Quería incidir
en dos momentos del capítulo de ayer que me han llamado la atención. Aunque en
realidad ha habido otro, el de Mariana y Nicolás, pero creo que esta pareja merece
un comentario aparte.
Decía que:
Uno. Nadie,
ni siquiera un caballo, se libra de la mala leche de Francisca.
Dos. Mauricio
ha dicho en voz alta que cada vez más le cuesta obedecer las órdenes de su ama.
Y es un comienzo, aunque el camino a recorrer para este hombre cuya lealtad
ofusca su decisión, aún puede ser largo y tortuoso. Y a la postre, peligroso
para su integridad física.
De todas
maneras cada parece más evidente que la influencia de Fe está obrando un
pequeño milagro. Y no sólo por el hecho de que Mauricio pueda albergar
sentimientos hacia ella, sino porque le está dando otra visión de la lealtad.
Para Fe la lealtad no es sumisión ciega, y la conciencia está por delante de todo.
La chica le ha dado una lección al capataz de lo que es la integridad, de que
no se pueden cerrar los ojos a una realidad que se agazapa tras los muros de La
Casona: la doña es una bruja que no merece ni un segundo de los pensamientos de
los demás. Y mucho menos que nadie se preocupe por ella.
Es cierto que
Mauricio no ha conocido otro tipo de vida más allá de su trabajo para Francisca. Y que ha
hecho de la máxima ver, oír y callar, además de obedecer, su forma de existencia,
porque además le permite vivir sin grandes contratiempos y sin tener que pensar
demasiado. Y creo quizás habría seguido así para siempre (eso sí con
ocasionales momentos en los que su conciencia se ha rebelado), si ahora no
existiera quien pone voz a lo que le grita su interior. Ello quizás unido al creciente ninguneo del que es objeto por parte de Francisca, a las humillaciones continuadas, que pueden acabar haciendo mella en una persona, y al fastidio por verse forzado a hacer cosas que van en contra de su voluntad y que
considera una injusticia flagrante, hacen el resto.
Es evidente que
la doña se está quedando sola, arriba y abajo. Aunque no es más que lo que se
ha buscado con sus manejos. Puedes abusar de la gente, manipularla y someterla,
pero no puedes tensar la cuerda, porque al final puede acabar rompiéndose. De
hecho que la soledad sea su única compañía ni siquiera es justicia.
Una justicia que,
por otra parte y de conocerse los hechos, probablemente recaería con con todo su peso sobre Mauricio, la mano ejecutora. No creo que sirviera lo
de que ha actuado por mandado.
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