ninguna
pareja consigue llegar más allá de un mes sin que suceda algo que les separe,
bien sea un tercero en discordia u otra cosa. Y lo mismo da que ya estén
consolidadas, en fase de ello o sean solo un proyecto. Porque después hay que
esperar semanas y semanas hasta que se vuelve a producir un acercamiento o una
reconciliación.
Evidentemente
no estoy pidiendo que las parejas anden todo el día inmersas en situaciones bucólicas,
sumidas en un estado de seminconsciencia y con una sola idea en mente, pero no
estaría mal que se dosificaran las tramas y siempre hubiera alguna que permitiera
seguir manteniendo una cierta expectativa. Sin embargo el caso es que últimamente
parece que todas hayan de tener problemas al mismo tiempo.
Llegados a
este punto, quizás alguien pueda decir que ahora existe la relación de
Francisca y Raimundo. Pero sin ánimo de establecer comparaciones, es difícil ver
en esta algo que haga vibrar como en anteriores parejas. Por supuesto no
pretendo insinuar que una relación entre dos personas maduras haya de tener
menos consideración, pero en esta relación se aúnan más cosas que el supuesto
resurgir de un amor de juventud. Por mucho que se esfuercen en maquillar las
escenas, tiñéndolas de un ambiente, una música y unos diálogos especiales, creo
que difícilmente nadie olvida lo que es Francisca y la poca justicia del
destino que permite que sea feliz a pesar de todo lo que ha hecho. Y anticipándome
a lo que puedan decir l@s seguidores de esta pareja, lo que pueda haber hecho
en positivo es tan poco y tan escasamente altruista, que nunca podría
justificar que al final de su vida fuera redimida de todas las maldades que ha
cometido. Porque si el dicho que “todos los hechos tienen consecuencias” se
pudiera aplicar sin restricciones, Francisca ya hace tiempo que tendría que
haberlas conocido. Y sin embargo ha seguido tan campante. Hasta ahora.
Bueno, quizás
también se podría hablar de Hipólito y Gracia. Pero, como todo en los Mirañar,
hemos pasado de la sequía a la inundación en un abrir y cerrar de ojos. Por supuesto
deseo que Hipólito pueda rehacer su vida y Gracia puede ser una buena compañera,
pero creo que tampoco es necesario que ahora exageren tanto. Son dos personas
maduras y en consecuencia habrían de saber hasta dónde pueden llegar en sus
manifestaciones públicas de cariño. De todas maneras admito que me gusta que no
se dejen avasallar por los convencionalismos y las habladurías, haciendo uso de
su libertad como personas. Y quizás esta pareja, a pesar de los inconvenientes
insalvables que tiene ahora, pueda ser la que tenga el futuro más asegurado.
También se podría
hablar de la de Matías y Prado. Creo que los dos actores trabajan muy bien, a
pesar de su juventud y supuesta inexperiencia, y que consiguen atrapar al
espectador. Especialmente Iván, que ha conseguido impregnar sus escenas de
total credibilidad, por lo que el momento con Prado ha sido precioso. Otra cosa
es que consigan llevar mucho tiempo esta relación, debido a sus pocos años. Cierto
que es una relación fresca, con un aire inocente y de descubrimiento, pero que también
auguro llena de vaivenes. Porque espero que Emilia y Alfonso cumplan
con su cometido como responsables y no permitan que suceda nada irremediable.
Por supuesto
existen las otras parejas que ya están consolidadas. Pero éstas ya se ven de
otra manera.
Dicho todo lo
anterior, resumo: de verdad creo que hace falta en PV algo que vuelva a
emocionar, algo que haga que l@s espectadores sigamos enganchados a la serie
más que por inercia o fidelidad. Y creo que los guionistas tienen en sus manos
los protagonistas perfectos: Lucas y Sol.
Por descontado, sin olvidar a Severo y Candela.