Definitivamente
tendré que darles la razón a quienes opinan que los actores dan la impresión de
trabajar con un cierto desencanto. Y no es para menos, porque entiendo que les cueste
ilusionarse con las tramas que tiene actualmente la serie, salvando algunos
casos puntuales que empiezan a despuntar y que permiten mantener la esperanza.
Y si en
comentarios anteriores ya he hablado de este tema en relación con algunos personajes
concretos, hoy me he decidido por otro de ellos. Otra para ser exactos.
Reconozco el
esfuerzo que hacen algunos actores y actrices para sacar adelante su papel, pero tengo que añadir a mi lista de los que no
sólo mantienen en la invisibilidad, sino que cuando los sacan de la misma es
para tramas absurdas, a Aida de la Cruz. O lo que es lo mismo, a Candela, un personaje que desde siempre me
ha gustado, pero que últimamente parece no contar nada más que para ser paño de
lágrimas de los demás y verse inmersa en situaciones que la privan de tener
vida propia. Como la escena de hoy con Inés, que pienso que además no favorece a
ninguna de las dos.
No puedo
evitar retrotraerme a situaciones parecidas, que ha habido muchas y diversas.
Recuerdo las escenas de la cárcel con Pepa y Tristán, de este último con su
hijo de pequeño o de mayor, de Martín y María, o al revés cuando ésta era la
prisionera. También las de Conrado y Aurora, o incluso éste con Isidro. Todas
ellas cargadas de emotividad y que fácilmente quedan en el recuerdo. Pero dudo
mucho que la de Inés y Candela sea recordada más allá del minuto siguiente después
de suceder la acción, y no por culpa de las actrices, sino de un guion no muy
currado que además incluye unos diálogos reiterativos y sin sustancia, que encima
contienen mucha imprecisiones como si la historia se pudiera variar a medida
que convenga. Diálogos en los que, por cierto, ha habido algo que si me ha
llamado la atención, aunque sea sólo un detalle. Inés ha dicho: “¡lo que digo
es tan cierto como que hay dios en el cielo, y diablo en los infiernos!”
Evidentemente esto entra del terreno de las creencias de cada uno, y además en
aquella época la religión influía mucho más en la vida de las personas que en la
actualidad. Pero fiar su palabra a unos entes sobrenaturales que nadie ha
visto, es lo mismo que pedir un acto de fe incondicional que no todo el mundo
está dispuesto a hacer. Otro tema es lo que ha contado a su tía, que volvía a
incurrir en una versión sesgada de los hechos. Y ocultándole cosas, como la
verdadera implicación de Amalia. Pero lo que me ha parecido más surrealista es que
dijera que el mismo captor había dejado caer la pistola con la que
supuestamente fue abatido, y Candela ni siquiera haya parpadeado.
Y ésta no
se queda atrás. Entiendo que todo el mundo quiere deshacerse de Amalia
(incluid@s los espectadores), pero sigo pensando que Inés ha cometido un delito
punible, aunque parece que por el hecho de haber sido solo en tentativa tiene
una importancia relativa. Y no me gusta que Candela caiga también en estas
consideraciones y reste importancia al error de su sobrina.
Otra cosa será
la confesión de la verdadera muerte que se puede atribuir a Inés. Pero que,
estoy convencida, también va a caer en saco roto porque sería el fin de la
chica.
Lo dicho, y
volviendo al principio. Pienso que lo están haciendo muy mal con Candela y, en
consecuencia, con Aida de la Cruz. Hace meses que sus escenas son de simple
relleno (desgraciadamente como sucede en otros casos) y pienso que ya sería el
momento de dar un golpe de timón a su personaje. El Jaral ya tiene suficientes floreros.
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