9 de abril de 2015

La familia, para bien o para mal

La primera sensación que me vino a la cabeza después de ver a Rosario arropando a su hija fue una mezcla de incredulidad y sorpresa, aun habiendo dejado claro la mujer que no comparte lo que ha hecho Mariana.
Pero después una se da cuenta de que simplemente lo que hizo Rosario es anteponer la familia a otras consideraciones. Porque no esté de acuerdo con su hija no puede abandonarla a su suerte. Menos ahora que está embarazada.
Más tarde esta misma reacción la vimos en Emilia, Alfonso y Matías, todos dispuestos a apoyar a Mariana. Para ellos también la familia es lo primero, aunque no comulguen con la decisión de la chica.
La familia, un concepto que parece que no a todos les afecta del mismo modo, y del que hay diversos ejemplos en la serie. Es cierto que una familia no se escoge, porque inevitablemente todos hemos nacido en el seno de una, pero sin tener voz ni voto en el asunto. Pero también es claro que la mera consanguinidad no es suficiente para establecer los lazos de afecto y solidaridad que se les supone a los/as que tienen vínculos familiares. Lo que acontezca y la interacción que exista entre los miembros de la misma unidad familiar sólo es fruto del comportamiento individual de cada uno, o, como en el caso de las clases altas que podemos apreciar en PV y que probablemente no dista mucho de la realidad, también confluyen las conveniencias sociales y una manera de entender la libertad de cada uno de los componentes.  
Solo Águeda, la madre de Pepa, rompió los esquemas. Pero las demás familias pudientes han mostrado una total ceguera y sordera ante los deseos de sus vástagos, anteponiendo a todo ello lo que supone conviene a sus intereses. Por mucho amor que digan tener por ellos, por mucho que se piense que la familia es el refugio y el lugar donde la afectividad tendría que ser la premisa, siempre aparecen en primer lugar las apariencias.
Y Nicolás no es ajeno a ello.
De todas maneras creo que algo habría de cambiar en esta novela. Por muy feminista que sea una, empieza a cansar (por lo reiterativo), que todos los hombres (o casi todos) sean manipulados por mujeres que les anulan la voluntad. Espero que Severo, al que aún no hemos visto en este trance, sea también la excepción. 

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