10 de mayo de 2015

El cartel para San Mamerto

Creo que solo Emilia conoce al verdadero Hipólito. Al menos es de las pocas personas que no le trata con condescendencia, ni se burla de él por sus ideas a veces alocadas; que sabe tratarle como un hombre, no como un niño grande. Es cierto que, aún a su edad, Hipólito no ha perdido un cierto punto de inocencia y candor, pero creo que es más por la férrea sobreprotección de su madre, y en menor medida de su padre (unido a que es evidente que a él mismo ya le viene bien está situación, más que nada por comodidad), que porque realmente sea corto de entendederas. Más de una vez ha demostrado que tiene una cierta cultura, que es una persona leída y que es capaz de pensar por sí mismo; así que las continuas alusiones a sus pocas luces, que en primer lugar suelen provenir de sus propios progenitores, además de no ser ciertas, son un insulto a un chico que puede dar mucho más de si de lo que casi tod@s piensan. Excepto Emilia, y quizás Mariana.
Emilia es una verdadera amiga, alguien que es capaz de dejar de lado (aunque sea momentáneamente) sus preocupaciones, para acudir al rescate de un amigo. Ha estado bien afeándole a Gracia el desprecio hecho a Hipólito, y hacerlo sin grandes aspavientos, pero logrando que la mujer fuera realmente consciente de su actitud injusta, aparte de que se diera cuenta del esfuerzo que ha supuesto para éste enfrentarse a sus miedos. Pero lo mejor de todo, ha sido hacerla consciente de algo mucho más importante: Hipólito la ha pintado con el corazón, lo que da cuenta de lo importante que es para él. Aunque aún no lo haya descubierto.
Aunque en realidad Gracia e Hipólito quizás sean tal para cual. Porque si él puede pecar a veces de algo ingenuo, ella no le va a la zaga.
Pero si lo piensas bien, ponerlos a la misma altura es totalmente injusto para el hombre. Evidentemente es algo sobre lo que se ha pasado muy de puntillas, porque Gracia precisamente ha hecho esto: caer en “gracia”. Pero se olvida que su interés por Hipólito, al menos al principio, no era gratuito, y que no es más que una persona contratada por Dolores para entretener a su hijo. Algo, por cierto, de lo que ésta no creo que haya calibrado las consecuencias, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad, y cuando se descubra la verdad puede infligir más daño a su hijo.
Realmente es una de las cosas que se dan en esta serie y que acaba siendo motivo de reproche: que siempre haya quien piense que puede arreglar la vida de los demás, decidiendo lo que considera conveniente para éstos. Como si las personas no tuvieran su propio albedrío para escoger el camino a seguir.
Pero volviendo a Gracia. No es reprochable que desee cambiar su vida y prosperar, pero lo cierto es que ha sucumbido a los cantos de sirena con mucha facilidad y sin otra garantía que la palabra de un charlatán, además con unos propósitos no muy claros. También es cierto que desde tiempos inmemoriales el desnudo y el arte se han dado la mano para crear obras que han pasado a la posterioridad, y que no tienen nada de obsceno, pues los cuerpos masculino y femenino también pueden trasmitir belleza. Y quizás en este caso tachar al pintor de tener segundas intenciones quizás es ir un poco lejos, pero mejor no llegar a ello. O al menos esta es la conclusión a la que parece que ha llegado Hipólito.
Aunque tampoco se sabe cuánto tiene que ver en ello el hecho de preservar a la mujer de las habladurías que inevitablemente se iban a dar.

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