22 de junio de 2015

El fin de la tiranía

Explotación, abuso de poder, tiranía,…..el caldo de cultivo perfecto para alimentar el descontento. Y si a ello le unimos la falta de voluntad de dialogo de una de las partes, ya tenemos el conflicto servido.
Evidentemente la necesidad también empuja a situaciones extremas, pero no necesariamente hasta el punto de llegar a la violencia sin que medie antes provocación.
Quizás sea el miedo de perder sus prebendas, el estar descolocada en una situación jamás imaginada, el haber sido humillada por sus pares (que al parecer ya no lo son tanto) o lo incierto de su futuro, unido a la soberbia nacida de años de haber manejado a su antojo todo lo que la rodea, lo que, sin que sea mi pretensión justificarla, ha llevado a Francisca a no disponer de la suficiente mano izquierda para hacer frente a una situación que se le ha escurrido entre los dedos. “Yo soy Francisca Montenegro (y a mí nadie me tose, dixit)!!” parece que ya no sirve.
Evidentemente Francisca ya no va a cambiar sus ideas, ni nunca va a dejar de creer que está por encima de los demás, porque tampoco ha conocido otra situación diferente de la que ha vivido hasta el momento, pero quizás ahora se vea forzada a replantearse algunas cosas. No tener disponibilidad de dinero, ni previsiones de poder manejar capital en un futuro inmediato, la va a obligar a bajarse de su pedestal, aunque sea temporalmente. Es claro que el poder está sustentando en su mayor parte por el dinero, por lo que al carecer del mismo también va a perder la posibilidad de influir en decisiones trascendentales para su futuro y, en un plano más local, de la capacidad de intimidar a sus convecinos por la fuerza para que sigan trabajando para ella, y además sin contraprestaciones. La escopeta de Mauricio puede haber dado una tregua, pero un solo hombre enfrentado a una turba no tiene muchas posibilidades, más cuando este mismo hombre se debate ahora entre su fidelidad y su conciencia.
Pero el panorama incluye ahora otro escenario. Hasta ahora Francisca ha sido la única posibilidad de que los trabajadores agrícolas o los obreros encontraran un trabajo para subsistir ellos y sus familias, aunque haya sido a costa de pagarles un mísero jornal y someterlos a una vil explotación. Pero Severo y Carmelo han revolucionado todo ello y demostrado que también al ámbito rural puede llegar la justicia social, pagando salarios ajustados al trabajo realizado y velando para el beneficio del pueblo al encargar los trabajos a los lugareños. Además de comportarse con una gran altruismo, y no permitiendo que nadie carezca de sustento.
También es cierto que esta actitud tiene sus dos caras. Enfrentados ahora a dos maneras de vida, pocos van a seguir leales a Francisca, o al menos no en las mismas condiciones. Por lo que sí es claro que, de una manera u otra, Francisca va a salir perdiendo, y que Severo y Carmelo están aprovechándose de ello, haciendo ver que otra manera de entender las relaciones laborales es posible. Sin embargo no creo que nadie pueda negar el componente importante de solidaridad del que también hacen uso, del que ni uno ni otro no creo que esperen obtener más recompensa que la de ver arrastrarse a la doña, y no el fin de recibir el aplauso popular por sus actos de generosidad. 

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