26 de abril de 2015

Creando conciencia

1922. Eran tiempos convulsos en España. Desde la crisis de 1917 existía una conflictividad social creciente, y el descrédito de los políticos era cada vez mayor.
(Bueno, quizás esto sea un bucle, porque parece que estoy hablando de la actualidad y no de hace noventa y tres años!!)
Pero decía que existía un gran descontento entre las clases populares ante la inactividad de los gobernantes, al mismo tiempo que crecía el poder de la corona, la iglesia y el ejército,  que se convirtió en la única entidad dispuesta a frenar las ansias revolucionarias del proletariado. Ya vimos un ejemplo de ello con la condena a Raimundo, por un artículo criticando a la clase política y sus manejos (Por cierto, ¿dónde queda ahora este hombre?…. en fin, voy a obviar cualquier comentario….)
Evidentemente esta conflictividad era más acentuada en las grandes urbes, donde vivía la mayor parte de la población y los obreros estaban más organizados. En los pueblos, especialmente en el ámbito rural donde el cacique local aún se movía a sus anchas, la gente estaba más sometida y la opinión de la masa manipulada y controlada. Pero también hasta allí llegaban los ecos de lo que sucedía y no todo el mundo se quedaba viéndolas pasar. Solo el miedo a las represalias directas podía frenar cualquier conato de protesta.

No, no es mi intención hacer un sesudo trabajo sobre historia, sino intentar poner este escrito en el contexto en el que se desarrollan los hechos. Porque si algo existe en la serie es que refleja bastante fielmente estos momentos y los hace visibles en las tramas.
Francisca durante años ha hecho y deshecho a su antojo, tiranizando y abusando de su poderío económico y su posición cercana a las élites, y utilizando todo ello para oprimir al pueblo (“su pueblo” según sus propias palabras). Pero incluso a un núcleo de población perdido en la España profunda llegan los ecos de los nuevos tiempos, y es inevitable que la posición de poder omnímodo se vaya debilitando ante el empuje de nuevas ideas y una mayor conciencia social. Las comunicaciones acercan a los pueblos y las noticias llegan con regularidad, lo que permite a la gente estar más informada de lo que acontece más allá de lo que hasta ahora les era posible.
Y con ello también lo es que se cobre conciencia que existe la posibilidad de cambiar las cosas, de buscar la justicia social, de empezar a pensar en plural y dejar de hacerlo en singular. Añadido al hecho de que con Severo y Carmelo han llegado aires nuevos al pueblo, ya que también han puesto de manifiesto otra forma de entender la reciprocidad amo y patrón. Pero parece que ahora mismo nadie está muy dispuesto a dar el paso al frente, a pesar de que todos son muy conscientes de que la dictadura de la doña coarta la existencia. Y no tendría que ser así, pues ésta no forma parte de ninguno de los estamentos públicos.
Y ahora es cuando hay que romper una lanza por Hipolito. Es evidente que es atolondrado, mimado hasta decir basta por una madre que lo ata en corto, que sus iniciativas no suelen tener mucho futuro, pero no se puede negar que tiene una buena cultura y que, quizás por los años dedicado a la política, un cierto criterio. Es cierto que también se deja arrastrar por la indolencia y el pasotismo, pero a veces también es capaz de sorprender. Más ahora cuando ha encontrado quien le apoya sinceramente. Porque puede que Gracia esté comprada para acercarse a él, pero creo que ha demostrado que también tiene conciencia social, que está dispuesta a luchar por los derechos de la gente. Sin miedo y sin dejarse avasallar.
Esta situación además deja ver dos cosas: que Hipólito no tiene prejuicios (o quizás mejor decir que es capaz de vencerlos) y que el hecho de que Gracia sea mujer es algo que puede ser un problema para algunos. Por ejemplo para Mauricio, que ha dejado ver su vena más machista, pero que ha recibido a cambio una justa réplica por parte de la interesada.
Admito que me está gustando el papel de Gracia, defendiendo sin temor los derechos de los trabajadores. En una época en la que las mujeres no contaban para casi nada, excepto para ser esposa y madre, es interesante ver una actitud parecida. Como la de Pilar Bravo, otra mujer excepcional. Por descontado no me olvido de las otras mujeres de la serie (con alguna excepción) que hace cien años abrieron el camino para dar a todas las generaciones futuras de féminas el papel que les corresponde.
Aunque aún quede mucho camino por recorrer.

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