10 de diciembre de 2014

Las velas de la venganza

Aunque suene a contradicción y a pesar de que soy una gran devoradora de los libros de Stephen King y otros autores parecidos en cuanto a temática, soy incapaz de ver un thriller sin saltarme un montón de escenas. Pero el caso es que es mucho más fácil cerrar el libro y dejarlo para otro momento, que estar en el cine o ver la televisión y pasarte todo el rato en tensión o con los ojos cerrados, evitando ver momentos truculentos. También es verdad que a veces visionar las noticias casi vendría a ser lo mismo, aunque (otra contradicción) en este caso parece que estoy más inmunizada, y aunque algunas cosas me provoquen el mismo horror, desgraciadamente y sin que sirva de justificación, una acaba acostumbrándose a ello.  
Todo esto viene a propósito de las velas para la doña. No es que se trate exactamente de una escena de terror en el sentido que se entiende por ello, pero es evidente que ésta es la intención de Severo con respecto a Francisca. Terror psicológico, tan efectivo como el otro, pero que en este caso tiene un ingrediente añadido: la inseguridad que provoca al destinatario de ello. Ni en su fortaleza Francisca ahora se puede sentir protegida, cuando las más estrictas medidas de seguridad no han servido para que alguien se colara en su jardín y le montara el espectáculo. Por cierto, que no debía ser una sola persona, porque tamaña cantidad de velas y después encenderlas, debe llevar su tiempo.
Parece que finalmente ha llegado el momento de que pruebe su propia medicina. Porque mientras le está procurando a su nieta ser víctima de los manejos de un psicópata, a Inés el terror de estar encerrada en una lúgubre mazmorra sin contacto con nadie, o a Martín posiblemente el temor de estar secuestrado en un país extraño, sabiéndose además en peligro de muerte, hasta ahora ella vivía ajena a estos sufrimientos. Pero parece que, por fin, se empieza a hacer justicia, aunque venga de alguien ajeno a todo lo anterior.
¡¡Pero qué importa!! Es justicia al fin y al cabo. 

2 comentarios:

  1. No es por nada, pero me pareció leer en algún sitio que los deseos de venganza de Severo iban a ser "su perdición". Si esa frase es lo que parece, un aplauso por el que anticipó el fracaso de los vengadores antes incluso de que aparecieran. Yo creo que están tensando ya mucho el límite de aguantar a la Paca.

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    1. Evidentemente la obsesión por una venganza puede tener secuelas en la persona que quiere ejercerla. Ya vemos en la Paca lo desquiciada que está por este tema y, es posible, que también pase factura a Severo. pero espera que suceda cuando ya haya cumplido lo que se ha propuesto. y, por supuesto, coincido contigo en que ya esta bien de este color y que lo de Francisca ya es inaguantable, aunque por lo que he leído aún va a a ir a peor. Gracias por comentar

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