Ha vivido casi toda su vida en régimen de esclavitud, así que tampoco
es muy sorprendente que Bosco se haya adaptado rápidamente a otra vida en la
que aquello queda muy lejos, y en la que recibe el cariño que hasta ahora le ha
sido negado (exceptuando el poco que le pudo dar su madre adoptiva y el que ha
recibido en el tiempo que ha estado junto a Francisca, que ya sabemos que no
era del todo altruista).
Por ello creo que es ahora cuando realmente goza de su vida, porque incluso
estando bajo la protección de la Montenegro adolecía de cosas que ahora tiene:
el calor y cariño de una gran familia, y una total libertad. Es dueño de sus
actos y sus acciones y no ha de rendir cuentas a nadie. Pero especialmente
tiene quien le quiere por lo que es, no por lo que representa.
Y quizás es el momento de reeditar otra de las cosas que han logrado
hacer especial PV: el otro amor, el de padres y hermanos. Aunque entiendo que
va a ser muy difícil ni siquiera acercarse a las escenas de Tristán y Martín, o
las de éste último con Aurora, porque en mi opinión el personaje de Bosco no ha
sido tan trabajado como los anteriores y carece de profundidad, acentuado por
el hecho de que hasta ahora le ha sido imposible crecer por estar bajo la
sombra de Francisca, que coartaba totalmente su visibilidad. De hecho es algo
que ha sucedido con todos los que han estado bajo la égida de esta mujer, que
quedan ensombrecidos ante su personalidad arrolladora. O lo que es lo mismo,
bajo la “tiranía” de la profesionalidad de María Bouzas.
Evidentemente Bosco y Aurora necesitan un tiempo para conocerse y
acostumbrarse el uno al otro. Pero no creo que vaya a ser difícil, porque Bosco
también ha ganado algo más que una hermana: ha encontrado a una persona de su
edad con la que poder hablar y confiarse, a la que esperar por la noche y
sentarse tranquilamente para conversar de la familia, de la vida y de sus
sentimientos, en la que apoyarse y a la que apoyar. Y Aurora vuelve a tener a
alguien muy cercano con el que compartir momentos especiales, un hermano que no
viene a ocupar un lugar imposible de sustituir, pero sí que puede intentar llenar
el vacío dejado por Martín.
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