19 de junio de 2015

Nadie es una isla

Intento meterme en la piel de Sol y tratar de entender el porqué de su comportamiento cerril.
Claramente el motivo principal de su enfado es haber sido arrancada a la fuerza del lugar donde vivía y llevada a un sitio que le es extraño, permaneciendo además recluida en contra de su voluntad. Esto, en circunstancias corrientes, por si solo ya es un motivo para entender su proceder. Además es una mujer madura, que ha de ser capaz de tomar sus propias decisiones, y en esto Severo está actuando de manera egoísta anteponiendo sus propios sentimientos y convicciones a cualquier otra consideración.
Sin embargo creo que las intenciones de éste son buenas, no así el método empleado. Y creo que de verdad quiere a su hermana y desea lo mejor para ella. Pero que es evidente que ello no pasa por aceptar saberla entregando su cuerpo a cambio de dinero, y asimismo expuesta a situaciones como malos tratos, vejaciones, extorsión o enfermedades de transmisión sexual.  Esto no es vida para ella, ni lo tendría que ser para ninguna persona.  
Es posible que Sol no haya tenido muchas alternativas antes de llegar a este punto en el que se encuentra, aunque nunca podría ser una justificación, porque no todas las mujeres en las mismas circunstancias acaban prostituyéndose. Y además lo que le reprocha a su hermano también podría hacérselo a sí misma, ya que no parece que por su parte haya hecho nada para encontrarle y buscar su ayuda. Por lo que se sabe, Severo es una persona muy conocida, lo mismo que sus productos, por lo que no tendría que haber sido muy difícil dar con su paradero. Así que la única explicación es que siente que su hermano la abandonó cuando más lo necesitaba, y su resentimiento la ha llevado a  olvidarse de él, después de aprender, llevada por la necesidad, a valerse por sí misma.
Pero lo que más me cuesta entender es que aparentemente no quiera renunciar a la vida que llevaba, aunque es difícil decidir cuánto hay en su actitud de rabieta, o por el contrario, de convicción. Tampoco es que le estén pidiendo que se deje deslumbrar por las riquezas y la vida muelle que le proporcionaría su hermano, pero el caso es que el destino le pone delante una oportunidad de oro para escapar de su jaula y ser libre, además de gozar de una estabilidad que en un prostíbulo, aunque sea de lujo, está lejos de ser una posibilidad. Porque también este lugar es una cárcel y está sometida a un carcelero, además de que aunque ahora aún le parezca lejano, también depende de otra prisión igual de tangible como es su propio cuerpo y el implacable paso del tiempo que, tarde o temprano, va a acabar con su lozanía y dejándola posiblemente en la cuneta.
¿Qué considera el lupanar como su casa? Quizás ella haya acabado considerándolo así, pero el caso es que ha conocido lo que es un hogar y una familia, así que difícilmente puede referirse a este sitio más que como el lugar donde vive, pero en el que no se encuentra ni cariño, ni calor familiar, ni siquiera un núcleo al que sentirse unida. Es cierto que alguien independiente (o al menos es lo que ella al parecer cree) puede hacer su vida pensando que puede prescindir de todo ello, pero como decía John Donne “Nadie es una isla por completo en sí mismo; cada hombre (o mujer)  es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra”. Y Sol ha de descubrir que no está sola, y que si tiene quién la quiere por sí misma, no por lo que es.

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