Realmente cuesta creer
que pueda existir la más mínima posibilidad de que una persona en la situación
de Aurora consiga recuperarse mínimamente, y aún menos que vuelva a parecerse a
lo que fue un su día. Quizás, y sólo después de una larga rehabiltación, es
posible que pueda volver a hablar, a
comportarse, incluso veo factible que pueda hacer una vida medianamente normal,
pero de ninguna manera que vuelva la Aurora que conocimos.
Ante todo tengo que
decir que considero que Ariadna está bordando un papel que hace de manera totalmente
creíble. No debe ser fácil meterse en la piel de una persona con las
entendederas perdidas, y además sin caer en la sobreactuación. Pero dicho esto, pienso que es lamentable que
hayan decidido llegar tan lejos con este personaje, y de paso estropear una
historia de amor.
Pero no voy a
volver sobre ello, porque ya lo he hecho muchas veces. Ni tampoco de lo que es
probable que se esté gestando alrededor del personaje de Lucas, que es evidente
que va a apartar a Conrado. Tampoco del dolor que supondría para Martín ver a
su hermana en esta situación.
Mi intención
inicial era hablar de la gente que rodea a Aurora, de su familia.
No es fácil ver
sufrir a un ser querido. Como tampoco contemplar sin inmutarse unos métodos que
pueden antojarse drásticos. Y es cierto que puede haber visiones contrapuestas
sobre la manera de actuar en una situación parecida, especialmente porque la
mente humana es muy compleja y no es fácil saber si se actúa de manera correcta
en cada caso. Como también es verdad que hay personas que tienden a
sobreproteger, a moverse por el corazón y no por la cabeza. Y a veces con
resultados contraproducentes, como se demuestra en el caso de Aurora, que a
base de permitirle todo lo que se le antoja, se está convirtiendo en una
persona díscola, caprichosa, y lo que es mucho peor, violenta.
Y creo que Lucas va bien encaminado, al luchar para que la chica vuelva a adaptarse a lo que era su vida antes de cruzarse con Fulgencio y que éste se la arruinara.
Pero por descontado, Tambièn puedo entender a Rosario. Es una abuela, no tan diferente de otras, que no
dudan en dar a sus nietos los caprichos que les están vedados por sus padres. No
es lo mismo en este caso, pero parecido. Otra cosa es que ello sea bueno para
el receptor de sus desvelos.
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