Explotación,
abuso de poder, tiranía,…..el caldo de cultivo perfecto para alimentar el
descontento. Y si a ello le unimos la falta de voluntad de dialogo de una de
las partes, ya tenemos el conflicto servido.
Evidentemente
la necesidad también empuja a situaciones extremas, pero no necesariamente hasta
el punto de llegar a la violencia sin que medie antes provocación.
Quizás
sea el miedo de perder sus prebendas, el estar descolocada en una situación
jamás imaginada, el haber sido humillada por sus pares (que al parecer ya no lo
son tanto) o lo incierto de su futuro, unido a la soberbia nacida de años de haber
manejado a su antojo todo lo que la rodea, lo que, sin que sea mi pretensión
justificarla, ha llevado a Francisca a no disponer de la suficiente mano izquierda
para hacer frente a una situación que se le ha escurrido entre los dedos. “Yo
soy Francisca Montenegro (y a mí nadie me tose, dixit)!!” parece que ya no
sirve.
Evidentemente
Francisca ya no va a cambiar sus ideas, ni nunca va a dejar de creer que está
por encima de los demás, porque tampoco ha conocido otra situación diferente de
la que ha vivido hasta el momento, pero quizás ahora se vea forzada a
replantearse algunas cosas. No tener disponibilidad de dinero, ni previsiones
de poder manejar capital en un futuro inmediato, la va a obligar a bajarse de
su pedestal, aunque sea temporalmente. Es claro que el poder está sustentando
en su mayor parte por el dinero, por lo que al carecer del mismo también va a
perder la posibilidad de influir en decisiones trascendentales para su futuro y,
en un plano más local, de la capacidad de intimidar a sus convecinos por la
fuerza para que sigan trabajando para ella, y además sin contraprestaciones. La
escopeta de Mauricio puede haber dado una tregua, pero un solo hombre
enfrentado a una turba no tiene muchas posibilidades, más cuando este mismo
hombre se debate ahora entre su fidelidad y su conciencia.
Pero
el panorama incluye ahora otro escenario. Hasta ahora Francisca ha sido la única
posibilidad de que los trabajadores agrícolas o los obreros encontraran un trabajo
para subsistir ellos y sus familias, aunque haya sido a costa de pagarles un
mísero jornal y someterlos a una vil explotación. Pero Severo y Carmelo han
revolucionado todo ello y demostrado que también al ámbito rural puede llegar
la justicia social, pagando salarios ajustados al trabajo realizado y velando
para el beneficio del pueblo al encargar los trabajos a los lugareños. Además
de comportarse con una gran altruismo, y no permitiendo que nadie carezca de
sustento.
También
es cierto que esta actitud tiene sus dos caras. Enfrentados ahora a dos maneras
de vida, pocos van a seguir leales a Francisca, o al menos no en las mismas
condiciones. Por lo que sí es claro que, de una manera u otra, Francisca va
a salir perdiendo, y que Severo y Carmelo están aprovechándose de ello, haciendo ver que otra manera de entender las relaciones laborales es posible. Sin
embargo no creo que nadie pueda negar el componente
importante de solidaridad del que también hacen uso, del que ni uno ni otro no creo que esperen obtener más recompensa
que la de ver arrastrarse a la doña, y no el fin de recibir el aplauso popular
por sus actos de generosidad.
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