12 de mayo de 2015

Una lucha desigual

Evidentemente es la función de los guionistas enredar y desenredar tramas, pero a veces cuesta encontrar la coherencia en algunas. Y también los posibles derroteros, que más de una vez da la sensación que al final solucionan por la vida rápida, sin margen para una explicación con algo de lógica.
Por supuesto tampoco se trata de pretender decirles cómo han de hacer su trabajo, que para esto se han preparado. Otra cosa es que se esté de acuerdo en la deriva de los guiones. Al parecer existe una especie de lo que ellos llaman biblia, en la que se da una idea general de las tramas, y en consecuencia se supone que un posible desarrollo con principio y final. Pero una se pregunta si a veces no se lían demasiado para llegar a ello.
Es el caso de Inés. Lo han enredado tanto, que pienso que en una situación normal y real la chica lo tendría más que crudo, a pesar de ser sólo una víctima.
Su ingenuidad la ha llevado a una especie de callejón sin salida, en la que tiene todas las de perder. Es su palabra contra la de Amalia, o lo que es lo mismo, la de una sirvienta contra la de una señora. Y en este caso huelga decir quién gana la partida. Pero es que además es cierto que mató al padre de Amalia. Aunque manipulada y sugestionada, el caso es que en caso de que este tema salga a la luz, aún con sus múltiples implicaciones, Inés ni siquiera podría alegar legítima defensa cuando el hombre no tuvo ninguna opción antes de que le disparara cinco tiros a quemarropa, sin que siquiera ésta esperara a ver quién era el que entraba por la puerta. Otra cosa es el arma, que Amalia utiliza como motivo de extorsión, pero que no está en su poder si no en el de Francisca. Y por este lado veo la única posibilidad para Inés, y es que la doña niegue tenerla. Aunque no sé porque tendría que ayudarla, excepto para vengarse de Amalia (que por otra parte también tiene armas contra ella, pues no hay que olvidar que Francisca fue la auténtica secuestradora de Inés).
Por cierto, hay una pregunta que ronda y es el tema de las huellas dactilares y si la investigación criminal estaba tan avanzada como para hacer uso de ellas. Y es realmente curioso descubrir que ya en las antiguas Persia y Babilonia se utilizaban para autenticar registros en arcilla. Pero no fue hasta 1892 cuando se hizo una primera identificación con este método. Así que es muy posible que las huellas dactilares de la pistola acusen sin lugar a dudas a Inés.
Además no se puede negar que Amalia, a pesar de estar desquiciada, ha sabido atar todos los cabos, ayudada por el poco pesquis de la chica. Aunque también cuesta imaginar cómo va a explicar que ha sido cómplice y ha ocultado a Inés. 
En fin, un auténtico rompecabezas.
Llegados a este punto quería dejar un par de cuestiones.
Es cierto que Amalia es alguien detestable, pero en cuanto a desarrollo del personaje lo veo mucho más rico en matices y más agradecido para la actriz, que tiene mayor espacio para mostrar su talento sobre las tablas. Y lo corrobora el hecho de que Amalia haya conseguido despertar una antipatía unánime. Muy diferente veo el caso de Inés, cuyo papel se limita prácticamente a unos pocos registros. En mi opinión (y ya lo he dicho en otras ocasiones) es un personaje sin personalidad y que no reúne las condiciones para ser una protagonista principal. O al menos no se puede comparar, ni de lejos, con ninguna de las anteriores protagonistas, aunque pienso que su supuesto partenaire, Bosco, tampoco ayuda mucho a que esta trama sea demasiado interesante. Al menos esta es mi opinión, que evidentemente tiene sus adeptos y sus contrarios.
Otro tema son las escenas, que dan la sensación de estar instaladas en un día de la marmota, y ello desde hace varios meses. Siempre con diálogos parecidos e idéntica resolución, y además varias veces en el mismo capítulo. Lo peor es que todo ello provoca que a veces me encuentre, de alguna manera, incluso dando la razón a Amalia (que no quiere decir que la justifique) y aunque sus métodos son de todo menos correctos, entiendo que el caso es que está luchando para retener a su hombre. Lo que sería legítimo de no mediar otras consideraciones, porque no olvido como consiguió embaucar a Bosco, y que además ha arrebatado un niño a su verdadera madre.  
En resumen, no consigo encontrar en esta trama nada que suscite demasiado mi interés, ni siquiera la posibilidad de que Inés descubra la verdad sobre Beltrán, porque no creo que cambien mucho las cosas. Al menos a corto plazo.
Y a largo plazo, cuando es evidente que Amalia ha de desaparecer, no consigo imaginar una trama que pueda ser interesante y en la que estén Bosco, Inés y el niño. Otro elemento de decoración en el Jaral no se me antoja nada apetecible. Como ha he dicho en otras ocasiones, creo que Amalia e Inés son dos personajes unidos inexorablemente, y de desaparecer uno, el otro queda sin apenas esencia. Cierto que habrá quien diga que está Bosco, pero hasta el momento las escenas entre la pareja no considero que aporten mucha vidilla.

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