13 de diciembre de 2014

Aliadas y còmplices

Cuando María decidió meterse en la boca del lobo, impulsada por algunas certezas y muchas sospechas, no creo que lo hiciera con un plan trazado de antemano, ni tampoco contara con tener el auxilio de más medios que su propia determinación, su intuición y su no probada capacidad de fingimiento. Pero entiendo que tomara esta decisión sin pensárselo demasiado, porque no debe ser fácil, ante la duda razonable, permanecer con los brazos cruzados. Más cuando ahora todo hace pensar en la posibilidad de haber sido la víctima de un engaño premeditado, con fines oscuros, y que ello le haga replantearse lo que le han contado sobre Martín, con lo que ahora se puede permitir un resquicio de esperanza de que éste siga vivo. Sin embargo ha decidido actuar sola y permitir además que su acción provoque la incomprensión (y la repulsa) de casi todo el mundo, al desconocer éstos los verdaderos motivos que la impulsan a actuar de este modo. Por consiguiente nadie va a ayudarla, por lo que está sola en sus pesquisas.  
Bueno, en realidad esta afirmación quizàs no sea muy exacta. Sus padres y abuelo confían en ella y saben que hay algo más. Y ahora también está al corriente D. Anselmo, pero éste no puede hablar, por el tema de secreto de confesión. Sin embargo, y sin proponérselo, en La Casona le ha salido una aliada, aunque no inesperada, porque María ya conoce a Fe y sabe que puede confiar en ella, que puede ser sus otros ojos y oídos. A la doncella pizpireta y lista como el hambre no se le escapa ni una, y además su lealtad hacia Francisca se acaba cuando los actos de ésta se oponen a su conciencia y a su natural bondadoso. Y algo más: no la teme, sólo la respeta porque es quién le da el medio de vida. De hecho considero que Fe va a ser para María algo parecido a lo que fue en su momento Mariana, aunque en este caso hay que unir la lucidez con otros aspectos que hacen a Fe única y especial. Que no quiero decir que sea mejor o peor que ésta, sólo diferente.        
Un día dije que Fe nunca iba a ser protagonista, pero el caso es que cada vez tiene más cuota de pantalla, de lo que me alegro muchísimo porque aparte de reiterarme en mi apreciación del buen hacer de Marta, el personaje aporta a las tramas una frescura especial, aun teniendo a veces éstas un componente dramático. Incluso en estos momentos es capaz de sacar una sonrisa.
Y me encanta la complicidad que se ha establecido entre ella y María, y creo que también entre las dos actrices. La ayuda de Fe a María va a ser crucial para desenredar la madeja y llegar a descubrir la verdad, para que ésta pueda volver a reunirse con su esposo (¡que gracioso suena esto cuando lo es de las dos, en un caso ficticio y en el otro real!).
De todas maneras es evidente que ambas tendrán que actuar con mucha prudencia y mantener ante la gente una cierta distancia. Sólo así lograrán encontrar respuestas y atar cabos. Lo único que falta es que todos los sospechosos se confíen lo suficiente y  cometan un error que permita encontrar la respuesta esperada. 
Pero aún así admito que me sorprende el hecho de que Francisca se haya tomado con tanta naturalidad  la vuelta de María a La Casona. Claro que tampoco tiene motivos para recelar de ésta, aunque es evidente que aún sigue pensando en ella como la ingenua que fue. Y afortunadamente la está minusvalorando.                                                  

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