A estas alturas de la serie es difícil
hablar de algo que no se relacione de alguna manera con las líneas argumentales principales: la de María y Martín, la de Aurora y sus hombres, o la de Bosco y sus mujeres. Es decir, todo lo que tiene que ver con los tres hijos de Tristán y Pepa. También es cierto que además existen otras
situaciones puntuales de las que sería posible extraer algo, y que aligeran un
poco las tramas. Me refiero a las que suelen andar entre las salidas divertidas
de Fe y lo que sucede alrededor de la casa de comidas. Me salto el tema de Quintina,
porque considero que decir que es penoso es quedarme corta (siento ser tan dura,
pero la verdad es que incluso he llegado a sentir vergüenza ajena por como la
llevan a hacer el ridículo convirtiéndola en una histriónica y chismosa, cosa
que está muy lejos de cómo se ha venido desarrollando este personaje).
Aunque en realidad quizás haya (o vaya a haber) otra línea argumental, pero aún es prematuro hablar de ella, porque la
información es mínima. Me refiero a Severo y Carmelo, dos personajes de los que
sólo se puede intuir algo de lo pretenden. Porque mientras algunos de los que
se han incorporado a la serie lo han hecho como elefante en cacharrería, éstos
parece que no acaban de llegar nunca. Lo único que se puede decir de ellos es
que aparentemente tampoco se detienen ante nada. Otra cosa será ver como
administran el poder que se les presume, y también la manera de relacionarse
con la gente de PV.
De momento únicamente Mauricio
sabe lo que puede esperar, ya que lo ha probado en sus propias carnes. Al
respecto tengo que decir que hay días en que el capataz me impacienta, y hace
que mi opinión sobre él experimente vaivenes. Me parece muy mal que se haya
metido sin permiso en una casa ajena y con el único fin de husmear, por lo que
si recibe un correctivo es porque se lo merece.
Quizás es que con la edad está
perdiendo facultades, o que al igual que la doña, han hecho tanto su santa
voluntad que ya se creen invulnerables. Pero el caso es que las cosas están
cambiando, y que ya no puede hacer y deshacer totalmente a su antojo. También
es verdad que le ciega su lealtad y que es posible que piense que hay un
posible peligro para su ama, pero ello le hace perder la prudencia.
Lo admito, a veces me cuesta
tragar con Mauricio. Lejos de la doña es un hombre de carácter, duro, pero con
un cierto grado de sociabilidad y en el que en ocasiones asoma un corazoncito. Que
incluso parece que puede llegar a tener sentimientos tiernos hacia Fe, pero que
una posible timidez (o quizás temor a ser rechazado) le impide manifestar. Pero
cuando se trata de su ama parece un perrito faldero, dispuesto a dejarse apalear
sin rechistar. ¿Será un sentido práctico que hace que ponga sus intereses
económicos antes que su conciencia? Por cierto, ¿qué ha hecho con la
considerable suma de dinero que le sacó a Fernando?
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